La historia de Siddhartha Gautama, un príncipe que renunció a su vida de lujo para buscar la verdad. Su viaje de transformación lo llevó a convertirse en el Buda, el Iluminado, y a compartir su sabiduría con el mundo.
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Conocido también como Buda, Siddhartha Gautama o Sakya Muni fue un príncipe indio que vivió cerca del año 563 a.C en la India Central.
Cuenta la leyenda que siempre opinaba que la vida humana en el mundo es un escenario o reino de sueños y ambicionaba tener una comprensión clara, exacta y completa acerca de la verdad del universo y la vida humana.
Siddhartha llega donde el rey Bimbisara
Después de abandonar su vida como príncipe y su reino en Kapilavastu, Siddhartha se dirige hacia la ciudad de Rajagrha, la capital del reino de Magadha.
La gente de aquel reino escuchó decir que el príncipe del reino de Kapilavastu había salido del hogar y llegado allí, la multitud de gente vació las calles e inesperadamente fueron a observar. El sonido del bullicio llegó al palacio del rey Bimbisara, quien, al enterarse de su presencia, decide ir personalmente a conocer al príncipe.
Estoy dispuesto a entregar la mitad del territorio del reino al príncipe y permitir que lo gobierne, o a concedérselo entero, no dudaría en considerarme el siervo del príncipe; o entregar las tropas al príncipe para que él mismo las mande atacar otro reino, ¡todo esto podría llevar a cabo para satisfacer al venerable!”.
El príncipe le respondió agradecido: “La buena voluntad del gran rey, hace que mi gratitud sea infinita; sin embargo, yo ya arrojé la posición de rey como unas sandalias rotas, ¿cómo podría querer la mitad del reino o la totalidad del mismo del gran rey, y aún más enviar una expedición para apoderarme del territorio de otras personas? La vejez, enfermedad, muerte y sufrimiento de la vida humana, no es algo que cualquier alta posición o riqueza pueda evadir.
Por lo tanto, para liberarme de la dolorosa raíz del nacimiento y la muerte, y liberar a toda la gente de la dolorosa raíz del nacimiento y la muerte, abandoné los placeres ilusorios, y busco la verdadera liberación.
Espero que el gran rey gobierne el país con ley recta, y haga que toda la gente viva en paz y felicidad, eso es lo que espero”. Diciendo esto rechazó agradecido al gran rey le explico su búsqueda de la verdad y la liberación del sufrimiento humano y luego se fue a buscar al inmortal Alara.
El rey Bimbisara juntando las palmas y derramando lágrimas dijo: “La aspiración del príncipe es amplia, su triste deseo es sincero, yo tampoco me atrevo a retenerle, solo espero que alcance pronto la iluminación, para que venga primero a salvarme a mí”. Luego vio marcharse en silencio al príncipe, y cuando ya no veía su sombra, regresó a su palacio.
El príncipe visita al inmortal Alara
El príncipe llegó al lugar donde habitaba el inmortal Alara. El inmortal lo invitó a entrar, lo confortó y le dijo: “¡Qué bien que hayas venido! Ya sabía las circunstancias por las que has pasado. Has sido capaz de abandonar de esa manera el honor y la gloria, e iluminarte lo más pronto posible, ¡es realmente difícil de hacer! Ahora puedes vivir seguro aquí, y cultivar el Dao diligentemente”.
El príncipe lo escuchó, y estaba muy contento. De inmediato le preguntó por la vía para liberarse del nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte. El inmortal le enseñó: “Si quieres cortar con la raíz del nacimiento y la muerte, primero una vez que hayas salido del hogar, tienes que vivir en un lugar tranquilo de las montañas y bosques, cultivar la abstención y aprender la concentración.
El príncipe preguntó más: “¿En qué momento el inmortal salió del hogar para cultivarse? ¿Cuán longevo es actualmente?”. El inmortal contestó: “Abandoné el hogar y comencé el camino de la cultivación cuando tenía dieciséis años (el camino de la tranquilidad), hasta hoy han pasado ciento cuatro años”.
El príncipe pensó en su corazón: “Él abandonó el hogar hace tanto tiempo, y lo que ha obtenido aún es solo esto”. Así que quiso despedirse y marcharse.
El inmortal vio que la sabiduría del príncipe era clara y aguda, su voluntad firme, así que le dijo sinceramente: “Espero que el príncipe alcance rápido la iluminación, y venga primero a salvarme a mí”. El príncipe visitó de nuevo al inmortal Alara, su reino era similar al de él, por lo que se marchó.
El príncipe se despidió y fue a buscar la vía de la liberación última.
Se cultiva solo y soporta sufrimientos, unas pastoras le ofrecen arroz
El príncipe portaba consigo pensamientos rectos, y se cultivaba esforzadamente, los cuervos y las urracas hacían nidos encima de su cabeza, los juncos se ponían atravesados encima de sus rodillas y tobillos, e igual que antes, su cuerpo y su mente estaban calmados, sin espantarse. Su figura se volvió delgada, como un árbol marchito.
El tiempo pasó rápido, sin darse cuenta pasaron seis años. El príncipe pensó en su corazón: “Pasar sufrimientos de esta manera tampoco es la vía última para la perfección. Sin comer nada, el cuerpo no se siente bien, y no hay manera de cultivarse. Para cultivarse en el mundo, el cuerpo es muy importante”.
Después de seis años de ascetismo extremo y prácticas austeras, ya con treinta años, Siddhartha se da cuenta de que este camino no lo llevará a la iluminación.
Recupera su fuerza física comiendo una simple ofrenda de arroz de unas pastoras locales y se dirige hacia la montaña Jiasu, donde decide buscar la iluminación en soledad.
Artículo escrito por Margarita Restrepo para VCSradio.net con información de Minghui.org
CONTINUARA…
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