Una entrenadora personal de 25 años, a quien un médico le dijo que tenía “el peor acné que había visto”, logró recuperarse luego de seis meses de una variedad de tratamientos.
Emily Keel, de Portsmouth, dijo que padecía de acné quístico severo desde que cumplió 12 años, informó el Daily Mail.
Keel contó que probó de todo, desde dietas sin gluten ni lácteos, terapia de luz, exfoliaciones químicas y antibióticos. Sin embargo, nada funcionó.
Más tarde le recetaron un tipo de medicamento llamado isotretinoína, y dijo que mejoró su estado.
Keel compartió en Instagram, “Me siento como yo otra vez y es la mejor sensación del mundo. Todavía no puedo creer que solo haya seis meses entre la primera y la última foto”.
“Rara vez miro hacia atrás las fotos de mi piel en su peor momento porque es como mirar a una persona diferente”, dijo Keel, añadiendo que “me esforcé tanto por ser fuerte y valiente, pero me costó mucha energía. Era el cascarón de lo que soy ahora”.
Según WebMD, el acné “puede persistir durante años” y puede dejar cicatrices permanentes.
“El acné quístico ocurre cuando esta infección penetra profundamente en la piel, creando una protuberancia roja y sensible que está llena de pus. Puede doler o picar. Si un quiste estalla, la infección puede propagarse, causando más brotes”, dice el sitio web. Añade que los adolescentes a menudo sufren de esta afección.
Keel dijo que cuando estaba en la escuela, se burlaban de su apariencia.
“Extraños en la calle me han preguntado qué le pasa a mi piel. Incluso con mi pareja, Charles, a veces pierdo la confianza cuando mi piel está realmente mal”, dijo en enero de 2019.
Hablando con la BBC, contó que todos los días, “solo quería despertar y ver que realmente se había despejado”.
Entretanto, mientras visitaba a médicos por su piel, uno le dijo que su piel era la peor que había visto en su vida.
“Fue muy doloroso viniendo de un profesional médico; me sentí muy decepcionada”, comentó, según el Mail. “Pensé que debía poder manejar mejor las situaciones o saber que puede a afectar la salud mental de alguien”.
El estrés de tener un acné excesivo llevó a Keel a dejar su trabajo como entrenadora personal.
“Al trabajar en el gimnasio cuando mi acné estaba empeorando, pienso que estaba realmente consciente de que no estaba siendo un buen modelo a seguir”, compartió. “Estaba tan cohibida que no quería dar más clases, no quería estar delante de la gente todo el tiempo”.
Mientras trabajaba en el gimnasio, “sentía que la gente me juzgaba y pensaba que no llevaba un estilo de vida saludable”, recordó. “Fue un círculo vicioso, especialmente cuando uno tiene la presión de pensar que también debe verse de cierta manera en el trabajo”, concluyó Keel.
Redacción Jack Phillips para La Gran Época