La avalancha de cambios que experimenta la sociedad actual deja poco espacio para evaluar los posibles efectos que estos podrían tener a largo plazo. No obstante, su inminencia no puede ignorarse.
Tal es el caso de los, aún incomprensibles, cambios de género que sacuden el normal desarrollo de muchos niños y adolescentes en el mundo. ¿Cómo aparecieron? ¿Son consecuencia de una anomalía social? ¿Hasta dónde avanzarán?
El reconocido periodista estadounidense, Doug Mainwaring, no duda en prender las alarmas con respecto a ese fenómeno, y argumenta ampliamente sobre el fin hacia el cual se dirigen esas mutilaciones y medicaciones perpetuas que condena a un creciente número de niños.
“Las poblaciones occidentales están siendo condicionadas – ‘preparadas’- para aceptar más fácilmente el transhumanismo a través de la floreciente industria de la transexualidad”, advierte Mainwaring, y señala que ese fin es aún más macabro.
Tomando a la transexualidad como la rampa de acceso al transhumanismo, se va normalizando la “disociación corporal”.
La periodista, Jennifer Bilek, señala que la infraestructura política-empresarial-ONG (Organizaciones No Gubernamentales)-legal-académica que impulsa la “disociación corporal” es “descomunal”, agregó que hay mucho dinero en ello y que “es espantoso, es terrorífico”.
También se involucran en esta campaña los principales medios de comunicación, Hollywood e incluso la actual Casa Blanca, Nashville y los productores de cerveza, “y la forma de hacerlo es crear esta ideología que dice que puedes elegir tu sexo”.
La transgenderista y transexual, Martine Rothblatt, sostiene: “Todo el que esté vivo durante la época de la fusión plena de la humanidad con la computación estará siempre vivo (si lo desea) a través de un sustrato informático”, al ilustrar el sueño de esta ideología que podría convertirse en una pesadilla genocida.
Es de considerar que justamente las características que acoge el sistema, la innovación, y la dinámica del consumismo propician la llegada del Posthumanismo.
Paradójicamente, al transhumanismo se le recubrió con una connotación ‘positiva’, cuando justamente lo que implica en última instancia es la desaparición de lo humano, y la de los principios universales que lo animan.
Así, “nuestro comportamiento, lenguaje, y razonamiento ya han sido altamente influenciados por los postulados del transhumanismo”, de acuerdo con el profesor Ferran Sánchez Margalef, quien hace notar que esa misma narrativa hace ver el ‘conservadurismo’ como algo anacrónico, retrógrado.
En este sentido, Sánchez llama a la prevención, de manera que el transhumanismo no nos envuelva como especie en su ‘telaraña’ de efectos irreversibles, para evitar lo que sería un auténtico ‘desastre.
No hay que perder de vista que este movimiento busca la creación de condiciones para controlar la libertad de elección que implica la modificación o programación de los seres humanos…”, pero a nosotros nos corresponde establecer límites que nos permitan darnos cuenta de la clase de programación que queremos para nuestras vidas, si es eso lo que realmente deseamos.
Las implicaciones éticas de esta tendencia transhumanista prácticamente se pasan por alto, y se ignora el desarrollo de las virtudes, de la fe, y la responsabilidad espiritual inherente del ser humano para consigo mismo, y ante la divinidad que le dota de vida.
Escrito por José Hermosa para VCS Radio.net.
Locución, Ignacio Lo Bello
Imagen de portada: Representación de un robot. (Toma de pantalla: YouTube/Afterlife).
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