4:15 minutos. Una enseñanza sobre la verdadera renuncia nos deja ver que el auténtico abandono debe darse desde el corazón, y no solo a través de las palabras. A continuación, lo puedes escuchar o leer.
En la India, los Sadhus son ascetas que han recorrido una vida normal y deciden tomar el camino de la austeridad y la búsqueda de la iluminación a través de la penitencia.
Hace muchos años, dos sadhus vivían en el mismo pueblo. Uno de ellos había sido muy rico y, aun después de renunciar a los negocios y a los lazos sociales, su familia cuidaba de él y se habían encargado de que varios criados lo atendieran.
El otro sadhu era muy pobre, vivía de la caridad y solo poseía un tazón para las limosnas y un trozo de piel para meditar. Su aspecto descuidado y sucio reflejaba todas las privaciones que estaba viviendo. Este sadhu solía burlarse del asceta rico, pues aún seguía siendo cuidado por su familia.
Mientras pedía comida al lado del templo, se jactaba de su pobreza y decía a quien quisiera oírlo, refiriéndose al sadhu rico: “parece que se sintió muy viejo para continuar con sus negocios y decidió convertirse en monje, pero sin renunciar a los lujos”.
Siempre que lo veía acercarse, comenzaba a ridiculizarlo diciéndole: “Veo que sigues llevando tu vida de comodidad y riqueza. Esa no es una verdadera renunciación. En cambio, mi renuncia sí es auténtica, mira como vivo austeramente. Así es como debe vivir un verdadero sadhu”. Ante esto, el sadhu rico solo lo miraba silenciosamente.
Cierto día, el sadhu pobre vio venir a su compañero de penitencia, y ya se alistaba para comenzar las burlas y recriminaciones, pero fue interrumpido por la voz decidida del sadhu rico, quien pocas veces hablaba.
-Levántate ya, debemos salir en peregrinación hacia Benarés para purificarnos en las aguas del sagrado río Ganges, como dos sadhus errantes.
El sadhu pobre quedó muy confundido por estas palabras, pero entendió que no podía negarse, pues eso afectaría su imagen de un verdadero asceta. De modo que se levantó y se dispuso a iniciar este recorrido que en realidad no deseaba hacer.
Ambos sadhus tomaron camino inmediatamente, pero al poco tiempo, el sadhu pobre se detuvo y exclamó agitado:
-¡Por Dios!, debo regresar enseguida.
Claramente se veía muy ansioso.
-¿Qué ocurre? Apenas acabamos de salir – dijo el sadhu rico.
-Es que olvidé mi tazón y mi piel para meditar, no puedo dejarlas.
Ante esto, el sadhu rico, le contestó:
-Día tras día he escuchado cómo me recriminas por mis bienes materiales. Pero veo que, a fin de cuentas, tú estás más apegado a tu tazón y tu piel, que yo a todas mis riquezas.
Reflexión: La verdadera renuncia tiene lugar en el corazón. No hemos avanzado nada si dejamos todos nuestros bienes materiales y abandonamos las cosas mundanas, pero aún mantenemos vivo el deseo en nuestros corazones.
Cuento anónimo indio
Narración: Javier Hernández
Portada: Carlos Morales para VCSradio.net
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