
Invasión a la colonia es un divertido cuento que enseña sobre el buen uso de la tecnología y que puedes escuchar o leer a continuación:
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INVASIÓN A LA COLONIA
Esta historia sucede en un lugar muy lejano, en donde una comunidad de hormigas vive en su hermoso castillo reluciente y ordenado, lleno de ventanitas por donde se les ve entrar y salir, en organizadas filas con sus provisiones de semillas y hojitas para prepararse para la llegada del invierno.
Un día al amanecer, el suelo vibraba brrrr, brrrr, brrrr… ellas iban de un lado para otro, sus cuerpos saltaban y sus antenas se chocaban unas con otras…. Asombrada, la colonia salió apresurada a ver qué sucedía.
Justo junto a su castillo, les habían instalado una antena… muy pero muy gigante, de colores rojo y blanco. Formaron un gran círculo en torno de ella; abriendo sus grandes ojos y sus pequeñas bocas se miraron con gran sorpresa. ¡Ooooh! de aquella salían incontables hilos de color negro que se dirigían a los castillos de las colonias vecinas. Con disciplina y gran rapidez hicieron una larga hilera y con pasos firmes emprendieron su marcha para indagar y satisfacer su curiosidad.
Se acercaron muy cuidadosas para no ser descubiertas… -¡mmmm ajaaa!- corearon al ver a las hormigas de la colonia vecina muy concentradas en unos pequeños aparatos que sostenían en sus manos y que iluminaban sus rostros que emitían gestos de: risa, enojo y miedo.
¿Qué era eso que atrapaba su atención?
-Parece como una calculadora. – Dijo una obrera y otra agregó:
-Nos serían muy útiles para llevar la contabilidad de las provisiones que guardamos en la bodega. –
A lo lejos otra compañera gritó: -O pueden ser aparatos de comunicación. –
La que estaba a su lado complementa: -Sí, eso nos ayudaría mucho para llamarnos y darnos información cuando estamos lejos las unas de las otras. –
Más atrás se escuchó otra voz: -Tal vez sea algo de entretenimiento y eso también nos sería útil para divertirnos cuando estamos aburridas sin trabajo que hacer. –
Tras estos intentos de explicación todas las hormiguitas se emocionaron y empezaron a suplicar a la reina que les trajera esos fantásticos dispositivos para hacer cuentas, comunicarse y entretenerse. La hormiga reina con gran preocupación no quería aceptar algo tan desconocido, pero ellas seguían rodeándola con caras de emoción gritando en coro: -Por favor, por favor, por favor…-
La reina, no muy contenta, les indicó con los brazos que se detuvieran y exclamó:
-Está bien, mañana mismo emprenderé un viaje a la ciudad para traer los aparatos. –
Todas celebraron gritando, saltando y abrazándose… ya que por fin traerán la tecnología como las colonias vecinas.
La reina cumplió su palabra y temprano en la mañana salió con una fila de las hormigas más fuertes de la colonia. Al atardecer toda la colonia estaba sentada afuera del hormiguero esperando el regreso de la expedición y a lo lejos empezaron a ver la fila de hormigas que regresaban a casa cargando las pesadas cajas.
Con muchos riesgos y esfuerzo atravesaron caminos empedrados, cuidando que sus aparatos llegaran en buen estado…caminaban, descansaban y continuaban con su pesada carga.
Llegaron al nido. Las demás hormigas habían dispuesto una de las bodegas de los alimentos para las nuevas pantallas… estaban muy felices, aplaudían, pues la modernidad había llegado a su castillo. Hubo unas cuantas que los novedosos aparatos no las cautivaron y decidieron marcharse a otro lugar.
Al día siguiente, se levantaron temprano. Casi no habían dormido de la emoción y se enfilaron frente a la bodega para recibir cada una su aparato. Cuando se les entregaba, una luz iluminaba sus rostros y se iban apartando del grupo hacia un rincón para concentrarse en conocer su nuevo dispositivo.
El silencio se apoderó del castillo. Ya nadie hablaba con nadie y nadie miraba a nadie. Solo se comunicaban con textos enviados desde sus aparatitos. Al anochecer las luciérnagas observaban como las entradas de los hormigueros ahora se veían iluminadas. Se miraron muy extrañadas. – ¡Qué raro! –
En los días siguientes no se les veía salir a sus actividades diarias; malgastaban el tiempo. Pasaban las horas frente a sus pantallas; la comida empezó a escasear: las semillas, las frutas, las verduras y las carnes, se habían agotado. El orden en el castillo se veía afectado pues ya ninguna obrera quería trabajar y si lo hacían parecían cumplirlo a regañadientes.
Ya no querían realizar sus labores y de una gran apatía se habían contagiado… las hormigas adultas no atendían a sus pequeños hijos…
¡Mamita escúcheme…quiero comidita tengo mucha hambre!
Entre sollozos los pequeños querían atraer su atención…pero ellas, les ponían una pantalla en las manos para mantenerlos entretenidos. Se habían vuelto pálidas, delgadas y muy desarregladas. Sus cuerpos ahora estaban encorvados, sus antenas caían sobre sus rostros y su temperamento había cambiado. Siempre estaban irritadas, malgeniadas por todo lo que significara cosa diferente a la atención a las pantallas.
La reina entró en gran preocupación; la modernidad había traído problemas a su comunidad. Se habían contaminado de una fuerte pereza y se alejaron de sus obligaciones: se levantaban muy tarde, ya no hacían equipo para trabajar. En su castillo todo era desorden y suciedad.
¡Obreras…llegó el invierno y ustedes no cumplieron con la recolección de los alimentos! Manifestó la reina,un tanto enojada.
Un fuerte aguacero inundó sus castillos, todas salieron flotando y a sus aparatos les salían chispitas, sus pantallas se les apagaron y una nube de humo salió volando.
Todas reaccionaron y se volvieron a mirar a la cara. Descubrieron que mal se veían y hasta les costó volver a pronunciar palabras. La reina las reunió y dijo:
-Trajimos tecnología para ayudarnos con las labores diarias, pero no la supimos utilizar y terminó alejándonos y dañando nuestro estilo de vida. Ahora debemos volver a empezar, hay que construir un nuevo castillo, volver a recolectar comida y volver a hablarnos y mirarnos como la comunidad que somos. Y en cuanto a la tecnología, vamos a conservar un par de aparatos que usaremos solo para la contabilidad y las comunicaciones… y bueno, de vez en cuando podemos usarlos para entretenernos, pero su uso será regulado. ¡Manos a la obra! Hay mucho que hacer. –
Toda la colonia empezó a trabajar de nuevo, unas hormigas empezaron a construir, otras traían cargas de comida y poco a poco fueron volviendo las sonrisas y las conversaciones. Aprendieron la lección y hablaron con sus amigas de las colonias vecinas, previniéndolas para que no arruinaran su vida.
Escrito por: Consuelo Blanco Mejía