7 minutos. Desde hace años se promueve globalmente la legalización del aborto. Pero, ¿es realmente por una situación de salud pública? o más bien, ¿se trata de una agenda para negar el derecho a la vida a millones de niños?
De acuerdo con las noticias más recientes, hemos visto cómo la legalización del aborto se abre camino cada vez más rápidamente por el mundo, como si de cumplir una agenda se tratara.
En Argentina, se aprobó el aborto legal hasta las 14 semanas de gestación en diciembre de 2020. En septiembre de 2021 se legalizó en México y, más recientemente, la Corte Constitucional de Colombia lo aprobó hasta las 24 semanas.
Actualmente, casi toda Europa aprueba el aborto sin restricciones, así como EEUU, Australia y gran parte de los países del lejano oriente.
A propósito de la legalización en Colombia, la directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guevara Rosas, expresó:
“No dejaremos de luchar hasta que se reconozcan los derechos sexuales y reproductivos de todas la mujeres, niñas y personas con capacidad de gestar en el continente entero, sin excepción”.
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Todo esto va en concordancia con las ideas progresistas que pregonan la reivindicación de los derechos de las mujeres, cuya bandera ha sido tomada por el movimiento feminista extremo, el cual insaciablemente exige cada día más derechos.
Pero todos estos movimientos progresistas nunca hablan de los derechos de los niños en gestación. Para ellos, incluso hasta el noveno mes, son solo bultos de células sin vida. Esto no solo va en contra de la ética o la religión, sino incluso de la evidencia científica.
Observando lo anterior, queda muy difícil creer que esta avanzada sea un movimiento espontáneo, que representa realmente a las mujeres, deseosas de liberarse del yugo patriarcal de una sociedad opresora. Tampoco que se trata de un esfuerzo llevado a cabo por entidades y magnates (la mayoría hombres), con ideales altruistas de protección hacia la salud femenina.
La verdad es que, aunque decirlo parezca una teoría de conspiración, realmente todo parece una agenda cuidadosamente elaborada a través de décadas. Y después de un trabajo arduo, dicha agenda está por llegar al final de la meta propuesta.
La iniciativa abortiva la comenzó la enfermera feminista Margaret Sanger, quien en 1916 fundó la primera clínica de abortos en Nueva York. A partir de allí nació Planned Parenhood (“Paternidad Planificada”, en español), la cual con el tiempo se convirtió en la prestadora del servicio abortivo más grande a nivel mundial.
Con el apoyo de personajes poderosos, así como del gobierno federal, la organización Planned Parenhood se extendió por Norteamérica. En un principio se enfocó en las comunidades latinas y negras, como una forma de limitar el crecimiento de las poblaciones más pobres. Este discurso se mantuvo hasta la época del presidente Johnson.
Sin embargo, Richard Nixon entendió que tal argumento ya no era sostenible, y se cambió el enfoque hacia el Derecho Sanitario. De acuerdo con esto, se debía modificar la visión ética y sanitaria, en el sentido de que solo los niños deseados deberían nacer. De aquí se desprende el eslogan de “mi cuerpo, mi decisión”, vigente hoy día. Siguiendo estas políticas, en 1973 se aprobó el aborto en EEUU.
Pero un hito importante a nivel global fue el informe “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200”, MSSM200 por sus siglas en inglés, dirigido por Henry Kissinger y terminado en 1974. A partir de entonces, este documento clasificado se convirtió en política oficial de EEUU. Allí se analizaba la preocupación por la superpoblación de países pobres y los efectos que supondría para la seguridad de EEUU.
Debido a esto, se recomendaba el control natal, incluyendo el aborto, en todos los países pobres, que podrían generar inquietud a la seguridad de EEUU, por la amenaza que representaría la superpoblación y el consumo de recursos naturales.
Por supuesto, no debía quedar evidencia de la presión ejercida, por lo que se tomarían medidas, tales como:
- Adoctrinamiento sobre la conveniencia de las familias pequeñas
- Impulsar la planificación familiar, apoyados en la ONU, Unicef, Banco Mundial además de otros países y donantes privados.
- Ganar el apoyo del público norteamericano para la obtención de fondos.
- Hacer valer la idea de que la única forma de reducir la población es a través del aborto.
Este informe de Kissinger fue la guía para todos los presidentes norteamericanos a partir de Jimmy Carter, excepto de Reagan y Trump, quienes lo objetaron por reservas morales.
Entonces, debido a la creación de esta política, Planned Parenhood se convirtió en una corporación poderosa, la cual ha llevado a cabo más de 60 millones de abortos solo en EEUU. Muchos magnates como Bill Gates y Warren Buffett aportan millones de dólares para este fin. George Soros ha destinado más de 15 mil millones de dólares para diferentes causas, incluyendo el aborto como la más importante.
Por su parte, la ONU ha tomado el liderazgo de tal iniciativa, presionando para que la legalización del aborto sin condiciones se extienda a todos los países, sin excepción. En 1994, en la reunión de El Cairo se exigió que para 2015 todos los estados debían haberlo legalizado.
Esta meta no se cumplió, pero durante los años de la pandemia del covid-19 parece haber tomado un gran impulso, logrando las aprobaciones en varios países hasta ahora reacios, y aumentando el límite de semanas permitidas para el aborto, en otras. El caso de Colombia, donde se aprobó hasta la semana 24, es claro ejemplo de este avance.
Pero para los grupos abortistas, esto aún no es suficiente. Según ellos, debe permitirse incluso hasta el noveno mes, pues teóricamente, mientras el bebé no nazca, todavía no es un ser viviente.
Mientras tanto, se manejan muchos métodos de adoctrinamiento para justificar el asesinato de los niños no nacidos.
Con el argumento de la protección a la salud de las mujeres, se han venido flexibilizando las condiciones para proceder al aborto:
¿Por ejemplo, puede determinarse como afectación de la salud mental el extremo estrés o problemas familiares? La malformación del feto ¿puede ser el síndrome de Dawn?, o declarar que es producto de una violación, sin necesidad de señalar al culpable porque la madre presume que es una violación. Con la sola declaración de la mamá, ¿se podría abortar un bebé?
Por otro lado, el lenguaje es un elemento fundamental para presentar la práctica abortiva como aceptable.
Por ejemplo, con frecuencia se habla de la “Interrupción Voluntaria del Embarazo”, para no darle su verdadero nombre de “asesinato del bebé no nacido”. Deberíamos entender que cuando algo es interrumpido, es porque se puede reiniciar en cualquier momento. Por lo tanto, no se trata de una simple interrupción.
También se afirma que “una mujer tiene el derecho a elegir si quiere ser mamá”. Pero lo cierto es que cuando se encuentra en embarazo, ya es mamá. Entonces, la decisión se basa realmente en si quiere matar o no a su hijo.
Adicional a todo esto, se manejan creencias lanzadas a la ligera por personajes con influencia, cuyas palabras se tienen por verdades absolutas. Es así como se habla permanentemente de la muerte de miles de mujeres por las prácticas abortistas ilegales. Pero una y otra vez, cuando se confrontan las cifras, resultan ser insignificantes respecto a otros problemas de salud.
Sin embargo, con esa retórica se ha creado la imagen de que se trata de un problema urgente de salud pública que afecta a millones de mujeres indefensas. Por tal motivo, se exige “aborto legal, seguro y gratuito”.
Pues, ¿gratuito? Esos procedimientos deben ser asumidos por todos nosotros. No se pide la gratuidad de tratamiento para los enfermos de cáncer o de enfermedades cardiorrespiratorias, solo sí se exige para el aborto.
Todo esto no se trata en absoluto de un problema de salud pública, ni de la protección hacia las mujeres. Ni siquiera importa si ellas son violadas o asesinadas.
Hay un caso irónico que sucedió en Argentina. Una niña de 14 años Chiara Páez, fue asesinada por su pareja por no querer abortar. A raíz de eso, su madre creó el movimiento “ni una menos”. Sin embargo, lo más raro fue que años después, ella fue excluida de tal movimiento, cuando las feministas se apoderaron de él para promover el aborto, todo lo contrario, de lo que quería la niña asesinada.
Está claro que se trata simplemente de un control poblacional, a través del exterminio de niños que no pueden defenderse ni protestar. Es un genocidio silencioso orquestado desde organismos respetables y supuestamente representativos de todos nosotros. Y, aunque las verdaderas razones son muy conocidas, se sigue adoctrinando y engañando descaradamente, bajo el argumento de la defensa de la mujer.
El premio Nobel de medicina y padre de la genética moderna, Jérome LeJeune, decía al respecto que “si la vida humana, no empieza desde la fecundación, entonces no empieza nunca”. Pero se ha logrado crear la falacia de que la vida comienza en el momento en que el capricho de un juez o de un parlamento lo decidan.
Si se trata simplemente de salud pública, ¿por qué no se permite que los niños nazcan y los estados se encargan de entregarlos en adopción? Hay miles de parejas deseosas de adoptar un bebé. Pero eso no interesa a quienes promueven el aborto.
El adoctrinamiento pernicioso que se ha llevado a cabo por décadas solo puede ser contrarrestado con educación y por medio de exponer desde el punto de vista científico la verdad de cuándo comienza la vida. Es la única forma de poner fin a una agenda abortista que se han propuesto cumplir quienes buscan controlar la población, a través del asesinato de inocentes.
Escrito por Carlos Morales G. con información de ifmnoticias.com, Panampost y Agustín Laje
Foto: Wikimedia commons
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