A través del cuento el niño y la luz aprendemos que las adversidades no son obstáculos insuperables, sino oportunidades para encontrar soluciones creativas y perseverar en la búsqueda de nuestros sueños
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Hace mucho tiempo había un niño de nombre Kang, que vivía en un pueblo muy lejano de la Antigua China. Sus padres eran humildes campesinos, quienes trabajando duro y privándose de todo tipo de lujos, habían logrado sacarlo adelante. No obstante, apenas tenían para comer y la casa en la que habitaban, era muy pequeña.
Aquella responsable pareja solo compartía un sueño. Hijo lo que más queremos es que estudies, para que puedas trabajar en la ciudad y te conviertas en un hombre importante. Le dijo su padre.
No queremos que tengas la misma clase de vida que llevamos nosotros, estudia para que tengas mejores oportunidades… sin tantas privaciones. Agregó su madre.
Sí, padres lo sé muy bien… muchas gracias, por eso procuro portarme bien y ser cumplido con los deberes en la casa y en la escuela.
Kant, siempre se había destacado por ser un alumno estudioso, cumplidor y muy inteligente, aunque conforme pasaba el tiempo era más difícil. De día, tenía que ayudar a su familia a trabajar el campo y solo podría estudiar hasta que se hacía de noche. Esto implicaba un gran inconveniente, ya que ellos no contaban con lámparas para alumbrar su diminuta cabaña.
El niño ya no sabía que hacer, ¡Sin luz es imposible leer y me voy a atrasar en mis clases ya que no podré cumplir con las tareas asignadas! Pensaba Kang muy preocupado.
Así nunca voy a poder aprobar mis exámenes, y mucho menos asistir a la universidad, ni trabajar en la ciudad.
Aquel año el invierno fue terrible, la nieve cubrió por completo los campos. Cierta noche, Kang se asomó a una ventana para mirar y se percató de que la nieve, era tan blanca e inmaculada, desprendía una luz suavísima y muy hermosa, que iluminaba tenuemente su habitación. Y él, que era tan astuto, decidió aprovecharla para ponerse a leer. Se colocó su abrigo, se calzó unas botas calienticas y salió en silencio, para no despertar a sus padres.
La nieve era tan espesa, que se tumbó sobre ella como lo hacía en su cama y abrió un libro. Gracias a esa luz que le proporcionaba la naturaleza, pudo repasar todas sus lecciones y aprendió muchísimo. No importaba que el frío fuese intenso, ni que sus manos se estuvieran congelando a tal grado, que le costaba pasar las páginas. Se quedó allí la noche entera y lo mismo hizo durante todas las noches de invierno.
Pasaron los meses. Un día, llegó la primavera y los rayos del sol calentaron la nieve hasta derretirla. Kang contempló con tristeza el paisaje, preguntándose… y ahora ¿cómo podré estudiar? no tendré la luz que me proporcionaba la temporada invernal.
Por la noche, después de cenar, no pudo conciliar el sueño; la preocupación no le dejaba descansar. Estuvo dando vueltas sin parar en la cama, hasta que:
Lo mejor es que me levante para ir a dar un paseo por el bosque. Al llegar allí, lo que vio lo dejó maravillado; cientos de luciérnagas brillaban en la oscuridad, celebrando la llegada de una nueva estación.
Kang se quedó anonadado… ¡Que hermoso espectáculo! y entonces, tuvo una idea fantástica.
¡Iré corriendo a casa para buscar mis libros y regresaré a este claro luminoso del bosque para estudiar! Allí, en medio de las brillantes luciérnagas, se sentó bajo un árbol y se la pasó leyendo hasta el amanecer. Jamás había estado tan feliz.
Así, noche tras noche, el chico se la pasó estudiando con ayuda de las diminutas criaturas. ¡Gracias a ustedes hermosas luciérnagas, he aprendido mucho más y me he convertido en el mejor estudiante de mi clase!
Cuando todos creían que su pobreza no le permitiría llegar lejos, él demostró que, con perseverancia, esfuerzo y optimismo, podía lograr cualquier cosa que se propusiera. Siguió estudiando de la misma manera durante años: en el invierno, leía con el reflejo de la luz sobre la nieve y en primavera, lo hacía mediante el resplandor de las luciérnagas.
Al crecer, asistió a la universidad y se convirtió en un médico sabio y muy solicitado. Era tan bueno en su profesión, que las familias más importantes de la sociedad demandaban sus servicios.
Padres gracias a su motivación a mis esfuerzos por estudiar tengo un importante trabajo, he hecho una gran fortuna, es hora de llevarlos a vivir en la ciudad, dentro de una casa muy confortable.
Dijo Kang con gran satisfacción.
Gracias, hijo por tu generosidad, pero lo que más nos alegra y nos llena de orgullo, es que hayas superado las dificultades y alcanzado tus sueños.
A pesar de las adversidades que se te puedan presentar, puedes llegar tan lejos como lo desees, siempre que estés dispuesto a estudiar con amor y disciplina, esforzarte con pasión, podrás alcanzar tus metas.
Adaptación para radio de VCSradio.net al cuento publicado en maestrosypadres.com
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