11 Minutos. La pesadilla de Carola es un divertido cuento que enseña sobre la importancia de nuestros padres y el respeto hacia ellos. Puedes escucharlo o leerlo a continuación:
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LA PESADILLA DE CAROLA
Carola estaba tumbada en el sillón de su casa muy aburrida, aun en piyama.
– Mamaaa, no sé qué hacer – dijo perezosa.
– Puedes pintar un dibujo y después colorearlo o leer un cuento -contestó su madre mientras planchaba la ropa.
– No quiero, pintar tampoco leer, me aburre – dijo Carola.
– Ya sé – dijo su madre. Puedes jugar a las peluqueras y hacer una bonita trenza a tu muñeca.
– No quiero, eso me aburre también – protestó de nuevo la niña.
– Llama a María, y juegan a algo – dijo impacientándose de nuevo su madre.
– No quiero; ayer me enfadé con ella – contestó la niña haciendo una mueca.
Su madre la miró preocupada dejando de planchar. Carola se pasaba todo el día aburrida, protestando por todo y viendo en la televisión dibujos animados.
– ¿Por qué no sales con la bicicleta al jardín? – dijo su madre intentando animar a la niña reanudando su tarea.
– No quiero; me aburre montar en bicicleta – dijo estirándose perezosa en el sofá sin mirarla siquiera.
Su madre estaba cada vez más preocupada por el comportamiento de Carola.
– Mañana iremos a pasar el día al campo y nos bañaremos en el río – dijo.
– No quiero ir al río, me pican los mosquitos, hace mucho calor y además no sé nadar. – ¡Qué asco!
– ¡Iremos a pasar el día al campo! – dijo su padre por la noche. ¡Te guste o no! Y Carola se fue protestando muy enfadada a la cama, sin querer cenar.
– ¡Yo no quiero irrr, buuuua!
Al día siguiente llamaron a Carola que se levantó de la cama protestando de nuevo.
– ¡Los odio! ¡Siempre me están fastidiando! – dijo lloriqueando. – ¡Quiero tener otros padres! ¿Por qué no me dejan vivir en paz? Y salió de la habitación metiendo mucho ruido, sin desayunar.
Pero esta vez sus padres no estaban dispuestos a ceder a sus caprichos y continuaron hablando entre ellos sin prestar atención a sus palabras.
Durante el trayecto en el coche apenas hablaron. Llegaron a un lugar precioso donde había una verde pradera, un río de aguas transparentes y una zona de arboleda por donde sobrevolaban coloridas mariposas y se escuchaba el trinar de los pájaros. Era el sitio ideal para pasar el día.
Sus padres empezaron a jugar a la pelota, en medio de carcajadas y la llamaron:
– ¡Carola hija, ven a jugar!
Pero la niña se quedó de brazos cruzados mostrando su enfado y pensando que eran unos padres horribles que no la querían y, con ese pensamiento se sentó apoyada en el tronco de un árbol y en medio de su mal genio se quedó profundamente dormida, tanto era su enojo, que en medio de un sueño le contestó con enojo a sus padres:
– ¡No quiero ir, me aburro! ¡Es un rollo tenerlos como padres! Siempre me están obligando a hacer cosas que no quiero. ¡Me quiero ir de esta casa!
Y entonces ocurrió algo que Carola no esperaba. Su madre dijo:
– Muy bien hija, si es eso lo que quieres te ayudaré a preparar el equipaje.
Carola siguió a su madre. Extrañada vio cómo abría la puerta de su armario y descolgó uno de sus vestidos, el más hermoso. Lo dobló cuidadosamente y lo metió en una pequeña maleta; luego metió una chaqueta, calcetines y unos zapatos. Por último, eligió unas braguitas y una camiseta de interior y cerró la cremallera.
-Aaaah, también necesitarás estos arreglos para recogerte el cabello. –
– Ya está – dijo. Y, se volvió ofreciéndole con indiferencia la maleta.
– Toma, esto es todo, lo que vas a necesitar-
– Te pondré un bocadillo por si te da hambre esta noche – habló sin volverse a mirarla.
– ¡Luis! -llamó al padre – Ven a decir adiós a Carola que se va a buscar unos padres mejores que nosotros.
Su padre entró en la habitación, la abrazó y acompañándola a la puerta dijo:
– ¡Qué te vaya muy bien cariño!
Entonces Carola empezó a llorar en silencio y, cuando quiso darse cuenta, oyó un fuerte portazo y se vio en la calle.
– ¡No me quiero ir, mamá, papá buaaaaa – dijo sin disimular su llanto, aporreando la puerta!
– ¡No me quiero ir, buaaaa – gritaba llorando! – ¡No quiero buscar otros padres buaaa!
– ¡Carola, Carola! – decían sus padres zarandeándola nerviosos. ¿Qué te pasa hija? ¡Despierta! Le dijo su madre.
Muy angustiada abrió los ojos, sus padres la abrazaban y miraban asustados. Su rostro estaba enjuagado por las lágrimas… se sintió muy aliviada al ver que solo había sido, una terrible pesadilla.
Se dio cuenta que ellos siempre se habían preocupado por ella, que la querían mucho y se estaba portando muy mal.
Abrazó a los dos todavía llorando y les dijo:
_ ¡Papá, mamá los quiero! Por favor disculpen mi mal comportamiento.
¡Quiero que juguemos a la pelota! ¿Me acompañan por favor?
Por Supuesto hija, ve, corre tras ella, alcanzala jajajaja
¡Jajajaja, va muy rápido, es divertido! Decía Carola entusiasmada.
Sus padres se miraron contentos. No sabían qué había hecho cambiar a la niña de comportamiento, pero, desde ese día, Carola fue mucho más obediente y amable, siempre dispuesta a colaborar y a realizar sus tareas con agrado y dedicación. Nunca más volvió a ser caprichosa. Además, daba muchos besos a sus padres.
Todo lo cambió una horrible pesadilla.
Adaptación para radio de VCSradio.net al cuento: La pesadilla de Carola, publicada en guiainfantil.com