Destrucción de la Dignidad Humana en una Cárcel de Mujeres de China


Tiempo de lectura 7 minutos. Prisión de Mujeres de Xinxiang, provincia de Henan, un claro ejemplo de la crueldad del régimen chino en la persecución a Falun Gong.


Este articulo está basado en un resumen de minghui.org, página oficial que informa sobre la persecución que sufren los practicantes de Falun Gong en China, desde 1999.

Muestra todas las vejaciones sucedidas en la Prisión de Mujeres de Xinxiang, provincia de Henan. Desde el mismo comienzo de la persecución en julio de 1999 -cuando las crueldades eran más extremas- hasta la actualidad, cuando los tratos se han moderado, gracias a las presiones internacionales.

El crimen por el que fueron encarceladas estas mujeres es el de ejercer su espiritualidad, pregonar los valores de ‘Verdad, Benevolencia y Tolerancia’, principios rectores de Falun Gong, y luchar por el rescate de valores humanos.

Falun Gong es un tipo de qigong antiguo que salió al público en 1992; siete años después, debido a su popularidad, el régimen chino comenzó una persecución sin precedentes en la historia. Nunca se había visto que un Estado completo participara en el exterminio de un grupo minoritario; desde los medios de comunicación hasta el último funcionario del estado fueron involucrados . Debido a su nivel de espiritualidad tan profundo y verdadero, se convirtió en un reto incómodo para el ateísmo de las autoridades comunistas chinas.

Lo que ha sucedido en la Prisión de Mujeres de Xinxiang, es un claro ejemplo de la crueldad a la que pueden llegar los seres humanos contra otros seres humanos, en búsqueda de imponer su perversión, y más grave aun cuando esto es en representación de un Estado.

La característica de la Prisión de Mujeres de Xinxiang es la ‘crueldad sistemática’ practicada allí. Familiares, víctimas, y organismos de derechos humanos en el mundo, han denunciado los vejámenes ejercidos allí, pero durante mucho tiempo fueron desoídas las súplicas.

Todos los que conocen esta prisión de mujeres, quedan horrorizados ante la naturaleza perversa extrema del sistema que aplicaban allí, ya que incluía patrones sistemáticos basados en conocimientos de psicología y ciencia médica, incidiendo directamente en el origen del pensamiento y el ámbito del alma humana de las víctimas, con el fin de exterminar de raíz toda semilla de fe en Dios y destruir la dignidad humana. Nunca antes existió algo así.

Un sistema ordenado de presión psicológica y física

En esta cárcel elaboraban en forma metódica un calendario de torturas, con programación diaria, semanal y mensual de lavado de cerebro, incluyendo los correspondientes informes que debían entregar las víctimas.

Las practicantes de Falun Gong, por poseer una convicción espiritual tan firme, mostraron resistencia a ser reeducadas y a renunciar a su fe. Por esta razón las torturas fueron aún más crueles y extremas, llegando incluso a la muerte.

El mecanismo sistemático que seguían los torturadores de esta cárcel de mujeres era el siguiente:

Al ingresar las practicantes detenidas, eran internadas en el 9.º Pabellón del primer piso, sitio designado especialmente para las practicantes de Falun Gong, que para su propósito estaba lleno de hormigas y mosquitos. Este es el comienzo de la intimidación mental.

En este distrito 9 existen tres secciones, cada una con 5 o 6 celdas. Estas celdas albergaban entre 10 y 12 reclusas delincuentes, quienes eran ayudantes de los guardias. Su objetivo: obligar a las practicantes a firmar declaraciones de renuncia a su fe por medio de amenazas o zalamerías, según el caso. Ante los logros, recibían recompensas.

Si firmaban la renuncia, las llevaban a su celda, pero si alguna se negaba a renunciar a su fe eran sometidas a torturas, tales como dejarlas aguantar hambre, negarles el uso de los baños, obligarlas a permanecer de pie durante horas o impedirles dormir. Si aun así se negaban, se las apartaba del grupo para que no cundiera el ejemplo entre las demás practicantes del Pabellón 9.

Las practicantes que no podían soportar la presión y firmaban la declaración, continuaban en el Pabellón 9 durante 4 meses más. Allí eran sometidas a lavado de cerebro intensivo diario: 1 mes leyendo libros que calumniaban a Falun Gong. Luego debían escribir informes.

Luego de los 4 meses de lavado de cerebro, pasaban a realizar trabajos forzados.

Seguimiento y evaluación del sistema de persecución

Los guardias trabajaban sobre cada practicante de forma específica e individual para debilitar su voluntad y lograr la renuncia a Falun Gong.

Este seguimiento individualizado incluía la recolección de información detallada sobre cada practicante: nivel educativo, ocupación, tipo de personalidad, puntos fuertes y débiles, sentencia, años de practicar Falun gong, estado de salud general, antecedentes familiares, etc, todo esto para saber como presionarlas.

Las reclusas ayudantes tenían reuniones formales para notificar los progresos de las practicantes y planear el siguiente paso: combinación de torturas físicas y mentales.

Hay también una estrategia que aplicaban los guardias, que consiste en crear conflictos entre las mujeres practicantes y sus familias. Convencían a los familiares de que ellas estaban con esos problemas legales por no hacer algo tan simple como firmar una declaración de renuncia a Falun Gong. Que por su egoísmo no pensaban en el bienestar de la familia. Envenenaban a la familia contra la practicante encarcelada; esto era algo muy perverso, pues la familia se convertía en una herramienta de persecución que destruía la voluntad de la practicante.

Cuando las practicantes estaban en su mayor punto de debilidad física y mental, los guardias aparecían como sus amigos, como salvadores, creando así el conocido ‘síndrome de Estocolmo’: un poco de amabilidad se ve como una gran bondad. Esta táctica era para sacar más información y aumentar la manipulación.

Refuerzo del resultados del lavado de cerebro y torturas

Para asegurarse de que le destruían sus creencias hasta el interior de su ser, el lavado de cerebro era profundo. Seguían un patrón que cubría todos los frentes.

Por ejemplo, luego del bombardeo diario y reiterativo con información difamando a Falun Gong y a su Maestro, las practicantes eran obligadas a socializar sus pensamientos y a escribirlos una y otra vez. Todos los miércoles reunían en una sala a las practicantes para que entre ellas se nutrieran con los pensamientos aprendidos en las clases de lavado de cerebro. Además, semanalmente debían presentar un informe; cada mes llenar un formulario de arrepentimiento, así como otros reportes mensuales de pensamientos y además charlar con los guardias cada mes.

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Luego, para no darle lugar a la mente a recordar las enseñanzas de Falun Gong, se las obligaba a leer enseñanzas de otros tipos de qigong y a practicarlos. Si veían alguna resistencia de parte de la practicante, inmediatamente se la castigaba reduciéndosele la comida, el tiempo del sueño, las visitas de la familia, las llamadas telefónicas etc.

En ocasiones, para someterlas se las obligaba a sentarse por largo tiempo en pequeños taburetes o a permanecer de pie. Si aún se negaban a aceptar, eran golpeadas, o confinadas en una celda solitaria.

Todos estos castigos dejaron secuelas permanentes graves en la salud en muchas practicantes.

Uno de los temores de las directivas de la prisión era que las practicantes se comunicaran entre ellas. Para esto designaban a dos reclusas por cada practicante para que la vigilaran por turnos las 24 horas del día. Si había algún intento de comunicarse, les daban una advertencia o aplicaban restricciones.

Una de las torturas más difíciles era la limitación del agua individual. Cada una solo recibía dos latas de agua hirviendo al día, para beber y bañarse.

La tortura del control del tiempo era también muy fuerte. A las 5 a.m. solo se le daban cinco minutos para usar el baño y asearse. Pocos minutos para cumplir con tareas de lavar los platos, asearse, lavar la ropa y ordenar las habitaciones, antes de realizar los trabajos forzados o asistir a las sesiones de lavado de cerebro. El tiempo de comida era reducido y sobre todo las ancianas eran las más afectadas porque no podían comer rápido.

Algunas practicantes que entraron en huelga de hambre fueron arrastradas al pabellón médico para ser alimentadas a la fuerza a diario. Lo hacían con una sonda nasal.

A las rebeldes se las obligaba a sentarse en sillas metálicas, esposadas de manos y pies por largo tiempo. Algunas eran rociadas con agua impregnada de pimienta

Las torturadoras también son víctimas

En este proceso inhumano de transformación, no solo se debilita la condición humana de las torturadas, sino que los torturadores y guardias se transforman en monstruos irreconocibles.

Las reclusas que eran utilizadas para torturar y vigilar a las practicantes eran también sometidas a largas sesiones de lavado de cerebro para motivarlas a participar con fuerza en las torturas a las practicantes. Estos lavados de cerebro destruyeron aún más su conciencia moral.

Al igual que con las practicantes, estas reclusas eran sometidas a ver material de difamación a Falun gong en sus celdas. También debían presentar informes sobre sus pensamientos cada mes.

Además, cada una de ellas se convirtió en multiplicadora de las difamaciones a Falun Gong, publicándolas en un periódico de la prisión y contando historias de transformación de las practicantes. También usaban todas las carteleras de la prisión de todos los pabellones y plazoletas.

En 2019 todas las reclusas fueron obligadas a firmar en un tablero las calumnias contra Falun Gong, para declarar su postura contra la práctica.

Encubrimiento de pruebas

Cada vez que algún organismo internacional o inspector visitaba la Prisión por presión de las denuncias, los guardias maquillaban las pruebas, decoraban los espacios con recortes de papel hechos a mano, pinturas etc. Manipulaban las grabaciones de vídeo de la prisión.

Tampoco permitían entrevistar a las practicantes firmes, a quienes encerraban en las celdas apartadas de la vista de los inspectores.

Para evitar las cámaras, ordenaban a las reclusas colaboradoras que aplicaban los castigos severos después de las 22:00 horas, en los lugares que no contaban con cámaras de vídeo.

Una Reflexión

Prisiones como esta no deberían existir en ninguna parte. Denigran la condición como persona y está en contra de todos los derechos humanos. Los procesos utilizados para la tortura y el lavado de cerebro, cuidadosamente aplicados, terminaban aniquilando el alma de las víctimas, hasta convertirlas en seres carentes de autodeterminación.

En ningún momento un Estado debería perder su función primordial de proteger a sus ciudadanos, provocando la aniquilación de un grupo minoritario, por el solo hecho de que este cree en un Dios, y de paso convirtiendo a su propia gente en monstruos despiadados y a su sistema de seguridad en los mayores violadores de los derechos humanos.

Articulo escrito por Beatriz Rodríguez con información de Minghui.org

Foto: envato

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