El presidente Javier Milei asegura que la raíz del problema argentino es moral y que la cultura se ha transformado en propaganda. La vicepresidente Villarruel lo respalda y afirma que el adoctrinamiento en la educación viola los derechos humanos
En una extensa publicación en sus redes sociales, el presidente Javier Milei abordó la batalla cultural que se vive en Argentina, analizando el concepto de “Gramsci Kultural” y su impacto en la sociedad.
El texto, titulado “Desarmando el Gramsci Kultural”, comienza con una referencia al teórico marxista italiano Antonio Gramsci, quien sostenía que para implantar el socialismo era necesario introducirlo desde la educación, la cultura y los medios de comunicación. Milei argumenta que esta estrategia ha sido implementada con éxito por el kirchnerismo a lo largo de las últimas décadas, lo que ha derivado en una decadencia moral y económica del país.
El presidente asegura que la raíz del problema argentino no es político ni económico, sino moral. “Este sistema está podrido y por donde se lo toca sale pus, mucha pus, muchísima”, afirma. Milei sostiene que la cultura se ha transformado en propaganda, al servicio del poder político, y que esto ha generado una sociedad cínica y decadente.
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«Cuando uno expone la hipocresía de cualquier vaca sagrada de los progres bienpensantes, se les detona la cabeza e inmediatamente acuden a todo tipo de respuestas emocionales y acusaciones falsas y disparatadas con el objetivo de defender a capa y espada sus privilegios», dijo el presidente.
Y amplió su argumento señalando que, por lo tanto, «no sólo quedan expuestos aquellos que reciben privilegios de los políticos en términos de remuneraciones no validables en el mercado» sino también aquellos «políticos, gobernadores e intendentes que se valen de los recursos aportados por los pagadores de impuestos para hacer propaganda política».
Y agregó: «Por supuesto también los seres más miserables de la política aparecen en busca de alguna ventajita que se apalanque en lo políticamente correcto (aunque en el fondo implique un acto violento)».
En este sentido, Milei aseguró que «cualquiera sea la columna que se denuncie del edificio de Gramsci, los receptores de privilegios de las otras dos saldrán en su auxilio».
«Lo más maravilloso de la batalla cultural llevada a la política versada sobre el principio de revelación es que cuando uno señala las vacas sagradas del edificio de Gramsci, automáticamente genera una línea de separación entre los que viven de los privilegios del Estado y las personas de bien», añadió Milei.
En su escrito, Milei arremete contra los artistas que defienden al kirchnerismo, como Lali Espósito. Asegura que estos artistas reciben privilegios del Estado a cambio de su apoyo político, y que su producción cultural no es más que propaganda. “Si una producción cultural depende del favor del Estado, el resultado no va a ser un arte contestatario”, afirma.
La vicepresidente Victoria Villarruel respaldó la publicación de Milei. En un comentario, señaló que el adoctrinamiento en la educación viola los derechos humanos de los niños y que “ningún adulto puede utilizar su posición de superioridad como docente para influir, adoctrinar o ideologizar”.
El texto de Milei ha generado un intenso debate en las redes sociales. Sus seguidores aplauden su valentía por enfrentar al “establishment” cultural, mientras que sus detractores lo acusan de demagogia y de querer imponer una visión única del mundo.
Más allá de las controversias, la publicación del presidente pone de relieve la importancia de la batalla cultural en la Argentina. El debate sobre el rol del Estado en la cultura, la educación y los medios de comunicación es fundamental para el futuro del país.
El debate sobre la batalla cultural en Argentina está lejos de terminar. El texto de Milei es una contribución importante a este debate, que es fundamental para el futuro del país.
Artículo escrito con información de Mundo Libre Diario
Foto de portada: Presidente Javier Milei. (Imagen de Flickr)
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