6 minutos. En 1972 la guerrilla Sandinista de izquierda derrocó la dictadura de Somoza en Nicaragua. Pero se convirtió en un régimen peor que el que derrocó.
En 1979, después de 42 años de dictadura de la familia Somoza en Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tomó las riendas del poder. El grupo guerrillero, con un amplio apoyo popular, instauró un gobierno que en un principio se vislumbró como salvador; pero con el tiempo se convirtieron en un régimen peor que el que ellos derrocaron.
La ilusión no duraría mucho: después de un período de ajuste, en el que se convocaron elecciones y hubo alternancia del poder entre el FSLN y la Unión Nacional Opositora (UNO), en 2006 Daniel Ortega, uno de los líderes del FSLN ganó las elecciones y desde entonces se ha mantenido en el poder, valiéndose de toda clase de artimañas.
En un proceso que cada día lo acerca más al dictador Somoza, Daniel Ortega ha instaurado una satrapía que controla todas las ramas del poder nicaragüense. Junto con su su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, y sus hijos al mando de los medios de comunicación, no permite ningún atisbo de rebeldía. En su mandato ha acumulado una gran fortuna, tal vez emulando a Somoza, quien en su tiempo llegó a ser uno de los hombres más ricos del continente.
Pero no solo se trata de dinero. En 2018 se produjeron una serie de levantamientos, por el descontento acumulado del pueblo nicaragüense después de años de dictadura. El gobierno reprimió duramente las protestas y después de 300 muertos, todo volvió a la calma.
Este 7 de noviembre se celebraron las elecciones más caricaturescas que se han conocido recientemente.
Después de encarcelar a 39 opositores, 7 de ellos candidatos presidenciales, y de manipular todos los controles, Ortega fue elegido por cuarta vez consecutiva por el 75% de los votantes. Claro está que, según el observatorio independiente Urnas Abiertas, la abstención alcanzó el 81,5%. Esto era de esperarse, pues sus verdaderos rivales estaban, o en la cárcel o exiliados.
Después de toda esta mascarada vinieron los esperados apoyos de Irán, Cuba, Venezuela, Bolivia y Rusia, y el rechazo de casi toda la comunidad internacional, incluyendo al nuevo presidente peruano, también de izquierda.
China, como siempre, calla. Pero sabiendo que el Partido Comunista Chino acaba de celebrar 70 años de dictadura, no se puede esperar que critique a quien apenas lleva 15 años.
Pero Daniel Ortega no es el único caso de la región. La dictadura chavista en Venezuela ya nos acostumbró a sus maniobras burdas para mantenerse en el poder, con el apoyo de sus aliados conocidos. Caso similar ocurre en Bolivia.
Todas estas tretas de Ortega se producen en un intento por mostrar una legitimidad que no existe. Convocan a unas elecciones amañadas, y al no existir contrincantes reales, juntan dos o tres de papel para crear una imagen surrealista de legalidad, pero esto solo produce el repudio general.
Como resultado, se trata de simples dictaduras llamadas socialistas, las cuales se ocupan de todo menos del bienestar social de los pueblos que subyugan.
Cerca de 7 millones de venezolanos han tomado el duro camino del exilio, huyendo de la pobreza y la represión.
Miles de ciudadanos de Nicaragua se han refugiado en otros países, especialmente en Costa Rica, por las mismas razones. Y no olvidemos a los cerca de 1’700.000 cubanos (14,6% de la población) refugiados en el exterior, principalmente en EEUU.
Todo lo anterior nos muestra un cuadro demasiado inquietante para ignorarlo.
Argentina y Perú ya se inclinaron por gobiernos de izquierda y, aunque no han llegado a esos extremos, es sabido que los planes del socialismo siempre consideran la opción de quedarse indefinidamente en el poder.
Aunque el gobierno peruano apenas está instalándose, el de Argentina lleva ya un largo tiempo, con resultados cada vez más desalentadores.
Por su parte, Chile y Colombia se encuentran a la expectativa de unas elecciones inciertas. Con casos similares de violentas manifestaciones convocadas por una izquierda cada vez más fuerte, se enrumban a tomar una decisión trascendental en las urnas.
Chile toma el primer turno este 21 de noviembre, con un empate en las encuestas entre el candidato de derecha José Antonio Kast y el izquierdista Gabriel Boric.
Colombia hará lo propio en mayo de 2022. Actualmente el ex guerrillero de extrema izquierda, Gustavo Petro, lidera las encuestas. Pero debemos recordar que, en alguna ocasión dijo que su plan de gobierno requería 20 años para ser desarrollado. Creo que estamos avisados.
Queda pendiente el caso de México, con el ambiguo López Obrador, quien fue elegido como presidente de izquierda. De acuerdo a su ideología ha dado apoyo permanente a Cuba y a Venezuela; pero se cuida muy bien de no contrariar demasiado a su vecino del norte. Por esto, sus políticas económicas se mueven en una línea delgada de estatización, aunque a la espera del apoyo de EEUU, tan necesario para la economía mexicana. Pero, finalmente, da la impresión de que, como a todos los izquierdistas, lo que realmente le interesa es el poder por siempre.
Finalmente, deberíamos empaparnos de lo que ocurre en Nicaragua, para que podamos conocer, en su versión más cruda, el verdadero rostro de estos gobiernos totalitarios. Los manejos descarados de Daniel Ortega pueden parecer a muchos una especie de payasada; pero los miles de muertos, desplazados y pobres generados por tal régimen están muy lejos de ser un chiste.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto de portada: Wikimedia Commons
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