6 minutos de lectura. La implantación del ateismo pasa necesariamente por la destrucción de las religiones y de la fe en Dios. El movimiento progresista avanza en ello permanentemente.
Desde hace más de doscientos años, la religión católica ha estado en la mira de los grupos de izquierda. Ya durante la Revolución Francesa se pudo observar cómo los líderes revolucionarios dirigieron sus ataques no solo hacia la monarquía y la nobleza que se habían hecho odiosas al pueblo, sino que incluyeron en ese odio a la Iglesia misma.
Con la bandera de la racionalidad, la revolución francesa buscó suplantar la devoción hacia Dios por una más cercana a ellos, encarnada en la diosa de la Razón. Ese culto a la Razón fue rápidamente reemplazado por el del ‘Ser Supremo’, bajo el liderazgo de Robespiere, uno de los tantos líderes revolucionarios que terminó en la guillotina.
Pero se trataba de una revolución en constante cambio y, aunque muchos obispos y sacerdotes fueron asesinados, once años después de que el rey Luis XVI fuera guillotinado, Nopoleón sería coronado emperador en la Catedral de Notre Dame, con la presencia del Papa Pio VII.
Sin embargo, la semilla estaba sembrada, y los verdaderos frutos se recogieron durante las revoluciones soviética y china.
Como estas dos revoluciones se fundamentaron sobre las ideas promovidas por Marx y Engels, el ateísmo fue parte fundamental de su accionar para la imposición del comunismo. De este modo, se llevó a cabo una intensa persecución a las creencias religiosas, con la destrucción de templos, erradicación de la enseñanza religiosa en las escuelas y adoctrinamiento a los jóvenes.
Ante la imposibilidad de arrebatarle al pueblo sus creencias, ambos regímenes obligaron a los líderes religiosos a ponerse bajo la tutela y obediencia del estado. Por esto, murieron millones de cristianos, budistas y ortodoxos.
No obstante, en 1990 cayó la Unión Soviética y la religión floreció nuevamente en Rusia. China tampoco llegó al ateísmo totalmente, a pesar de las décadas de opresión.
Sin embargo, esto no significa que el comunismo haya dado su brazo a torcer con el ateísmo. Este sigue siendo uno de los fundamentos de dominación social para imponerse en un mundo cada vez más pequeño y, por lo tanto, manipulable.
Es por eso que, líderes del izquierdismo mundial hace rato han emprendido otros caminos.
Se puede ver que los líderes progresistas visitan al Papa y se dejan fotografiar en iglesias vacías, para confundir a los creyentes ingenuos, pero a la vez promueven ideas contrarias a la fe. Desafortunadamente muchos llegan a creer que una y otra cosa son compatibles.
Así se puede ver que, paralelo al incendio de iglesias en Chile, o la intromisión durante las ceremonias religiosas por parte de grupos de odio en otras partes, silenciosamente se destruyen las bases de las diferentes religiones mediante el adoctrinamiento.
De esta forma se han ido destruyendo todos los valores que durante siglos promulgaron y defendieron las religiones en todo el mundo.
Como resultado, se han destruido los lazos de familia, arrebatándole la educación de los niños y jóvenes a los padres, para ser asumida por el estado. En ese proceso, se les ha adoctrinado contra la creencia en Dios, contra la autoridad paterna y contra las ideas inculcadas por esos padres o abuelos, haciéndolas ver como cosas caducas y ridículas.
Igualmente, al prohibir a los padres disciplinar a sus hijos, se han creado jóvenes indolentes e incapaces de tomar iniciativas para abrirse camino por sí mismos. Se les ha inculcado que, en último caso, el estado debe velar por ellos y proveerles estudio y trabajo, sin muchas exigencias.
Esto ha conducido a familias desintegradas y, para el caso de los jóvenes, el nulo deseo de conformar una familia que, según se les ha enseñado, los haría esclavos sin libertad para hacer lo que desean.
Por otro lado, al asumir un liderazgo con el movimiento feminista, el izquierdismo ha logrado influir en una amplia gama social, manejándola según su deseo. Tomaron la reivindicación de los derechos negados a las mujeres, y la llevaron a los extremos.
Con ello crearon la división entre sexos, haciendo que muchas mujeres vieran a los hombres como enemigos a quienes combatir.
Además, alegando el derecho a la determinación libre sobre su propio cuerpo, promovieron la aceptación del aborto, que ya se está tratando de implantar hasta el mes noveno de gestación.
Para ello se apela a la supuesta seguridad y salud de la mujer, negando, incluso contra la ciencia, que el ser que crece en su vientre tiene una identidad y un alma (en la cual no creen) propia. Que ese ser no es parte de su cuerpo y que expulsarlo es simplemente un asesinato.
Por otro lado, también se ha defendido el derecho a la eutanasia, promoviéndose el suicidio asistido por profesionales expertos. Se busca que, incluso, una etapa prolongada de depresión o la dificultad para adaptarse a circunstancias sociales, pueden ser motivos válidos para solicitar la eutanasia.
Con todo esto, el comunismo/socialismo ahora encarnado con el más digerible nombre de ‘progresismo’, está logrando destruir la fe desde su fundamento.
Permite que la gente siga asistiendo a los templos, para seguir los ritos que siempre conocieron, mientras que, en la práctica, sin ningún problema de conciencia, contravienen todo lo que Dios les pide en ese templo.
Ya los extremistas violentos no necesitan quemar los templos: los mismos creyentes los están profanando y destruyendo con su conducta desde adentro.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto Envato
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