El cuento “Chocolate encuentra un hogar” nos enseña la importancia de la honestidad y la responsabilidad, así como el valor de la compasión y la solidaridad
Nacido en un barrio humilde de la ciudad, todos se asombran de este lindo perrito de grandes ojos marrones y pequeñas orejas amarillas, cuya nariz resalta con el color café de su fino pelaje; si no fuera por su suave y alegre latido, se confundiría con un muñeco de peluche: es muy hermoso.
¡Su mamá le ha puesto el nombre de Chocolate!
Chocolate y sus hermanos viven en una casa humilde donde son tratados con cariño, pero debido a la situación económica de sus dueños y al no tener cómo alimentarlos, toman una terrible decisión, abandonar a los cachorros.
A primera hora de la mañana, su dueño les dice:
A ver, pequeños: vamos ¡entren en esta caja! Entre aullidos y moviendo su cola alegremente, uno a uno, se fueron acomodando. Chocolate, muy entusiasmado comentó:
¡Qué bueno! hoy también saldremos, correremos tras de los pájaros y las mariposas, ¡será divertido! Aaaau aaau…
El dueño los llevó a un lugar muy apartado, lejos del hogar. Los cachorros, inocentes, pensaron que era su paseo, como de costumbre.
El tiempo pasó entre juegos, sin darse cuenta de su nueva realidad; la mañana rápidamente se convirtió en tarde…pero, al anochecer, el cachorro mayor exclamó: ¡Siento mucho frio, hay que volver a casa!
El hermano medio, el más gordito y comilón agregó: ¡Yo tengo mucha hambre! ¡Hay que regresar a casa con nuestra madre! De pronto la alegría se desvaneció… se sintieron solos y tristes.
Su madre, que se encontraba muy lejos de ellos, estaba inconsolable por la ausencia de sus hermosos hijos, aullaba llamando a sus pequeñines, sin hallar respuesta.
¿A mis hijos, a dónde los habrán llevado? ¡Ojalá no estén pasando peligros y se cuiden! O quizás una persona buena los quiera-. Auuuu, auuuuu, auuuu, decía muy desconsolada.
La dueña de la casa, una mujer un tanto gruñona, le llama la atención por hacer tanto ruido; con un fuerte grito le dice: ¡Cálmate ya, tus cachorros no vendrán!
Ante estas palabras, la embargó una gran tristeza, las lágrimas aguaban sus ojos y en silencio, su corazón sufría mucho.
Entre tanto, en aquel parque la noche se hacía más y más fría y oscura. Los cachorros temblaban de miedo y frío.
¡Hermanitos, acerquémonos bien juntitos y así nos daremos abrigo! Les dice Chocolate con ánimo de tranquilizarlos.
Y fue así, como se quedaron dormidos.
Al amanecer, sus hermanos ya no estaban, habían desaparecido y Chocolate estaba solito. El cachorro cogió camino sin rumbo alguno y de pronto… ve correr a unos niños que llevan a sus hermanos cachorros en sus brazos. Chocolate, muy abatido, tímidamente saca su patica y les dice: ¡Adiós!
Pasaron varios días y chocolate estuvo viviendo en la calle, expuesto a muchos peligros; solo salía en las noches para ir a conseguir algo de comida y durante el día siempre se mantenía escondido.
Una mañana, de pronto, una pelota entró y ¡pah!, golpeó fuertemente su nariz y… ayyy, aaaa achissss, lo dejó un poco aturdido. Al levantar la cabeza, ve ante él a una niña que se asoma a la entrada de su escondite.
La pequeña, con voz dulce, le dice a esta pequeña criatura:
¡Qué hermosos y asustados ojos marrón tienes! Tranquilo no temas, solo soy una niña, ¿qué haces ahí escondido? El cachorro posa su mirada en ella y comienza a llorar…
¡aaa auuu auuu, estoy muy triste porque he perdido a mis padres y a mis hermanos, los cuales jamás volveré a ver, auuuu, auuu auuu, llevo días acá escondido… un perro gigante me confundió con un pequeño ratón y quería comerme, extraño mucho a mi madre. Mientras eso decía, entre lágrimas tiritaba de hambre y de frío.
La pequeña se conmueve profundamente hasta las lágrimas y le dice: desde hoy no estarás más triste, te llevaré conmigo y harás parte de mi familia. Lo levanta con sus pequeñas manos, lo abraza y le sonríe; el cachorrito une su cuerpo al de la niña, con un tierno y agradecido aullido de alegría uau, uau, uauuu y le dice:
¡Me llamo Chocolate! Y yo me llamo Estrellita.
Justo en ese preciso momento… ¡Estrellita, vamos a casa, apúrate! La niña apresuradamente coloca al cachorro en el bolsillo de su vestido, por temor a que la madre lo rechace.
Ya se podrán imaginar cómo era el tamaño de tan hermosa criatura… y así se da inicio a una hermosa y tierna amistad.
Lamentablemente la niña no imaginó las consecuencias de mentirle a sus padres y esa noche Estrellita se esmeró en ocultar a Chocolate, el cual estaba hambriento y por poco su madre lo encuentra tomando leche y comiendo galletas que la pequeña gustosamente le compartió. ¡Qué gran susto me ha dado! Dijo chocolate, un poco agitado.
Rápidamente esconde al cachorro en su bolsillo y nuevamente miente a su madre diciendo que le duele el estómago y que quiere dormir; la madre de Estrellita la obliga a tomar un agua aromática muy amarga y nada agradable, pero era imposible rechazarla y, sin reparo, rápidamente se la toma.
Esa noche los dos amigos duermen profundamente, Chocolate está agotado, Estrellita lo abraza y le da la bienvenida a su nuevo hogar. Está muy feliz de tenerlo en casa.
A la mañana siguiente sus padres entran al cuarto y se llevan una gran sorpresa al ver a su hija en compañía de su precioso amigo… la madre con gran asombro le exclama: ¿Estrellita, de donde lo has sacado? La niña despierta de un salto; Chocolate y la pequeña se esconden bajo la manta, lo que genera el enojo de sus padres.
¡Sal de ahí pequeña traviesa, me debes una explicación! –
Estrellita solo deja ver sus ojos, al igual que el cachorro y, tímidamente, le dice a su madre: es un perrito de felpa. la madre en principio duda, pero Chocolate salta de un brinco a lamer la mano en la cual había un trozo de pastel.
¡Con que sí… mmm de felpa, sal de ahí Estrellita!
La niña le contesta. ¡llegó en mis sueños, mamita!
Los padres exclamaron al unísono: ¡con que, si ¡aja! es un sueño hecho realidad, mmm.
El padre afirma: ¡no se quedará, no me gustan los perros, cuidar de ellos tiene mucho trabajo!
Estrellita se pone a llorar al igual que Chocolate. Buaaaa. Buaaaa. Auuuuu, auuuu.
La madre un poco más comprensiva le exclama: – ¡te daré la oportunidad de decir la verdad!
Papitos lo he encontrado en el parque, me ha contado que no tiene familia ¡por favor chocolate necesita un hogar!
Los padres, al ver a tan adorable y pequeña criatura, se miran entre sí… lo observan, su ternura los llena de cariño.
Hija, es muy importante ser honesta y decir siempre la verdad, y más aún, a nosotros tus padres. Y la mamá agrega: Eres una personita solidaria y compasiva con el sufrimiento de los demás, por tal razón, vamos a adoptar al cachorro. Pero cómo nos has mentido hoy te quedarás limpiando y organizando tu cuarto y otras tareas de la casa; mientras tanto nos vamos con tu padre y Chocolate para hacerlo revisar del veterinario.
Así los padres aplican un correctivo a su hija por haber mentido y faltado a la confianza de ellos. La niña baja la cabeza y muy apenada les dice:
¡Les ofrezco una disculpa, de ahora en adelante diré siempre la verdad y seré más obediente; gracias por orientarme con amor y permitirme tener a Chocolate!
Gracias a la bondad de Estrellita y de su familia, desde ese día, Chocolate encontró un hogar.
Adaptación para VCSradio.net del cuento “Chocolate encuentra un hogar”, escrito por Adriana Contreras Pineda.
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