
10 minutos de lectura. El águila que no sabía quién era es un divertido cuento que puedes escuchar o leer a continuación:
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Cuentan que, en una ocasión, un águila iba sobrevolando por encima de una granja y sin darse cuenta, dejó caer uno de sus huevos. El huevo rodó por una pila de heno hasta ir a parar al corral de las gallinas, sin que estas tampoco se dieran cuenta. Una de ellas, al verlo tirado en el suelo, con sorpresa dijo:
Cua, cua, cua… cuaaaa, a qué hora se me ha resbalado este huevo, vamos para el nido que estas listo para ser empollado. Cuaaa, cuaaa, cuaaa.
Así pues, nunca supo que lo que en realidad estaba protegiendo era a una futura cría de águila.
Cuando todos sus huevos se rompieron y los pajaritos nacieron, la gallina al verlos se quedó muy sorprendida: ¡Pero que pasa aquí, este pequeño es muy diferente, te pareces más a un aguilucho!
Su plumaje era de color gris, la punta de las alas eran negras y en sus patas se podría apreciar unas oscuras y fuertes garras.
Comparado con sus otros polluelos, este era muy raro. Sin embargo, a pesar de su apariencia, la gallina con ternura lo acogió:
Voy a dedicarme a cuidarte como a los demás, con mucho amor. Gracias a que el instinto maternal de la gallina era muy fuerte, lo cubrió bajo sus alas sin reparar en sus diferencias.
Todos los pajarillos crecieron juntos. A menudo, el aguilucho sufría porque los otros pollitos se burlaban de él diciéndole:
¡kikiriqui, eres el más feo de todo el corral! Le dijo el hermano mayor
Esas plumas, son diferentes a las nuestras, le dijo el segundo pollo.
Tu pico, luce encorvado jejeje el mío es muy bonito. Agregó el menor de los polluelos.
Su mamá al ver la indiferencia y las burlas de sus hermanos lo consolaba:
No te preocupes, ya crecerás y cambiarás para ser más parecido a ellos. Pero el tiempo pasaba y el aguilucho, en vez de parecerse más a un pollo guapo, se veía más y más diferente.
Un día se encontraba fuera del corral, alejado de sus hermanos mirando como jugaban, cuando un águila desde lo alto lo vio y fue hacia él.
Pequeño, ¿qué haces en este lugar? ¿Por qué te comportas como pollo? le preguntó.
Pues, pues no ves que soy un pollo. Respondió el aguilucho extrañado.
¡Nooo, tú eres un águila! Mira que pico tan poderoso tienes, mira lo fuertes que son tus garras y lo magníficas que son tus alas. Eres una de las mejores aves del mundo y puedes volar a gran altura. Le dijo el águila
El aguilucho se quedó petrificado al escucharlo. Toda mi vida me han criado como pollo. ¿cómo creer que soy un pájaro tan poderoso?… cuando me siento el pollito más feo del mundo.
Vuela, le dijo el águila
No, ¿cómo voy a volar si jamás lo he hecho?
¡Vamos, tú puedes!
El aguilucho batió sus alas débilmente, se impulsó y se estrelló contra la hierba sin poder elevarse.
¿Ves? Te dije que no podía hacerlo.
El águila entonces lo tomó entre sus garras y lo llevó a la cima de una colina, la más alta de la región. Desde allí lo dejó caer y el aguilucho.
¡Qué, qué haces, me voy a caeeeer…! gritando de terror, comenzó a batir sus alas frenéticamente, hasta que sintió que la gravedad disminuye y él remontaba el vuelo de manera milagrosa.
¡Uyyy, que bien me siento, es muy divertido, puedo hacerlo!
¿Ya lo ves? ¡Puedes volar! ¡Solo necesitabas tomar la decisión y vencer tu miedo! le dijo el águila
Todos los días, en la mañana practicaba el vuelo, se volvió tan experto que realizaba fantásticas piruetas en el aire, las cuales eran celebradas por los demás aguiluchos de la región.
Desde entonces, el aguilucho nunca más volvió a sentirse solo, ni menos que los demás.
Cierto día regresó a buscar a su mamá gallina y muy emocionado y le dijo: Gracias por cuidarme con tanto amor, a pesar de saber que no era su hijo, ahora vivo en lo más alto de las montañas, allí estoy muy bien con mi manada, regresaré pronto a visitarte.
Ay, hijo cuánto has crecido y que independiente y fuerte eres. Le dijo con ternura su mamá adoptiva.
El águila extendió sus alas y levanto el vuelo hasta lo más alto, allí, donde había construido su nido, el lugar ideal para vivir y compartir con los de su misma especie.
Todos tenemos grandes talentos guardados dentro de nosotros para florecer, pero a veces la única manera de mostrarlos es atreviéndose a probar cosas nuevas y saltando al vacío. El miedo es tu peor enemigo cuando quieres salir adelante, ¡atrévete a ser diferente y no te avergüences de esas cosas que te hacen único!
Adaptación para radio por VCSradio.net al cuento publicado en maestrosypadres.com
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