La corrección política está desbordada. Ya las personas no pueden expresarse libremente, poner un tuit o hacer un chiste sin examinar primero si ofenden a alguien, si alguno se indigna, o si alguien atacará airado por un agravio involuntario. Hay vigilantes tiránicos y censores de lenguaje vigilando que nadie sea ofendido.
El término ‘políticamente correcto’ (PC), comenzó a usarse junto a las ideologías marxistas y leninistas de principios del siglo XX, pero en ese entonces lo usaban para burlarse de quienes seguían literalmente las directrices de sus partidos. Fue en en 1980 cuando se comenzó a usar como una forma de defensa de minorías en universidades y medios de comunicación.
En la actualidad, lo PC, es usado en cualquier ámbito donde haya formas de poder. A veces se usa para defender algunos derechos, y otras para cuidar el lenguaje hacia las mujeres, según parámetros del feminismo. Se aplica de acuerdo a lo que conviene y para encajar y ser aceptado; es así como la izquierda comunista la ha magnificado y aprovechado para ganar terreno a la derecha, con el argumento de proteger al ‘oprimido’.
La expresión PC, o corrección política, se aplica al lenguaje, políticas o medidas que eviten ofender a minorías oprimidas por la sociedad, especialmente por su género, etnia, orientación sexual, raza, etc. Pone un freno al lenguaje o comportamiento ‘excluyente’, sobre todo en los discursos.
Todo lo anterior suena muy serio y respetuoso, pero si aplicamos el sentido común, resulta absurdo, y bastante ridículo, porque se ha exagerado tanto, que perdió su sentido.
La exageración de PC ha llevado incluso a crear diccionarios libres de prejuicios, como el Bias-Free Language de la universidad de New Hampshire que redefine el significado de las palabras dándole significados neutros e incluyentes. También está la biblia incluyente, dirigida a homosexuales, para que no se sientan “marginados” por la Iglesia y las enseñanzas tradicionales.
Hay también muchos estudiantes y profesores con tanta devoción hacia PC que se niegan a leer algunas obras literarias clásicas porque supuestamente contienen frases ofensivas e hirientes para las personas oprimidas; algunas obras que tienen personajes blancos, son representadas por negros, para luchar contra ‘los privilegios de los blancos’. La idea es acabar con la opresión patriarcal, el racismo, la esclavitud, etc. Incluso han llegado a la destrucción de monumentos y estatuas porque su presencia resulta incómoda a muchos oprimidos.
El lenguaje incluyente -principal forma de expresión de PC- causa hilaridad en sus propuestas de modificar los sustantivos abstractos. Por ejemplo, reemplazar “los hombres” por “la humanidad”, o “los niños” por “la niñez”, o cambiar los pronombres “todos”, por “todes”, o “tod@s”, o “todxs”, para indicar que el grupo del que se habla está compuesto por hombres y mujeres. Consideran que el castellano y el inglés son idiomas sexistas en sus pronombres de 3ª persona singular.
En la comunidad universitaria occidental, han creado los llamados «espacios seguros», donde los estudiantes pueden expresarse ‘tal y como son’, ‘sin miedo a ser tachados por su sexo, raza, etnia, orientación sexual, género, biografía, bagaje cultural, religión, edad o identidad física o mental. Son sitios donde se controla hasta los aplausos porque alguien podría herirse por el ruido, así que en vez de aplaudir hacen un vaivén de manos en el aire. También hay baños neutrales para no agraviar a la minoría transgénero.
Otras expresiones PC se ven cuando se veta a los hombres de hablar sobre aborto y derechos de las mujeres, por el hecho de ser hombres; cuando las redes sociales censuran el arte clásico por contener desnudos, y vetan celebraciones católicas para no ofender a minorías religiosas; cuando se cataloga de ‘fascistas’ a los maestros que fomentan las discusiones intelectuales.
«Es una nueva forma de censura. Una censura perversa para la que no estábamos preparados, pues no la ejerce el Estado, el Gobierno, el partido o la Iglesia, sino fragmentos difusos de lo que llamamos sociedad civil», afirma Darío Villanueva, director de la Real Academia, quien además concluye que la CP puede llegar a anular la racionalidad.
Por otro lado, el premio nobel de literatura Vargas llosa expresó también su preocupación respecto a la CP definiéndola como ‘una enemiga de la libertad’.
El común de la gente en su mayoría no acepta este concepto de la CP. La revista The Atlantic publicó una encuesta, donde el 80 por ciento de los indagados opinaron que «la corrección política es un problema (en EEUU). Tal vez esta sea la razón del triunfo de Trump, quien es considerado el político de máxima incorrección política de la historia.
Este fenómeno de la CP es en realidad una corrupción cultural que se aferra a dogmas extremos, y cuenta con seguidores influyentes como Hollywood, The New York Times, Facebook, twitter, y los gigantes tecnológicos de Silicon Valley, entre otros, todos con un trasfondo izquierdista.
Este fenómeno social nocivo de la CP debe parar. El odio, el resentimiento y la envidia implícitos en la CP, están dirigiendo nuestras escuelas, universidades, medios de comunicación. Entre tanto, ya se pueden ver sus frutos en las nuevas generaciones: baja tolerancia a la frustración, un exagerado narcisismo y una mínima autoestima.
Con todo el anterior panorama, preguntamos si, ¿Podemos, como sociedad, avanzar si seguimos aceptando la autocensura que coarta la libertad de expresión? ¿Podemos seguir creando seres incapaces porque no les permitimos vivir ninguna frustración?
La verdad… este invento no salió bien. Cada vez más gente es consciente de su toxicidad y la acusan de restringir el discurso libre, el debate abierto y el intercambio de ideas.
Redacción VCSradio