12 minutos de lectura. El mito de Narciso es quizá uno de los más conocidos de la mitología griega. Esto se debe, posiblemente, a que explora el alma humana como pocas historias saben hacerlo.
El mito griego de Narciso ha llamado la atención durante siglos, por representar uno de los rasgos más inquietantes del alma humana. Pero en nuestro tiempo, se observa claramente cómo aquello que se quiso simbolizar con dicha historia, se ha convertido en uno de los mayores signos de la decadencia de la sociedad actual.
Narciso, la tragedia del amor a sí mismo
Existen varias versiones de la historia de Narciso, siendo las más antiguas las griegas. Pero es la versión del romano Ovidio, en su libro “Metamorfosis”, la más conocida.
Allí encontramos a Narciso como hijo del dios del río Cefiso y la ninfa Liriope. Inquieta por el futuro de su hijo, Liriope pregunta al adivino Tiresias, si Narciso vivirá largo tiempo. El vidente le contesta en forma enigmática que podrá vivir una larga vida, mientras no se conozca a sí mismo.
De esta forma, Narciso se convierte, con el correr del tiempo, en un joven de una belleza perturbadora. Pero el muchacho desprecia a todas sus admiradoras, pues su enorme orgullo no le permite tener afecto por ninguna.
Mientras tanto, en lo profundo del bosque, vive la ninfa Eco. Ella había sido castigada por la diosa Hera, y se encontraba condenada a solo poder repetir la última palabra que escuchaba, siéndole imposible mantener una conversación.
Cierto día, Narciso salió a cazar ciervos a dicho bosque, y mientras caminaba descuidadamente, fue visto por la ninfa Eco. Inmediatamente, seducida por su belleza, ella comenzó a seguirlo a cierta distancia, sin intentar acercarse.
De repente, ante un ruido involuntario de ella, Narciso se volvió preguntando: “¿quién anda ahí?”. Pero ella solo pudo repetir: “ahí, ahí”. De esta forma entablaron un corto y confuso diálogo, mientras él la miraba sin mucho interés. Entonces, ansiosa por no poder expresar el gran amor que ya sentía, Eco se acercó con los brazos abiertos, esperando un abrazo.
Pero él la rechazó desdeñosamente, como solía hacerlo. Dándole la espalda continuó su camino, dejándola consternada y dolorida. Abrumada por la tristeza regresó a la cueva donde habitaba, y allí se consumió lentamente, hasta que solo quedó su voz, extraviada en el bosque.
Entonces Némesis, la diosa de la retribución divina, al enterarse de lo ocurrido a Eco, decidió tomar venganza por ella.
Por tal hecho, un tiempo después, Narciso regresó a ese bosque para cazar. Sintiéndose agotado, se recostó al lado de un lago de aguas cristalinas. Deseando calmar la sed, se inclinó para beber, pero al ver el reflejo de su rostro en el agua, inmediatamente quedó enamorado de esa imagen.
Trató de acercarse para besar tan hermoso rostro, pero éste en seguida desapareció. Intentó esto una y otra vez, infructuosamente. Comenzó entonces a sentir el desespero de no alcanzar el objeto amado, hasta que pudo entender que se trataba de su propio reflejo.
Cuando comprendió lo imposible de su amor, roto el corazón y abrumado por la tristeza, se quitó la vida.
Después de esto, se dice que incluso en el reino de los muertos buscaba su amada imagen en las oscuras aguas de la laguna Estigia, sin poder alcanzar jamás el objeto de su amor.
El narcisismo desde siempre
El amor desmedido por sí mismo ha existido desde cuando tuvimos conciencia de nuestra humanidad. Por eso, no es extraña la creación del ‘mito de Narciso’ en la antigua Grecia, una civilización que tuvo la capacidad de conocer las profundidades del alma humana antes que ninguna otra.
La historia enseña cómo Narciso se muestra incapaz de lograr empatía con ningún ser humano, pues su excesivo orgullo y vanidad no le permiten entregar nada de sí. Él solo espera ser admirado, y su egoísmo le cierra los ojos para no ver algo valioso en otra persona.
Esto hace que sea indiferente al dolor que pueda causar y, por el contrario, este dolor, le parece uno de los homenajes que recibe por su incomparable belleza.
Pero como en esta vida todo tiene una retribución, (Némesis en muchos aspectos se corresponde con el karma oriental), finalmente Narciso sucumbe, víctima de su propio afán de mostrarse inalcanzable, aun para sí mismo.
El Narcisista actual
La educación y cultura actuales, que dan valor a la autopromoción y la individualidad, con las nuevas ideologías, han creado seres sobrados de sí mismos, con derecho a todo por el solo hecho de existir. No hay que esforzarse pues sienten que se merecen todo.
Ahora alcanzar la belleza arrolladora para que todos se admiren es muy fácil. Las redes sociales se encargan de reforzar este tipo de pensamiento distorsionado; los likes de las selfies, los comentarios elogiosos y el éxito en juegos virtuales producen personas ególatras.
Como están enamorados de sí mismos, se vuelven esclavos de su imagen, centrados solo en ellos. Esto los incapacita para reconocer al otro, para sentir empatía, y para amar. No se pueden entregar a una relación por miedo a perder su libertad, su belleza y el interés público.
Su actuar se reduce a mirarse una y otra vez, contemplarse en el espejo, tomarse fotos, cambiar su foto de perfil, buscar poses seductoras, imágenes inéditas y únicas, etc. Crean excentricidades para mostrarse interesantes y más deseables aún.
En conclusión, la cultura actual ha inflado el ego de una forma exagerada. La arrogancia y soberbia los lleva a despreciar hasta a sus progenitores y maestros, y exigen un trato especial. Nadie debe hacerlos sentir mal porque hasta acuden a la justicia para que se les reivindique su orgullo.
Todos estos rasgos toman el total control de la mente de la persona originándole algunos problemas. Como necesitan la validación externa, si otras personas lo critican o rebajan su superioridad, se vuelven iracundas, violentas y deprimidas, llegando a hacer cosas extremas para llamar la atención o atentando contra sí mismas.
El narcicismo social
Al juntarse uno y otro narcisista alrededor de una ideología o creencia, podemos hablar de narcicismo colectivo o social. Esto es aún más peligroso porque estos pensamientos de grandeza se alimentan y potencian. El grupo se idealiza como algo inmenso e invencible. Si sienten amenazada su superioridad, reaccionan de forma violenta.
¿Nos espera la laguna Estigia?
Todo esto no es más que un espejismo. Las ‘tendencias’ son una quimera que necesariamente desaparece tan pronto se agite el agua. Y, cuando esto suceda, ¿Cuántos tendrán la suficiente solidez para seguir con la vida?
Seguramente muchos van a sucumbir. Porque, esa vanidad y egoísmo que florecen incontenibles en todos los ámbitos, están creando seres vulnerables, incapaces de soportar la frustración. La depresión es parte del comportamiento social.
Hoy, más que nunca, debemos conocer el triste final de Narciso, para no seguir sus pasos. Porque, así como en el inframundo él siguió buscando aquello que solo era un reflejo en el agua, podemos vernos condenados por siempre al espejismo de nuestra imagen egoísta.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Música de fondo: Phillip Traum and the Moral Sense – The Hidden People
Imagen de portada: Narciso, de Caravaggio – fragmento
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