7 minutos. La frontera de Colombia y Venezuela siempre ha sido foco de tensiones. Pero a partir del ascenso al poder del gobierno bolivariano en Venezuela, esta frontera se ha convertido en un dolor de cabeza para Colombia.
Casi desde la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, se iniciaron las tensiones con Colombia, país con el que se comparte más de 2.600 kilómetros de frontera y una historia que los hace hermanos. En la actualidad la crisis ha arreciado y los habitantes fronterizos no saben ya qué hacer.
Alrededor del 2004 la crisis se agudizó por protección que el gobierno venezolano daba a los guerrilleros colombianos de las FARC y el ELN. A partir de entonces, estos grupos han mantenido campamentos permanentes en Venezuela.
Durante el gobierno de Álvaro Uribe los roces llegaron a un grado peligroso, con la amenaza de guerra por parte de Chávez a raíz de la muerte del líder de las Farc Raúl Reyes en Ecuador. Todo culminó en 2010, con el rompimiento de relaciones por parte de Venezuela. Posteriormente, Juan Manuel Santos restableció las relaciones con el gobierno venezolano, llamando a Chávez su “nuevo mejor amigo”.
Sin embargo, después de la muerte de Chávez en 2013, con la llegada de Nicolás Maduro al poder, las relaciones nuevamente se deterioraron; en 2018, con el inicio del gobierno de Iván Duque en Colombia, la situación empeoró.
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Pero, no se trata solamente de los aproximadamente 1’500.000 venezolanos que han entrado a Colombia huyendo de la crisis humanitaria que azota a su país. La situación de orden público a ambos lados de la frontera está tan grave que raya con una verdadera emergencia humanitaria.
Lo cierto es que el cobijo dado a los guerrilleros colombianos en Venezuela ha vuelto a la situación insostenible; esto, especialmente desde el fallido proceso de paz de Juan Manuel Santos con las Farc.
Por una parte, al no asegurar las condiciones de erradicación de narco cultivos en el mencionado proceso de paz, la producción de coca se disparó a cifras nunca vistas. Desde hace años los grupos guerrilleros realizan activamente el tráfico de drogas, pues en el territorio venezolano está la ruta ideal para exportarla impunemente.
Así mismo, estos grupos ilegales han incursionado también en otros lucrativos negocios como el tráfico de personas, el contrabando y la explotación ilegal de minerales en territorio venezolano.
Esto ya no se trata solamente de un refugio para operar en la zona de frontera, sino de un territorio donde los criminales colombianos campean a su antojo, protegidos por el ejército chavista.
Pero otros grupos rivales también quieren participar en los negocios de millones de dólares ilegales.
Las disidencias de las FARC, amparadas bajo el nombre de Nueva Marquetalia, y su alianza con el ELN, entran a Venezuela y se inició una escalada de violencia por la rivalidad con las antiguas FARC. Esto ha provocado muertes de ambos lados de la frontera, en el departamento colombiano de Arauca y el estado de Apure en Venezuela. La población civil asiste aterrorizada a esta arremetida de violencia.
Pero no se trata solamente de esta área de la frontera. En el norte, la ciudad colombiana de Cúcuta y su área cercana, se vive en constante zozobra por los ataques que se organizan desde el vecino estado venezolano de Táchira. Grupos entran y atentan contra bases militares y aeropuertos, y después se refugian al otro lado de la frontera.
Cuando dichos delincuentes se ocultan en el país vecino, le queda muy difícil a Colombia controlar tal situación. Y más grave aún es que, según se ha podido apreciar por las recientes acciones, tales grupos están también escapando del control del gobierno que los ampara.
Esta situación convierte a toda la zona de frontera en un polvorín que puede estallar en cualquier momento. Más aun cuando Maduro busca argumentos para desviar la culpa de su mala gestión económica y social, hacia un enemigo externo, en este caso Colombia.
Es así como Venezuela del régimen de Maduro se ha convertido en un pésimo vecino. No le interesa actuar ante las constantes agresiones de grupos al margen de la ley en las fronteras. Al contrario, alienta toda una serie de delitos que incrementan la inseguridad en ambos países y aprovecha para acusar al gobierno colombiano de prestarse a las “agresiones del imperio”.
Ahora más que nunca, es inquietante la presencia de este vecino ruidoso, pues Colombia está a puertas de unas elecciones trascendentales, donde se puede determinar si el país gira en la misma dirección del régimen de Maduro o no. Y mientras tanto, todas las poblaciones fronterizas viven con el miedo de una escalada de violencia que pueda arrasar con ellos.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto de portada: Wikimedia Commons, libre de derechos
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