Los Dos Leñadores

5:45 minutos de lectura. Dos leñadores cortan madera todo el día. Su desempeño parece ser igual, pero los resultados son diferentes. Veamos por qué sucede esto.

Los Dos Leñadores

Cierto día llegó a un campo de leñadores un joven, esperando conseguir trabajo en ese oficio. Como tenía un aspecto fuerte y muchas ansias de iniciar labores, no tuvo dificultad en ser aceptado. De tal modo, el capataz enseguida le indicó la zona donde, desde el día siguiente, podía comenzar su faena.

A la hora indicada, tomó el hacha que le fue entregada, y rápidamente comenzó a cortar árboles. Cerca de él, un hombre viejo, calladamente, ejercía el mismo oficio, con dedicación y sin pausa. Al final de la tarde, ambos entregaron la leña cortada en esa jornada. El capataz hizo un conteo, y satisfecho, observó que habían cortado cantidades similares.

Al día siguiente, cada uno se concentró en su labor, pero el joven observó que el viejo leñador había iniciado un poco más tarde. Sin embargo, en la tarde pudo advertir que entregaba más leña que él.

Sintiéndose retado, al tercer día llegó más temprano, pero en la tarde la diferencia era aún mayor. Sin entender muy bien lo que ocurría, decidió iniciar aún más temprano al día siguiente, pensando que el otro leñador tenía algún truco que le daba ventaja.

De este modo, llegó al campo más temprano aun y, para estar más seguro, terminó más tarde de lo acostumbrado. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando constató que la diferencia había aumentado.

Sintiéndose ofuscado, siguió madrugando más, saliendo más tarde, y reduciendo al mínimo el descanso al medio día. Se sabía fuerte y sus golpes con el hacha hacían estremecer el bosque entero. Pero las cosas no cambiaron y así continuó por los siguientes tres días.

Durante ese tiempo, con el rabillo del ojo espiaba a su rival, pero lo veía trabajando, siempre con calma, metódico, no más rápido de lo que él lo hacía. Y cada día que pasaba, veía impotente cómo el viejo cortaba siempre más leña que él, aumentando la diferencia mientras él más se esforzaba.

 Entonces, sin poder soportar más la molestia, entendiendo que no podía ganarle al viejo leñador, se acercó a él y le dijo:

-No puedo entender. Desde cuando llegué he estado tratando de superarte, pero aunque llego más temprano y salgo más tarde, nunca he podido cortar tanta leña como tú. Solo basta mirarnos, yo soy mucho más joven y fuerte, ¿Cuál es tu truco? Esto no tiene ningún sentido.

El viejo leñador lo miró con una sonrisa, y apoyándose en el cabo de su hacha, le dijo con un aire divertido:

-Muchacho, claro que eres más joven. También he visto cómo abates tu hacha contra los árboles. De eso no hay duda, y yo admiro tu esfuerzo. Pero en las tardes, cuando llego a mi casa, en seguida me pongo a afilar el hacha. De este modo, mientras tu hacha descansa en un rincón, la mía se hace tan filosa como estaba en la mañana. Entonces, a pesar de mi edad y que trabajo menos tiempo, mi hacha es más filosa, y corta más rápido. Con cinco golpes derribo un árbol, pero tú, con toda tu fuerza, necesitas diez o quince. Ese es todo mi secreto.

Al escuchar esto, el joven leñador comprendió que es más importante la experiencia que la juventud desbocada. Mientras se rascaba la cabeza, le dio las gracias al hombre y se retiró pensando cómo, mientras él solo miraba los resultados, había olvidado que es más importante el proceso. Pudo entender que en toda actividad de la vida lo importante es conocer nuestras herramientas y prestarles el cuidado debido, para que ellas sean adecuadas. De lo contrario, sin importar cuanto esfuerzo se haga, los resultados siempre serán mediocres.

Cuando, desde lo lejos, miró nuevamente al viejo leñador levantando su hacha lentamente y con firmeza para golpear un árbol, entendió que la humildad y la sencillez del corazón son el verdadero secreto para obtener la sabiduría.

Cuento tradicional adaptado para VCSradio.net

Portada: Carlos Morales G. para VCSradio.net

Narración: Javier Hernández

Tema musical: uplifting-epic-trailer

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