¿Qué espera a China bajo 5 años más de mandato de Xi Jinping?


6 minutos de lectura. Xi Jinping fue elegido por tercera vez para un período de cinco años. Esto nos trae a la mente la gran incógnita: ¿Qué le espera al pueblo chino bajo su mandato?


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El pasado 23 de octubre culminó en Beijing el 20° Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh). El evento más importante de dicho congreso fue la elección por tercera vez, de Xi Jinping como Secretario General del PCCh, por un período de cinco años.

Con esto, Xi se convierte en el dirigente más poderoso de China después de Mao Zedong. Y es que lentamente, el líder chino ha ido consolidando un poder que a estas alturas ya nadie se atreve a cuestionar.

Pero este hombre, que prácticamente rige como emperador del país más poblado de la tierra, no siempre fue favorecido por la suerte.

Es sabido que, a la edad de 13 años, en plena revolución cultural, su padre fue purgado y encarcelado. Cuando el régimen de Mao decidió enviar a los jóvenes de las ciudades al campo, Xi fue destinado a la provincia de Yan’an.

Allí trabajó en los oficios más duros, desde los 15 a los 22 años, viviendo en una cueva con otros compañeros de aprendizaje.

Pero estas experiencias, lejos de debilitarlo, le formaron un carácter realista y taciturno. Gracias a su insaciable afán de lectura y conocimiento, logró ingresar a la Liga de la Juventud Comunista, donde inició su carrera política.

Cuando su padre fue rehabilitado, le dio un impulso a su carrera, mientras Xi no perdió tiempo en crear lazos enfocándose en el ascenso dentro de las líneas del Partido. Desde un comienzo tuvo claras sus metas y no se desvió nunca del cumplimiento de esos objetivos.

Su personalidad extremadamente pragmática le permitió adaptarse a las circunstancias, con un bajo perfil mientras ascendía evitando hacer enemigos.

Así, después de ir tras los pasos de su padre, siguió de largo en una carrera que nunca se ha detenido. Así mismo, desde cuando llegó al poder en 2012, ha trazado unas metas para el país que llegan hasta muchos años delante del nuestro.

Todo esto nos revela a un personaje inflexible en sus convicciones, adaptable a las circunstancias, pero que no se desvía del camino trazado. Pero no por todo esto deja de ser un hombre que comete errores y, en un momento, puede seguir un camino equivocado.

Por eso mismo, durante estos diez años hemos visto cómo ha emprendido campañas de limpieza en el partido, como la lucha contra la corrupción, en la cual derribó poderosos líderes como Zhou Yongkang o Bo Xilai, condenándolos a cadena perpetua.

Pero todo esto no se trató solo de perseguir la corrupción. También estaba involucrada la lucha contra facciones enemigas. Estos dos personajes eran aliados del exlíder Jiang Zemin, quien aún mantiene una mano fuerte dentro del Partido.

Por lo tanto, durante este proceso, Xi Jinping ha ido consolidando un poder cada vez más absoluto, que le ha permitido llegar a las instancias actuales, siendo elegido por tercera vez consecutiva.

Sin embargo, como todo buen líder comunista, teme que los ciudadanos piensen por su cuenta.

Por eso, Xi no admite el activismo de los ciudadanos y mantiene un férreo control sobre las religiones, reporteros y todo tipo de personas que puedan tener iniciativas. Esto está visto como una competencia al liderazgo, y, por lo tanto, un desafío inaceptable.

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Pero, la promesa de convertir a China en una nación rica y fuerte se cumple, en su modo de ver el mundo, mediante la disciplina y la obediencia al régimen de un solo partido.

Aunque muchas de las ideas que ha implantado van en contravía de Mao, Xi exige la veneración a su antecesor. Por lo tanto, el enorme retrato de Mao permanece en la Plaza de Tiananmen, como recordatorio de su presencia, siniestra para tantos chinos en el pasado.

De todos modos, no puede negarse que, durante el período del mandato de Xi, China ha visto expandir su influencia por el mundo en forma exponencial. Desde las grandes potencias hasta los países más olvidados, todos de alguna manera han adquirido deudas con el gigante asiático.

Moviéndose en el competido mundo del comercio capitalista, muchas empresas chinas crecieron hasta convertirse en gigantescos monopolios. Xi Jinping ha logrado manejar hábilmente el libre mercado, sin abandonar la ideología comunista ni perder el poder ante las grandes empresas surgidas en su país.

Por supuesto, el hecho de convertir a China en una potencia con enormes intereses en el mundo, ha generado tensiones permanentes con muchos países. Y esto, en el camino hacia la supremacía, no deja de ser un obstáculo.

Por lo tanto, Xi Jinping debe mantener un cuidadoso equilibrio entre las provocaciones y los gestos amigables. Para la mayoría de los analistas es claro que él no llevará a China hacia una confrontación como lo hizo Putin con Rusia.

Pero, el rostro inescrutable del líder chino no permite revelar cuál es su verdadero pensamiento. Repetidamente asegura que solo desea la paz, pero constantemente deja ver sus ambiciones expansionistas en medio de los conflictos con sus vecinos asiáticos.

De todos modos, detrás de todas sus actuaciones se encuentra implícita la meta de llevar a China hacia el primer lugar como potencia mundial.

En su discurso ante el XX Congreso aseguró que la China moderna tendrá dos fases: de 2020 a 2035, con el “cumplimiento básico de la modernización socialista”, y de 2035 hasta 2050, cuando se cumplirá la “transformación en un país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y bello”.

Esta es una retórica que, aparte de ser muy positiva, no menciona con claridad cómo logrará tan hermosas metas. Sin embargo, parece que él sí lo tiene muy claro.

No obstante, China está viviendo momentos difíciles, con un abismo cada vez más grande entre ricos y pobres. Pero el rígido control estatal no parece permitir una rápida movilización social hacia la riqueza, como se dice en las promesas de futura prosperidad.

De manera que esta es la gran incógnita: ¿podrá Xi Jinping sostener la ideología comunista del partido único? Se está viendo que el capitalismo controlado férreamente por un gobierno autoritario, tiene unas limitaciones demasiado fuertes.

De modo que los desafíos internos, sumados a las tensiones externas, pueden convertirse en un problema inmanejable para el gobierno chino. Y cuando esa situación llegue a un límite, tal vez veremos el verdadero rostro del impasible Xi Jinping.

Por el bien, no solo del pueblo chino, sino de un mundo cada vez más globalizado, esperamos que las decisiones que el hombre más poderoso de China, en ese momento crítico, sean las que todos los pueblos libres del mundo anhelan para el gigante asiático.


Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net

Foto: wikimedia commons


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