Escrito por: Katteryne Chavarro Bautista
Médica Psiquiatra
Universidad Nacional de Colombia
Locución: Pilar Rodríguez
Ahora que las circunstancias nos obligan a estar en casa, a dejar nuestros empleos, la vida agitada, las obligaciones externas, el cuerpo comienza a sentir sensaciones y emociones que tal vez no sentíamos antes y las habíamos distraído con el exterior.
Los temas existenciales, los sentimientos, los conflictos, los dolores emocionales, los pendientes, eso que estábamos evadiendo con el corre-corre cotidiano, de un momento para otro llegan masivamente en oleadas, con una intensidad enorme, y somos sorprendidos por el miedo y el Pánico.
Porque es en soledad, en la quietud, que el cuerpo y la mente reclaman atención para sí mismos, para los asuntos internos, para afrontar nuestra verdad.
Desde el punto de vista psiquiátrico, el sufrimiento emocional o mental, se produce por NO poder expresar o ser consciente de lo que se siente. Desde pequeños nos condicionan a que debemos guardar nuestras lágrimas, nuestras angustias, a no molestar a los adultos, a mostrarnos siempre fuertes, a seguir la vía de los héroes que nunca sienten nada y pueden con todo.
No nos enseñan a reconocer la fragilidad, nuestra vulnerabilidad y menos aún a aprender a asumir los temas de muerte y separación. Temas que están siempre presentes a lo largo de la vida y no sabemos manejarlos.
Todos estos asuntos se prohíben, de esto no se habla, se reprime, alejándonos así de nuestra verdadera humanidad.
Lo que nos hace humanos es precisamente la capacidad de sentir una gama enorme, desde las emociones más dolorosas hasta las más sublimes.
Pero no estamos entrenados para asumir las emociones incomodas como el miedo, la angustia, la tristeza etc.
Son solo eso, emociones humanas, pero nadie quiere sentirlas.
Las personas que enferman de Trastorno de Pánico, condición en donde se siente la inminencia de la muerte, con muchas sensaciones físicas, o en general , Trastornos de Ansiedad, o simplemente personas que solo pueden tener la sensación de miedo, todos estos síntomas tienen que ver con que se ha guardado o reprimido a lo largo de su vida situaciones de riesgo o amenaza con miedos muy profundos; y ahora, el miedo colectivo actúa como un desencadenante , como un disparador de viejas emociones que se habían olvidado pero que estaban guardadas en el cuerpo.
Pueden ser memorias de infancia, pero también pueden ser memorias Transgeneracionales.
Para nosotros, los profesionales de salud Mental y para los Biodecodificadores, la manera de sanar es sintiendo en el cuerpo. Tomar conciencia de los pensamientos y las sensaciones incómodas desagradables, sensaciones que nos podrían llevar al peor escenario de nuestra vida:
Y, ¿cuál sería?
La muerte…la nuestra o de algún ser querido….
Pueden ser también otro tipo de miedos, como, dejar a nuestros hijos abandonados y huérfanos o miedo a la carencia económica, etc.
¿Qué es asumir?: es sentirlo en nuestro cuerpo e ir al primer momento donde vivimos esta sensación que seguramente fue en nuestra infancia. Fue en nuestro desarrollo que experimentamos tal vez situaciones reales de riesgo, desprotección, abandono, amenaza, las que quedaron guardadas en la memoria celular o en la inconciencia. Cuando de nuevo nos vemos enfrentados a una amenaza, esos mismos miedos, esas mismas sensaciones salen a la conciencia y la solución es aceptarlas, vivirlas, atravesarlas. Esto se llama AFRONTAR y cuando lo hacemos nos sanamos.
A veces estos miedos son tan grandes que los presentimos enormes y creemos que nos van a devorar; para esto existen los terapeutas que pueden acompañarnos para sentir.
Si los casos son extremos, hay muchas herramientas psicoterapéuticas, alopáticas y homeopáticas que nos ayudarían.
Algo que se puede hacer en casa, si las sensaciones corporales son muy asustadoras, es respirar por boca y nariz dentro de una bolsa de papel. Las personas con síntomas extremos de ansiedad, respiran muy rápido y barren con el C02 del cerebro, lo hiperoxigenan, aumentando sus sensaciones corporales y esto hace que sientan más miedo.
Cuando respiran en la bolsa, se dan cuenta que sus sensaciones se estabilizan, toman conciencia de su manera de hiperventilar y pueden aprender a manejar su respiración.
Cuando estamos en las sensaciones, ahí sí podemos caer en cuenta que es nuestro pensamiento que nos juega una mala pasada. Sin embargo, si nos decidimos a ir hasta la última consecuencia de estos pensamientos, que casi siempre terminan en la muerte, ¿que pasa?
¿Es el momento de preguntarnos qué pasa si muero?
¿Qué es lo peor de la muerte?
¿Qué pasa en mí, si muere alguien a quien amo?
Por alguna razón estos temas existenciales los estamos viviendo en colectivo, la vida nos está poniendo a afrontar lo que todos los seres humanos debemos afrontar en algún momento: la certeza de la muerte.
Pero, la sanación desde mi punto de vista, es sentir desde el cuerpo, expresarlo, compartirlo, escribirlo, conversarlo, sublimarlo a través de la música, el arte; no reprimirlo, ni guardarlo.
Si nos da la desesperación, permitámonos acompañarnos conscientemente en esa desesperación.
Vamos a descubrir que la desesperación es una manera de NO aceptar la realidad, una realidad que ya hemos vivido antes, pero no pudimos sentirlo conscientemente.
La realidad actual es el horror colectivo que contagia más fácilmente que el virus. Este es el contagio peligroso: El contagio del pensamiento. Porque la realidad es, que cuando asumimos la muerte, hay algo que descansa dentro de nosotros.
La sugerencia es revisar conscientemente nuestros miedos del pasado, y ya en paz con nuestras sensaciones, podamos acompañarnos a nosotros mismos en esta vida que se renueva con la muerte a cada instante.
Veamos el espejismo: solo son sensaciones del cuerpo y un pensamiento colectivo que dispara viejos pendientes que ya vivimos.
Música #1 – Tranquila