Científicos de la Universidad de Washington rocían sal marina en la atmósfera para investigar si las nubes más brillantes pueden combatir el cambio climático.
En un esfuerzo sin precedentes por combatir el calentamiento global, los científicos atmosféricos comenzaron a rociar sal marina en aerosol en la atmósfera desde Alameda, California, el 3 de abril. Esta iniciativa, parte del Programa Marine Cloud Brightening (MCB) de la Universidad de Washington (UW), busca determinar si las nubes más brillantes pueden reflejar más luz solar hacia el espacio, contrarrestando así el efecto invernadero.
Los científicos detrás del MCB, Robert Wood y Sarah Doherty, esperan que este experimento ayude a comprender mejor el impacto de las partículas atmosféricas, conocidas como aerosoles, en la reflectividad de las nubes. “Las pruebas sólidas demuestran que las reducciones de emisiones de los barcos a partir del 2020 contribuyeron en parte al reciente calentamiento anómalo del Atlántico Norte”, dijo Wood. “Esto resalta el poderoso efecto que estas pequeñas partículas pueden tener en las nubes y la absorción de la luz solar por la Tierra”.
El experimento, que se extenderá hasta finales de mayo, se lleva a cabo a bordo del USS Hornet, un portaaviones retirado convertido en museo. Los investigadores utilizarán rociadores especiales para dispersar millones de partículas microscópicas de sal marina en la troposfera, observando cómo reaccionan las nubes estratocúmulos.
Si bien la iniciativa ha sido elogiada por su potencial para mitigar el cambio climático, también ha generado preocupación por sus repercusiones y la falta de regulaciones sólidas en torno a la geoingeniería, la intervención deliberada en los sistemas naturales para contrarrestar el cambio climático.
Preocupaciones por la geoingeniería y la falta de regulación
Algunos expertos, como el profesor emérito Ian Clark de la Universidad de Ottawa, advierten sobre los peligros de la geoingeniería sin una supervisión adecuada. “El peligro radica en que se realicen experimentos atmosféricos dentro de las regulaciones actuales, lo que sugiere que estas son bastante débiles”, dijo Clark. “Las regulaciones para futuros experimentos que liberen aerosoles en la estratosfera, donde podrían permanecer más tiempo y tener impactos más severos, son cruciales”.
Shuchi Talati, directora ejecutiva de la Alliance for Just Transition on Solar Geoengineering, también expresó su inquietud por la falta de transparencia y participación pública en el experimento. “Existen innumerables interrogantes e incertidumbres en la SRM”, dijo Talati. “Dado que este experimento se mantuvo en secreto hasta su inicio, es fundamental que se establezcan mecanismos claros de participación pública que incluyan a diversos actores”.
Un paso hacia la comprensión, pero se necesitan más investigaciones
A pesar de las preocupaciones, el experimento MCB representa un paso importante para comprender los efectos de los aerosoles en las nubes y su potencial para combatir el cambio climático. La información recopilada durante este proyecto será fundamental para evaluar la viabilidad del MCB como una herramienta viable para la mitigación del cambio climático.
Sin embargo, es crucial que la investigación y el desarrollo en este campo vayan acompañados de un diálogo abierto y transparente con la sociedad, así como del establecimiento de marcos regulatorios sólidos que garanticen la protección del medio ambiente y la participación equitativa de todos los sectores. Solo así podremos avanzar de manera responsable hacia un futuro más sostenible.
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