6 minutos de lectura. El avance vertiginoso en el desarrollo de semiconductores de última generación ha puesto a Taiwán en el centro de una guerra por esta tecnología.
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Desde cuando la isla de Taiwán se convirtió en el refugio de los miembros del Kuomintang, tras perder la guerra con el PCCh de Mao Zedong, ha sido un eje de conflicto entre China y occidente.
Gracias a la ayuda de EEUU, y a la persistente iniciativa de su pueblo, Taiwán se convirtió en uno de los centros industriales más importantes del este de Asia. Pero China nunca ha reconocido su soberanía. Gracias a su enorme poder económico, ha logrado que la mayoría de los países y la ONU tampoco la reconozcan.
Sin embargo, debido a las crecientes tensiones del mundo libre con el Partido Comunista Chino (PCCh), China no ha podido apoderarse de la llamada provincia rebelde. Esto, debido al apoyo que recibe Taiwán de EEUU y otras potencias occidentales.
Todo lo anterior tiene su razón de ser no solo en una cuestión territorial, sino en otros factores. Por ejemplo, la ubicación estratégica de la isla en el mar de China meridional, uno de los objetivos que se ha impuesto el PCCh para dominar la ruta marítima más importante de Asia.
Pero en la actualidad, Taiwán se ha convertido en el foco de una guerra global demasiado importante para todos los actores involucrados: el dominio sobre la producción de semiconductores.
El mundo actual se ha vuelto absolutamente dependiente de la Inteligencia Artificial. Esto, a medida que los grandes avances en el desarrollo de nuevas tecnologías permiten desarrollos asombrosos.
Para el hombre de la calle se trata de computadores y teléfonos más sofisticados. Así mismo, grandes progresos en la medicina, el transporte, las comunicaciones, el comercio y en general, todo tipo de ingenios que contribuyen a la prosperidad y bienestar social.
Pero para los líderes mundiales hay un aspecto mucho más sensible. Es la posibilidad de desarrollar con esa tecnología armas cada vez más sofisticadas y mortíferas, en la competencia por la supremacía mundial.
Por supuesto, este es el eje del actual conflicto de occidente con el PCCh.
Desde hace años, China ha venido creciendo comercialmente, hasta convertirse en la segunda potencia mundial, cada vez más cerca de EEUU. Además, tampoco oculta su intención de transformarse en la primera potencia militar. Pero para esto, es imprescindible el desarrollo tecnológico y China está muy rezagado al respecto.
Asimismo, los semiconductores son el eje central de ese desarrollo y China no tiene injerencia en ninguna parte del proceso de su producción.
Primero que todo, la empresa de los Países Bajos ASML posee el monopolio mundial de las máquinas de litografía ultravioleta extrema (EUV) requeridas para la fabricación de los chips de última generación. Simultáneamente, la empresa Carl Zeiss SMT, con sede en Alemania, es la única con la capacidad de surtir los espejos y lentes ultraprecisos indispensables en el proceso que requieren dichas máquinas.
Y al final de la línea, la empresa taiwanesa TSMC es el principal comprador de las máquinas EUV de última generación. Gracias a esto, produce los semiconductores más avanzados del mundo, permitiéndole tener más del 90% del mercado mundial de las versiones de vanguardia de dicha tecnología.
Esto explica claramente por qué en los últimos tiempos, Xi Jinping ha arreciado en sus pretensiones de apoderarse de la isla para ser el propietario de la tecnología más avanzada en la fabricación de semiconductores. Así abriría las puertas a todas sus ambiciones expansionistas.
Pero las cosas no han sido fáciles. EEUU ya ha entendido muy claramente la meta final del PCCh, por lo que ha estado tomando medidas drásticas.
En 2022 EEUU prohibió la exportación de chips de alto rendimiento a China, por la posibilidad de que sean utilizados con fines militares.
Otros países como Japón y los Países Bajos han anunciado la intención de sumarse a tales restricciones. Todo esto ha afectado a grandes compañías como Nvidia, ASML, Tokyo Electron e inclusive TSMC, considerando la enorme demanda existente por parte de empresas chinas.
El régimen chino, por su parte, presentó una queja ante la Organización Mundial del Comercio, alegando que se le estaban vulnerando sus “derechos e intereses legítimos”.
Toda esta serie de sucesos ocurren a la par con la creciente tensión alrededor de Taiwán. Por ello se presenta un continuo despliegue de demostraciones militares de China, tanto navales como aéreas. Naturalmente, EEUU y sus aliados permanecen alerta y ya ha quedado claro que el gobierno norteamericano está dispuesto a auxiliar a Taiwán en caso de una agresión china.
Los analistas dicen que cada día está más próxima la posibilidad de una invasión a la isla. Pero, conociendo la necesidad que tiene el régimen del PCCh de tomarse a Taiwán, ¿por qué no lo ha hecho?
Aunque hasta ahora se ha conocido el talante pragmático de Xi Jinping, también es cierto que tiene aspectos impredecibles. Pero no solo se trata de que una guerra abierta no le podría garantizar una victoria rápida. Y el desastre en que se ha convertido para Putin la invasión a Ucrania, es un ejemplo muy claro de eso.
Pero además de lo anterior, también es muy claro que, si la invasión se diera, una vez el ejército chino tomara las riendas del poder en Taiwán, con toda seguridad encontrarían que las fábricas de procesadores estarían inservibles. Esto produciría un daño global, pero China sería el principal perdedor.
Lo anterior, porque los países occidentales han estado tomando medidas para que gigantes de la industria como Intel, Samsung y la misma TSMC abran plantas de producción en EEUU y en Europa.
Mientras tanto, las tensiones con China crecen día a día, sin que se vislumbre una solución a corto plazo. China está estrechando lazos con Rusia e Irán. Arabia Saudita ha mostrado últimamente más cercanía con el gigante asiático que con su tradicional aliado EEUU.
La siguiente pregunta es, ¿hasta cuando podrá impedir EEUU que China acceda a los semiconductores de más alta tecnología? Ya el gigante chino Huawei anunció que pudo descifrar un método de diseño de microchips. Está por verse qué tanto hay de cierto en esto, pero puede ser cuestión de tiempo para que lo logren.
Por ahora, sigue latente la amenaza de invasión a Taiwán, mientras solo esta isla tiene el secreto para la producción de los semiconductores más avanzados. Y, mientras las cosas sean así, persistirán las amenazas; pero a la vez dicha exclusividad será una salvaguarda para evitar que dichas amenazas se concreten.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto Wikimedia Commons
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