El domingo pasado, 25 de abril, el mundo celebró con gran regocijo el premio Oscar a mejor dirección y mejor película otorgado a Chloé Zhao, por su filme Nomadland, siendo la primera mujer asiática en ganar este galardón. Pero lo triste es que, a pesar de su reconocimiento, Chloé no es profeta en su propia tierra, China, donde reinó el silencio y la censura.
Zhao nació en Beijing, China, pero desde pequeña fue educada en el Reino Unido, para posteriormente radicarse en Estados Unidos. Recibió influencia de su padre, un rico industrial, y de su madrastra, una comediante reconocida. Ambos le infundieron la tenacidad para seguir adelante a pesar de las dificultades y le enseñaron a encontrar la bondad en todos los seres humanos.
Al terminar sus estudios secundarios, Zhao se radicó en Massachusetts, EE.UU. para aprender ciencias políticas y luego en 2010 se mudó a Nueva York, para iniciar en el programa de posgrado de cine de la Tisch School of the Arts. Allí hizo su primer largometraje, Songs My Brothers Taught Me, filmado en una reserva de indígenas en Dakota del Sur, con actores no profesionales.
En la película Nomadland, Chloé muestra cómo es la vida de las personas que tienen su hogar y viajan en casas rodantes por todo EE.UU. Destaca la transitoriedad de sus vidas, lo impredecibles que pueden ser, pero a la vez la libertad incomparable al no tener ataduras. Su originalidad y calidad de dirección le permitieron recibir premios en los festivales de cine de Toronto y Venecia.
Anteriormente, en 2017 había realizado la película The Rider, el drama de un jinete de rodeo que queda incapacitado para volver a montar. Sus actores, como siempre lo hace Zhao, fueron personas comunes, no profesionales, que transmitieron la emoción natural de la historia.
Su próxima película es un comic de superhéroes inmortales de Marvel, llamado Eternals, donde Zhao usará su visión y voz distintivas, al lado de Angelina Jolie y Salma Hayek, entre otros famosos. Eternals hará su estreno en noviembre.
Unos meses antes, cuando Nomadland ganó el Globo de oro a mejor dirección, los medios chinos controlados por el estado lo alabaron como el “orgullo de China” y las redes sociales lo celebraron en grande.
Sin embargo, cuando Zhao empezó a ser muy reconocida, apareció un resquemor del gobierno chino al descubrir que Zhao había declarado en una entrevista en 2013, que había ‘mentiras por todas partes’, refiriéndose a Beijing.
Esta fue la razón para que la noticia del Oscar se censurara en toda China especialmente a través de las redes sociales. Bloquearon las plataformas Weibo y Wechat, y frases claves como ‘Chloé Zhao gana el Oscar’, o ‘Nomadland’, no daban resultados.
“Las autoridades comunistas parecen haber tomado nota de ello: las publicaciones que celebran la victoria de Zhao están siendo retiradas de redes sociales, y los medios, controlados por el Estado, no mencionaron los premios”, indicó el periódico South China Morning Post, de Hong Kong.
El gobierno prohibió a todos los medios, incluidos la agencia Xinhua y el Diario del Pueblo, transmitir la ceremonia de premiación. Así mismo, se abolió el marketing de la película, al igual que el del cortometraje Do Not Split, que aboga por la democracia en Hong Kong.
Pero, afortunadamente todo esto no le impidió a Zhao convertirse en una de las cineastas más famosas del Hollywood actual.
Sin embargo, estas censuras a las expresiones artísticas por parte del régimen chino no son nuevas. Para nadie es un secreto que el Régimen comunista no resiste ser criticado, ante lo cual ejerce mordaza al arte y persecución a quienes lo cuestionan.
Tal es el caso del reconocido artista y disidente Ai Weiwei quien es perseguido, vigilado y condenado a permanecer dentro de su estudio de Beijing, porque el régimen ve sus obras como una amenaza a su política. Ai Weiwei describe a China como “un Estado policial”.
Así mismo, el poeta Wu Mingliang (Langzi) fue detenido en julio de 2017 por firmar una carta apoyando a Liu Xiaobo, escritor y ganador del Premio Nobel 2010, quien murió siendo preso político en China.
La política de silenciar a los artistas en China se expande fuera del país, tal como ha sucedido con la compañía neoyorkina de danzas clásicas chinas, Shen Yun Performing Arts, que desde el año 2006 viene sufriendo persecuciones a través de las embajadas chinas de cada país donde la compañía artística se presenta. Estas exigen a los gobiernos la cancelación de las presentaciones. Desafortunadamente los gobiernos afines o dependientes económicamente de China, acceden a censurar al arte dentro de su territorio. El temor del gobierno chino es que Shen Yun exponga la tragedia que, dentro de China, sufre el grupo espiritual Falun Dafa desde 1999.
Editorial VCSradio.net