4 minutos. En esta narración, Buda da una lección de perdón ante la mezquindad y la envidia de su malvado primo.
Historia del Buda y su malvado primo
Aunque el Buda era reconocido en su época como el hombre más justo y sabio sobre la tierra, no por eso dejaba de tener malquerientes, envidiosos de su fama y de su misma sabiduría. A todos ellos los trataba con igual compasión que a sus fieles seguidores, pues en su corazón no cabía ni la ira ni el resentimiento.
Entre los personajes que lo miraban con recelo, destacaba Devadatta, un primo suyo que constantemente trataba de desacreditarlo y de conjurarse contra él.
Pero como el Buda no hacía caso de sus continuos ataques, y así mismo la gente no le prestaba demasiada atención, viéndolo como un ejemplo de resentimiento, un día decidió que la única forma de tranquilizar su espíritu era matando al Buda.
Así fue como, en cierta ocasión, lo siguió durante uno de sus acostumbrados paseos por el campo, en los cuales solía meditar poniéndose en contacto con la naturaleza. En un momento dado, el sendero por donde caminaba el Buda se internó entre unos barrancos solitarios.
Comprendiendo que esta era su oportunidad, el malvado Devadatta se adelantó, esperándolo en un recodo, en el cual, en lo alto del barranco se encontraba una enorme roca. Tan pronto vio venir a su odiado pariente, empujó la roca a su paso para arrebatarle la vida. Pero la enorme piedra se desvió, cayendo a un lado del Buda, con lo que se frustró su intento. Aunque el Buda observó lo sucedido, continuó serenamente su camino, con una leve sonrisa en los labios.
Algunos días más tarde, el Buda caminaba por la aldea con varios de sus discípulos, y de repente se cruzó con su mezquino primo. Éste lo miró, intimidado al pensar que posiblemente iba a sufrir represalias.
Pero a cambio de eso, el Buda lo saludó con afecto, como si nunca hubiera existido el terrible atentado.
Sin poder comprender esta actitud, Devadatta se detuvo ante el Buda, y le preguntó:
-Venerable, ¿no estás enfadado conmigo?
-Por supuesto que no, querido primo.
Lleno de confusión y asombro, Devadatta insistió:
-Pero, ¿por qué? Otro en tu lugar seguramente estaría muy irritado.
Mirándolo pacíficamente, el Buda le contestó:
-Hay una explicación muy sencilla: ni tú eres ya quien arrojó la roca, ni yo soy el que se encontraba allí cuando ella fue arrojada.
Cuento anónimo indio adaptado para VCSradio.net
Narración: Javier Hernández
Imagen de portada: Carlos Morales Galvis
Tema musical: Sheng Shi – música sin derechos de autor
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