
6 minutos de lectura. Quienes tienen inquietudes espirituales se preguntan muchas veces dónde pueden encontrar la sabiduría y el conocimiento. Pero simplemente hay que saber buscarlos. Escuchemos una historia sobre esto.
Un joven, deseoso de emprender el camino de la búsqueda y la sabiduría espiritual, inició una larga marcha por un bosque retirado, esperando ser aceptado como discípulo por un reconocido eremita.
Era este un anciano que durante muchos años se había apartado del mundo caótico y habitaba en una remota cueva, donde practicaba la profunda meditación durante largas jornadas.
Tan pronto como, después de fatigosos días de camino solitario, el joven aspirante se encontró ante su presencia, pudo sentir la paz que emanaba del sabio anciano.
Un poco temeroso de ser rechazado, se acercó tímidamente en silencio, y cuando pudo apreciar que el eremita había puesto su atención en él, le expresó su deseo de seguir el camino del crecimiento espiritual.
-Venerable maestro -le dijo-, desde cuando era muy pequeño me he interesado por los temas espirituales. Ahora que me encuentro ante su presencia, entiendo más aun el sentido de mi búsqueda, y quisiera ser admitido como su humilde discípulo.
El anciano lo miró unos instantes y viendo la sinceridad de sus palabras, decidió ponerlo a prueba para iniciarlo en el conocimiento del ser.
Días después, en un momento de descanso, el muchacho le dijo a su maestro:
-Hay algo que nunca he podido entender. Tú me has dicho que el verdadero conocimiento se encuentra dentro de nosotros mismos. Siendo esta una verdad tan liberadora, ¿por qué la mayoría de la gente no busca la respuesta en su propio interior?
El sabio maestro sonrió levemente y sentándose, le dijo:
-Voy a relatarte una pequeña historia. Tu sabes que los ciervos almizcleros exhalan un fuerte perfume desde su interior, el cual puede ser percibido a una buena distancia de donde se encuentran. Pues bien, en alguna ocasión uno de aquellos ciervos, al llegar a la edad adulta percibió ese intenso aroma, lo cual le produjo una gran curiosidad.
-Constantemente se preguntaba de dónde podía provenir tan agradable aroma, el cual parecía seguirlo a todas partes. A partir de su descubrimiento casi no podía atender un asunto diferente a encontrar el origen de tan dulce olor.
-A medida que pasaban los días, el envolvente perfume se volvía, cada vez más, una obsesión para aquel ciervo. Tan pronto se levantaba, emprendía la búsqueda, por entre la maleza, en la verde hierba, debajo de las rocas, pero su búsqueda era infructuosa pues no podía hallar el origen de la penetrante fragancia.
-Entonces pasaron los años, hasta cuando el desdichado ciervo se hizo muy viejo y aún no podía descubrir de dónde procedía ese bálsamo. Jamás pudo entender que el misterioso olor emanaba de él mismo. Así fue como, antes de exhalar su último suspiro, se lamentó por no haber encontrado la fuente de aquel intrigante y perfecto aroma.
El sabio maestro hizo una pausa y suspiró profundamente. Los altos árboles dejaban filtrar entre sus ramas la suave luz del sol de la tarde. El silencio era roto apenas por algún pajarillo que entonaba su alegre trino en la distancia. el joven alumno callaba, comenzando a entender.
-Como puedes apreciar –terminó el maestro-, la mayoría de la gente busca aquello que con tanto ahínco desea conocer, recorriendo todos los rincones del mundo. Suben montañas, bajan a los ríos, caminan por las sabanas, agotando sus días y sus noches. Pero nunca se les ocurre que tan preciado tesoro reside en sus propios corazones.
Cuento anónimo oriental adaptado para VCSradio.net.
Imágen de portada: Carlos Morales G.
Narración: Javier Hernández
Música: Relaxing meditation – Envato
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