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Johannes Brahms el compositor que transformó la adversidad en gloria, es uno de los exponentes más importantes del siglo XIX. Sus obras combinan el sentimiento cálido del período romántico con el control de influencias clásicas; siendo reflejo del balance perfecto entre lo conservador y la innovación.
Johannes Brahms, nace en una humilde familia en Hamburgo – Alemania, el 7 de mayo de 1833. Su padre era un músico que interpretaba varios instrumentos especialmente el contrabajo y la trompa, su madre 17 años mayor que su esposo, era costurera.
El pequeño Johannes empezó a ir a la escuela a los seis años. Sin embargo, no tardó en abandonar los estudios para dedicarse exclusivamente a la música. El acontecimiento fue incentivado por el padre; de quien recibió sus primeras clases de música y observó que el niño poseía el llamado “oído absoluto”; es decir la facultad de identificar mentalmente con precisión todas las notas musicales. El descubrimiento tuvo lugar cuando comprobó que su hijo había inventado un sistema de notación para transcribir sus primeros ensayos creativos.
Llevaba la música en la sangre, así que el padre consiguió que Otto Cossel fuese su maestro de piano, sin recibir ninguna remuneración. Además, la modesta casa de los Brahms carecía de piano. Para solucionar este inconveniente, acudía con frecuencia a practicar el instrumento, en una fábrica de pianos en donde le fue concedido tal permiso.
A los nueve años, sufre un accidente provocado por un carruaje de caballos que lo atropella, eventualidad de la que logró recuperarse por completo. Para celebrarlo, ofrece su primer concierto público a los diez años con un éxito apoteósico.
Ante la situación económica precaria de su familia, el adolescente Brahms ayuda a solventar el inconveniente, dando clases de música y tocando incesantemente el piano en cafés y salones de baile locales. Tal actividad, afectó seriamente su salud, debido a la atmósfera recargada de los cafés.
Tal circunstancia, animó a un amigo de su padre el ofrecerle la oportunidad de tomar un largo descanso, en una granja situada en Winsen, a las afueras de Hamburgo a cambio de dar clases de piano a su hija. invitación que el adolescente Brahms aceptó. Allí, permaneció una buena temporada, en la que además de recuperar su salud, pudo completar su formación cultural, gracias a la extensa biblioteca que había en el lugar. Incluso, dirigió el coro de la localidad en el que se interpretaron sus primeras composiciones.
Finalizado el verano ya con 14 años de edad, Brahms regresó a Hamburgo en donde continuó con su formación musical ahora con el pianista Eduard Marxsen, alternándola con su trabajo musical nocturno en los cafés, dando lecciones de piano y haciendo arreglos de música popular.
En 1850, Brahms conoció al violinista húngaro Eduard Reményi, quien lo acercó al mundo de las canciones de danza gitana. Brahms quedó tan cautivado con los ritmos y melodías de esta música siendo su inspiración para las 21 danzas húngaras, que originalmente escribió para piano. Fue así, como Reményi y Brahms realizaron varias giras de conciertos exitosas.
En 1853, Brahms conoció también al célebre compositor, pianista y crítico musical Schumann, quien luego de escuchar parte de sus composiciones, quedó asombrado por el talento del joven compositor. Schumann se percató entonces, que estaba en presencia de un genio. Desde entonces lo promocionó con entusiasmo, escribiendo elogiosos artículos en la revista que dirigía y recomendándolo a los editores.
De regreso a Hamburgo en 1853, Brahms a sus 20 años llegó precedido de una merecida fama, al haber escrito Schumann a su padre Johann Jakob; anunciándole que su hijo iba a ser un gran compositor. Con el tiempo, Brahms se convirtió en uno de los principales compositores de la época; su reconocimiento se extendió por toda su Alemania natal y más allá de ella.
En 1862, se instaló definitivamente en Viena, dedicándose por completo a la composición; como era su deseo, con una producción de gran variedad de obras que incluyen sinfonías, música de cámara, piezas para piano, órgano, voz y coro. Brahms era un perfeccionista y solo algunas de sus obras se publicaron, ya que él mismo destruyó aquellas que consideraba no estaban a la altura de sus exigencias. Dentro de sus obras se destacan sus cuatro sinfonías, Obertura del festival académico, Réquiem alemán, Danzas húngaras, entre otras.
Fue receptor de varios premios y reconocimientos, como: “Socio de la Academia de Artes de Berlín” en 1874, “Doctor Honorario de la Universidad de Cambridge” en 1877, “Doctor Honorario de la Universidad de Oxford” en 1881. Se le concedió además, la “Cruz del Mérito” de Prusia en 1885; fue nombrado “Ciudadano honorario de Hamburgo” en 1889.
Cuando contaba con sesenta años, manifestó haber llegado al final de su actividad creativa. Sin embargo, las obras de este último período son impresionantes por su magnificencia; la última de ellas publicada: “Las Vier Ernste Gesänge” (Cuatro canciones serias).
La salud de Brahms se vio muy afectada en 1896 y el 3 de abril de 1897 murió de cáncer de hígado. Fue enterrado junto a Beethoven y Franz Schubert, honrado por Viena y todo el mundo musical.
Sin duda alguna, Johannes Brahms, el compositor que transformó la adversidad en gloria entregó su vida a su arte. A través de su genio, dedicación y esfuerzo, convirtió la adversidad en un mundo sublime, dejando un valioso legado musical que ha traspasado las edades, generación tras generación.
Redacción: Claudia Franky, para VCSradio.net
Audio:
Obra: Danza húngara N° 5 en sol menor
Compositor: Johannes Brahms
Artista: Orquesta Filarmónica de Berlín · Herbert Von Karajan
Compositor: Johannes Brahms
Festival de Karajan – 1960
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