5 minutos. La adquisición de Twitter por parte de Elon Musk envía un claro mensaje sobre el clamor de millones de personas que se sienten marginadas por las políticas restrictivas de las Plataformas Digitales.
Elon Musk es, no solo el hombre más rico del mundo, sino uno de los personajes más controversiales en la actualidad.
Supremamente activo en redes, tiene más de 80 millones de seguidores en Twitter, quienes permanentemente están pendientes de sus comentarios. Muchas veces influye en el valor de las criptomonedas, como ocurrió con Bitcoin en 2021, o con Dogecoin a principios de 2022.
Ya antes de eso, a finales de 2020 había anunciado el traslado de su sede, de California a Austin, en Texas. California, el estado más rico del oeste de EEUU, ha manejado una política bastante inclinada hacia la izquierda; así mismo, estableció unas normas de confinamiento muy estrictas durante la pandemia del covid-19.
Por este motivo, ante la negativa a permitirle operar sus empresas, Musk decidió migrar a Texas; se trata de un estado mucho más conservador, y que ofrece mejores incentivos en impuestos y salarios.
Sin embargo, la razón más importante por la que Musk suele ser tan mencionado en los medios –aparte de los temas de Space X y Tesla- es la costumbre de dar opiniones que generan enfrentamientos, tal como roces con Jeff Bezos, su eterno rival en la conquista del espacio.
Por otro lado, recientemente nos enteramos de la compra del 9% de las acciones de Twitter, lo que convirtió a Musk en accionista mayoritario. Pero como él no hace las cosas a la ligera, pronto se rumoró de que realmente iba tras la totalidad de esa plataforma de opinión.
Twitter, al igual que otras plataformas digitales, como Facebook o YouTube, ha estado creando controversia por las restricciones que aplica en los contenidos que se publican allí. El problema es que tales controles parecen ser sesgados hacia aquello que contradiga la cultura progresista, de la cual ellos parecen ser voceros. La cancelación de la cuenta del expresidente Trump es un claro ejemplo de ello.
El hecho es que el pasado 14 de abril, Musk ofreció comprar el resto de Twitter por US $43.000 millones. Sobre esta oferta, explicó:
“He invertido en Twitter porque creo en su potencial para ser la plataforma de la libertad de expresión en todo el mundo y creo que la libertad de expresión es un imperativo social en una democracia funcional. Sin embargo, desde que realicé mi inversión me he dado cuenta de que la empresa no prosperará ni servirá a este imperativo social en su forma actual. Twitter necesita transformarse como empresa privada”.
Aunque ante esta oferta, inicialmente el Consejo de Administración de Twitter se opuso, Elon Musk continuó presionando y ofreciendo alternativas para poder concretar una negociación. Incluso había anunciado que, en caso de fracasar la negociación, apelaría a un plan B.
Finalmente, el 25 de abril se conoció la noticia de que se había logrado un acuerdo con el consejo de Twitter, por lo que el millonario de origen sudafricano se hizo a la totalidad de la plataforma.
Entre otras cosas, al comentar sobre la noticia, Musk indicó:
“La libertad de expresión es la base de una democracia funcional y Twitter es la plaza del pueblo digital donde los asuntos importantes para el futuro de la humanidad son debatidos”.
Además, agregó que,
“También quiero hacer Twitter mejor que nunca al potenciar el producto con nuevas características, convertir los algoritmos en fuente abierta para incrementar la confianza, vencer a los ‘bots’ de ‘spam’, y autentificar a todos los humanos”.
Estas palabras nos dejan ver que indudablemente su decisión es combatir la tendencia cada vez más marcada de las Big Tech, de imponer el pensamiento único y el adoctrinamiento progresista.
Ya con anterioridad Musk había opinado respecto a la crisis que actualmente vive la plataforma de streaming Netflix. Este medio, enfocado en la difusión de películas y series es la que cuenta con mayor el número de suscriptores, aproximadamente 221 millones. Sin embargo, desde 2021 ha venido perdiendo miles de suscriptores, especialmente en EEUU y Canadá.
Muchos piensan que, esta situación de Netflix se presenta por su tendencia cada vez más sesgada hacia el progresismo y la ideología woke. Sin embargo, Netflix lo atribuye a situaciones como el covid, o el retiro de Rusia por la guerra de Ucrania, pero lo cierto es que los suscriptores encuentran cada vez más contenido con clara tendencia progresista.
Musk expresó en un trino que, “El virus woke está haciendo que Netflix sea imposible de ver”. Más adelante, en otro trino comentó: “Verdad, ¿pueden por favor hacer ciencia ficción y fantasía que al menos trate “mayormente” sobre ciencia ficción y fantasía?”.
Tratándose de Musk, se entiende entre líneas que ya está mirando hacia las plataformas de streaming.
Lo que finalmente podemos advertir, es que no se trata de las preocupaciones de un multimillonario excéntrico. La imposición de las ideologías progresistas y de la cancelación, así como el pensamiento único, han ido llenando todos los espacios de opinión.
Las iniciativas de Elon Musk en realidad son una respuesta a las inquietudes de millones en el mundo que están viendo, inermes, como una ola de doctrinas e imposiciones progresistas arrasan con todo.
Por lo tanto, esperemos que la idea de volver a la democracia de la opinión, se pueda materializar. Que el entretenimiento sea solo eso, y no adoctrinamiento. Que la educación consista, nuevamente, en conducir a los alumnos a pensar por sí mismos y a crear aquello que nazca de sus mentes; no a que todos piensen igual a como lo dictan quienes se han apropiado de la verdad y han logrado imponer una agenda que está destruyendo los valores más fundamentales de la sociedad.
Escrito por Carlos Morales G.
Foto: wikimedia commons
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