6 minutos de lectura. En estos momentos la atención del mundo se vuelca hacia el conflicto de Rusia y Ucrania. Mientras tanto, China observa con atención y se prepara para sacar ganancias.
Aunque el régimen chino y la Rusia de Putin han tenido una estrecha relación desde hace años (los dos se han reunido más de 25 veces), recientemente los acercamientos han sido mucho más evidentes.
Recordemos que, durante la inauguración de los juegos olímpicos de invierno de Beijing, este año, Vladimir Putin fue el invitado estrella entre las personalidades internacionales.
En esa oportunidad, los dos líderes pudieron dejar en claro una vez más el mutuo apoyo que se ofrecen ante el desafío que significa para ambos la presión constante de EEUU. Este apoyo recíproco es tan evidente, que se filtró la supuesta solicitud de Xi Jinping al líder ruso para que pospusiera la invasión a Ucrania, para después de las olimpiadas.
Pero más allá de esta amistad incondicional, es claro que se encuentran los intereses propios de cada líder.
Desde hace años, Xi Jinping está entregado a la tarea de llevar a su país hacia la supremacía mundial. Gracias a esto, hoy día China es la segunda potencia mundial económica y su influencia se extiende cada día por el globo.
Rusia por su parte se encuentra en el proceso de recuperar la influencia que perdió después de la caída de la Unión Soviética. Y como parte de esta meta, ha estado recuperando territorios que considera propios, los cuales poseen riquezas naturales que le son necesarias.
Por otro lado, la actitud errática que ha seguido EEUU recientemente, ha permitido que los dos líderes estrechen aún más los lazos de cooperación.
En realidad, el conflicto de Ucrania va mucho más allá de una simple disputa territorial. Especialmente para el régimen chino, se trata de una oportunidad para agilizar su carrera hacia convertirse en una potencia realmente influyente.
Por esto, la actitud del China ante el conflicto es ambigua. Por una parte, muestra su apoyo a Putin criticando fuertemente las sanciones económicas que se le han impuesto a Rusia, tildándolas de presiones indebidas.
Estas críticas las hace sin ningún sonrojo, después de que impuso unas sanciones similares el año pasado a Lituania; esto, solo por el hecho de anunciar que se abriría una Oficina de Representación de Taiwán en Vilna.
No obstante, tampoco se ha atrevido a criticar abiertamente las medidas de occidente sobre Rusia, desafiándolas frontalmente. En esta situación, Xi camina por el filo de la navaja, sabiendo que sus intereses económicos en Europa y EEUU son demasiado sensibles para su crecimiento.
Entonces, ha mantenido una distancia prudente, ofreciendo el apoyo que puede brindar a Putin, sin acarrear para sí las sanciones de EEUU o la OTAN.
Por ejemplo, podría establecer un banco rebelde para ayudar a mover el dinero ruso. Esto ya lo hizo anteriormente con Corea del Norte e Irán, pero no se atreve a hacerlo.
Así mismo, Rusia tiene 140.000 millones de dólares en bonos chinos, los cuales podría cobrar. Tal medida ayudaría a Rusia a sobreaguar en medio de la crisis, aunque sin salvarlo de la debacle económica.
La otra situación que se presenta es la expulsión de los grandes bancos rusos del sistema de pagos y mensajería Swift; esto hace que las transacciones rusas queden completamente bloqueadas en todo el mundo; esto le imposibilita el intercambio comercial.
Aunque esta medida es una de las más agresivas contra Moscú, también genera una campanada de alerta a muchas naciones que mantienen relaciones tensas con occidente. Sin embargo, esta puede convertirse, en el mediano plazo, en una oportunidad de oro para China, por la siguiente razón:
Desde hace tiempo, países como Arabia Saudita habían mostrado interés en comerciar con yuanes para sus exportaciones de petróleo a Beijing. El yuan, ciertamente no es una moneda demasiado influyente en el comercio mundial. De hecho, la misma China efectúa casi todas sus transacciones en dólares.
Pero también es cierto que muchos resienten la hegemonía del dólar durante ya tantos años. Y entendiendo que los lazos comerciales de China ya abarcan todo el planeta, no debe estar lejos de la imaginación del líder chino la posibilidad de imponer su moneda.
Por otro lado, paulatinamente se han ido conformando dos grandes bloques geopolíticos, por un lado, con China, Rusia, Irán y sus aliados, y por el otro EEUU con Europa y países como Canadá, Australia y Japón.
Cuando el régimen chino entendió el conflicto ucraniano, se apresuró a mejorar las relaciones con sus vecinos de Asia Pacífico, con miras a blindarse, tanto económica como militarmente.
Esto sucede en un momento en que amigos y enemigos perciben que EEUU está regido por un gobierno débil y vacilante y que, ante la situación de Ucrania, no ha tenido el liderazgo suficiente para convertirse en el primer interlocutor de Putin, delegando esta función a líderes europeos.
Todo lo anterior nos deja ver cómo, sin ser demasiado notorio, el verdadero ganador del conflicto podría ser Xi Jinping. En medio de la crisis, ha tenido el tiempo y la tranquilidad para tomar medidas que le permitan sacar ventaja.
Pero no es fácil. China aun depende de la tecnología occidental para sacar adelante sus proyectos. Y los dólares y Euros también son imprescindibles para su crecimiento. Pero ya el líder chino ha mostrado suficiente astucia para que entendamos que no dejará pasar una oportunidad como la que se presenta hoy día.
Es muy fácil imaginarse a Xi Jinping rodeado de sus asesores, estudiando cada una de las medidas tomadas por occidente, y sus efectos en el resto del mundo. Mientras la OTAN y EEUU muestran sus cartas abiertamente, China observa silenciosamente y solo deja ver su cara de póker.
Escrito por Carlos Morales para VCSradio.net
Foto de portada: Wikimedia Commons
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