Conmemora el 25 aniversario de la histórica apelación pacífica de Falun Dafa en Beijing, un acto de valentía y moralidad frente a la opresión del Partido Comunista Chino.
Uno de los momentos más importantes en la historia de China, ocurrió hace 25 años, cuando unos 10.000 practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa, se reunieron pacíficamente en Beijing, con el objetivo de solicitar ser libres de practicar su creencia, ante la Oficina Central de Apelaciones.
Apelación pacífica, un acto legal, justificable y moral
En la Dinastía Jin (265 a 420 d.C) se utilizaba un tambor con el cual las personas podían, al tocarlo, expresar una petición o queja. Esta luego se informaba a funcionarios superiores. Actualmente, esto se puede realizar a través de cartas, asistiendo a oficinas o por medio de llamadas telefónicas. Quienes reciben estas peticiones son las agencias gubernamentales de los condados.
En aquella ocasión, del 25 de abril, al no poder atender esta protesta pacífica por medio de los gobiernos locales, se presentaron ante la Oficina Central de Apelación. Fue un acto jurídico. El primer ministro, de ese entonces, se reunió con algunos practicantes voluntarios para tratar el tema, al igual que con sus delegados.
Durante la apelación, los practicantes en todo momento estuvieron a la altura, muy respetuosos, algo que generó asombro, ya que es bien sabido que la moralidad en China está decayendo día a día; todos van tras el beneficio personal sin importar si se daña a otros. La defensa del bien ya no es importante e incluso se tiende a invertir.
El comportamiento fue digno de seguir, inspiró la esperanza de un país mejor. Se encontraban pulcramente vestidos, fueron muy educados y ordenados mostrando auto disciplina en todo momento; así mismo, no interfirieron el tráfico, ni el paso de los peatones y hasta recogieron la basura, hecho que sorprendió a los transeúntes, a la policía y a la sociedad internacional.
Las peticiones fueron solo tres: 1) Solicitar la libertad de los practicantes de Falun Dafa (más de 40) arrestados en Tianjin; 2) Poder realizar la práctica de Falun Gong sin interrupciones en los lugares de práctica con altavoces o chorros de agua a presión; y 3) Poder publicar el libro Zhuan Falun y otros de la disciplina sin más prohibiciones. Una apelación justificable y razonable.
Según la constitución china, todo ciudadano tiene derecho a libertad de expresión y de creencias, los cuales son derechos básicos. No obstante, los practicantes de Falun Dafa fueron privados de estos por dos o tres años antes, en secreto.
A pesar de que el primer ministro atendió las peticiones, el líder del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, no lo toleró y ordenó la creación de la Oficina 610, una agencia extrajudicial para perseguir a Falun Dafa. Ese mismo año, poco tiempo después, el 20 de julio, dictó a nivel nacional el ataque sistemático.
La destrucción de los valores tradicionales
El PCCh adoctrinó por décadas al pueblo chino, lo que hizo que muchos ciudadanos estuvieran en contra de los valores tradicionales como la lealtad, la honestidad, el respeto mutuo y la confianza. En su lugar se adaptaron al dogma comunista creyendo que le deben todo a este.
Fueron numerosas campañas políticas las que realizó el PCCh en contra de grupos minoritarios, lo que hizo que las personas con el tiempo desarrollaran una mentalidad de terror y odio que les provocó una actitud de combate, lucha y traición.
Las bases de la civilización china, siempre han partido de las altas conductas morales, ya que las personas siempre atendían a su conciencia manteniendo una buena conducta; esto les permitía disfrutar de estabilidad y prosperidad.
La ideología comunista promueve cosas como la lucha de clases, las mentiras y el odio, razón por la cual no podía permitir que un grupo de meditación pacífica contradijera sus “valores fundamentales”. Esto es lo que ha provocado violencia, obscenidad, productos falsos y todo tipo de caos.
En las últimas décadas, dos hechos han marcado el descenso de la moralidad en China. En 1989, la masacre de la Plaza de Tiananmen acabó con el espíritu de los intelectuales quienes solo deseaban ser responsables con su sociedad. En 1999, la persecución a Falun Dafa y sus principios de Verdad, Compasión y Tolerancia, destruyó el deseo y coraje de la gente de buscar la verdad, yéndose hacia abajo.
Nace una esperanza
El lavado de cerebro que ha venido ejecutando el PCCh, ha causado que la gente tenga miedo de oponerse al régimen. El aumento de la violencia, el suicidio y otros, aumentan cada vez más bajo este gobierno totalitario.
Gracias a la difusión de los valores tradicionales por parte de los practicantes de Falun Dafa, aplicando los principios de Verdad, Compasión y Tolerancia, su comportamiento es recto ya que son considerados hacia los demás, esforzándose en ser buenos ciudadanos.
Aunque la propaganda difamatoria y la persecución por parte del PCCh son brutales, eso no ha detenido los desinteresados esfuerzos de los practicantes por hablarles a las personas sobre Dafa (La Gran Ley) o exponer la naturaleza perversa del PCCh, conduciendo a los demás hacia un mejor porvenir.
La importancia de esta apelación pacífica de ese 25 de abril de 1999, era la de regalar a los demás una luz de esperanza en esta gran penumbra, a quienes sufrían y estaban desamparados.
Escrito por Darío Chaparro para VCS Radio.net con información de minghui.org
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