Los Seis Ciegos y el Elefante

7 minutos. En una retirada cabaña habitan seis ciegos, y una tarde reciben la visita de un hombre sabio y su elefante. Veamos qué sucedió a continuación.


Los Seis Ciegos y el Elefante

En una remota región de la India, hace muchos años, un hombre sabio había emprendido camino hacia una ciudad sagrada. Para ello, iba a lomo de un elefante, lo cual le aliviaba el pesado viaje. Cierta tarde, viendo que se aproximaba la noche y sabiendo que debía atravesar una zona selvática, decidió parar para dejar descansar a su fiel paquidermo.

Pensando en esto, observó al lado del camino una vivienda modesta, junto a la cual se hallaba un granero bastante espacioso. De modo que dejó al elefante en el granero y se acercó a la vivienda para pedir alojamiento, mientras pasaba la noche.

Una vez golpeó la puerta, salieron seis jóvenes hermanos.

-Buenas tardes, buen hombre, ¿qué desea? –preguntó el que parecía ser el mayor

-Buenas tardes, jóvenes –repuso el sabio -. Vengo a rogar vuestra hospitalidad. Debo pasar la noche con mi elefante, y necesito alojamiento y alimento para los dos. Tan pronto amanezca seguiré mi camino.

-Será un placer servirle, -le contestó otro de los jóvenes-. Pero nos causa mucha curiosidad, ¿qué es un elefante?

-¡Oh! Parece que nunca han visto uno –repuso el sabio-. Debo decirles que es un animal fascinante, una de las maravillas de la naturaleza. Pero ahora ya está muy oscuro y no lo podrían apreciar bien. Mañana, con los primeros rayos del día podrán admirarlo. Seguro van a quedar deslumbrados.

-La oscuridad no es un problema para nosotros –dijo riendo otro hermano-. Todos somos ciegos, de modo que el día o la noche nos son indiferentes. Vayamos ahora mismo.

Entonces, entendiendo este argumento, el sabio aceptó inmediatamente.

Tomando una lámpara de aceite que le ofrecieron los hermanos, el hombre los precedió hacia el granero, mientras ellos, excitados, especulaban cómo debía ser el extraño animal. Tan pronto como llegaron, se pusieron en fila para admirar al elefante ordenadamente. Se acercó el más pequeño, y tocando las patas, dijo sorprendido:

-¡Caramba! Este animal es como unas columnas de granito.

En seguida, el otro hermano tocó la cola, y sin dudarlo contradijo al primero:

-Te equivocas, hermano. Es como una cuerda, pero muy dura y flexible a la vez.

El tercer joven, sin perder el tiempo, tocó la trompa y exclamó:

-¿Una soga? ¡qué locura! Este elefante es más bien como una de esas lianas que cuelgan de los árboles cerca al río. ¡No me cabe duda!

El siguiente se aferró a las orejas del animal, y después de repasarlas un momento, dijo:

-Veo que ninguno ha comprendido. Es más bien como un delantal de cuero.

Siguió el quinto joven, quien tocó un colmillo.

-No entiendo por qué te parece un delantal –comentó-. Definitivamente, es como un tubo metálico, y no parece nada flexible.

Finalmente, el sexto hermano, queriendo entender tanta divergencia, tocó la barriga y expresó:

-Parece que siempre soy yo quien debe decir la última palabra. Este elefante no es nada de lo que ustedes han dicho. Es, más bien, como una pared.

Enseguida comenzaron a discutir acaloradamente, explicando cada quien lo que había podido comprobar, sin que nadie cediera en sus argumentos. A medida que expresaban sus razones iban alzando la voz, y finalmente solo se escuchaba una gran algarabía.

El sabio, que había permanecido apartado observándolos con gesto impasible, decidió, al oír los gritos, que ya debía intervenir. Acercándose, les dijo en voz alta para que pusieran atención:

-¡Por favor!, ¡cálmense! Todos tienen razón y ninguno la tiene.

Sorprendidos, preguntaron al unísono:

-¿Qué está diciendo?

-Lo que les digo es que ninguno tiene toda la verdad, sino una parte de ella. Si dejan de gritar sin escucharse, uniendo la parte que cada uno observó, podrán tener la imagen exacta del elefante.

Entendiendo de repente lo que el sabio les decía, callaron un momento, sintiéndose avergonzados. Deliberaron unos momentos en voz baja, y entonces, el hermano mayor habló:

-Gracias, por sus palabras. Está bien que somos ciegos, pero sabemos reconocer a un hombre sabio en cuanto lo escuchamos. Ahora hemos comprendido lo que nos quiso decir y creo que ya todos tenemos la idea de cómo es tu elefante.

Reflexión: La verdad parece distinta según el ángulo desde el cual se observe. Pero si somos capaces de apreciar los diferentes aspectos, encontraremos que la verdad siempre es una sola.  


Cuento anónimo indio adaptado para VCSradio.net

Portada: Carlos Morales G. para VCSradio.net

Tema música: fife-feature-lowlands-awaytrenton-from-the-george-washington-show-78.

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