Desde hace décadas, el régimen comunista chino ha venido cumpliendo una agenda de grandes inversiones y préstamos a gobiernos del tercer mundo, lo cual le ha permitido acceder a sus recursos naturales y expandir su influencia política. Ahora, ante la crisis desatada por la pandemia del coronavirus, con la economía global en caída libre, surge la pregunta de cómo manejarán estos socios tan dispares esas deudas que parecen impagables.
En este sentido, Charles Lane escribe en The Washington Post, que, “A través de la crisis del coronavirus, todo el mundo está aprendiendo, por las malas, el verdadero costo de hacer negocios con China”. Lane analiza cómo el régimen chino, con su enorme poder económico, ha estado comprando las conciencias de muchos gobernantes de países pobres, especialmente de África y América Latina, otorgando enormes créditos sin pasar por el escrutinio que los gobiernos y bancos occidentales aplican a los países para asignarles préstamos.
Y, ¿cómo lo hacen?… por medio de los bancos estatales, los cuales prestan a tasas de mercado. Esos países aceptan las condiciones, poniendo como garantía sus enormes recursos naturales, que a veces entregan para explotación a empresas chinas, creyendo en la promesa del régimen chino de que la deuda se irá amortizando paulatinamente con el avance del desarrollo del país.
En este sentido, tenemos como ejemplo a Venezuela, donde China explota petróleo, diamantes y oro, bajo condiciones laborales y de respeto al medio ambiente desconocidas. También en Bolivia y Ecuador las empresas chinas han llevado a cabo invasiones a reservas indígenas, con la complacencia de los gobiernos locales. Igualmente, en Argentina, donde el gobierno chino implantó una base de “observación” en el sur del país, a la cual solamente pueden acceder funcionarios chinos, como si se tratara de una provincia colonizada por ellos.
De igual manera, Zambia, en África, debió ceder su tercera mina de cobre más grande para amortizar la enorme deuda con bancos chinos. En igual sentido, Sri Lanka debió entregar un puerto en arriendo por 99 años a contratistas chinos, por no poder pagarles el costo de la construcción.
Para concluir, Lane afirma que, según economistas de Harvard y del Instituto Kiel de Alemania, “China había prestado 400 mil millones de dólares a 106 países en desarrollo y de mercados emergentes hasta 2017”. Obviamente no es difícil concluir que, el alivio económico brindado por occidente ante la crisis del coronavirus ‘terminará canalizado a los bancos de Beijing”, concluye Lane.
Todo lo anterior, explica por qué el régimen chino tiene tanta fuerza a la hora de tomar decisiones en los grandes organismos multilaterales, como son los casos de la ONU o la OMS.
Sin embargo, no solo se trata de las riquezas materiales de estos países, que han decidido alinearse con el régimen de Beijing. También se trata de la influencia política e ideológica, que China exporta a estos países, utilizando medios de comunicación, universidades e instituciones, quienes seducidos por las grandes opciones de negocio o “generosas donaciones”, intercambios culturales, etc., hacen caso omiso a las violaciones de los derechos humanos y la represión de ese gobierno a grupos vulnerables, presos de conciencia y grupos espirituales.
Finalmente, concluimos que estos países pobres no solo no podrán transferir las ayudas a sus pueblos, sino que continuarán endeudados, y expuestos a perder sus recursos naturales a favor de un oscuro régimen. Y aún más grave es el peligro que corren si la economía china se desploma ahora, como consecuencia de la retirada de muchas industrias occidentales, debido a que la crisis del coronavirus dejó al descubierto los malos manejos de este socio poco confiable. Estos países de frágiles economías serían arrastrados en esa caída.
Redacción: Carlos Morales, con información de The Washington Post e Infobae, para Vivir con Sabiduría.uno
Música Épica #5 Una aventura de leyendas – Oroclick