6 minutos. Los fundadores del Foro de Sao Paulo trazaron una agenda para tomarse el poder en toda Latinoamérica, y lo han venido cumpliendo cabalmente. La pregunta es: ¿será Colombia el próximo país en caer?
Cuando a finales de los años 1980 se produjo la caída de la Unión Soviética, repentinamente la extrema izquierda latinoamericana quedó totalmente desprotegida. Hasta entonces, la poderosa dictadura comunista había apadrinado al gobierno totalitario de Fidel Castro; a través de este, había extendido su influencia en el desarrollo de muchos movimientos guerrilleros de izquierda, en el continente americano.
Todo esto formó parte de la guerra fría de los años 60, y fue una manera de penetrar la zona de influencia de EEUU. Pero con la caída del comunismo soviético, las cosas cambiaron para Cuba y sus aliados, pues perdieron sus fuentes de financiación y apoyo político.
Sin embargo, ellos no se quedaron quietos ni un momento. En 1990 se llevó a cabo en Sao Paulo, Brasil, el llamado Foro de Sao Paulo. Presidido por Lula da Silva y Fidel Castro, el foro convocó a todos los líderes de izquierda de la región. El objetivo: trazar los planes para expandir el comunismo en Latinoamérica.
Fidel Castro siempre soñó con ser el nuevo Bolívar del continente y expandir su revolución a todos estos países. Para esto, se buscaba conformar una especie de Unión Soviética americana, con La Habana como eje.
Pero para esos años, viendo cómo el modelo soviético había fracasado, en el Foro se Sao Paulo se entendió que ya no se podía seguir el camino de la revolución violenta. Esto había funcionado en Cuba por el respaldo soviético, pero ahora debían implementar un modelo más moderno.
Lo primero, era lograr el objetivo de desestabilizar los procesos democráticos en el continente; para eso, decidieron seguir la propuesta del teórico marxista italiano Antonio Gramsci. Éste había dicho, en las décadas de 1920 y 1930, que el sistema implantado en la Unión Soviética fallaba desde su comienzo, pues la revolución no debía hacerse desde la base obrera.
Gramsci creía que, para que el sistema comunista perdurara en el tiempo, debía hacerse desde el ámbito de la cultura. Debía llevarse el adoctrinamiento a los estudiantes, pues sería de las universidades de donde saldrían los jueces, profesores, periodistas, políticos y pensadores que liderarían el cambio hacia el comunismo radical que buscaban.
En realidad, la influencia del pensamiento de Gramsci se extendió rápidamente por Europa y Norteamérica; por ello, las ideas del Foro de Sao Paulo tampoco eran originales. De todos modos, en dicho foro se acordó una agenda que debía cumplir sus objetivos totalitarios.
Por supuesto, los líderes izquierdistas cumplieron sus papeles en cada uno de los diferentes países, y pronto se vieron los resultados. La llegada de Hugo Chávez en 1999 al poder en Venezuela, fue el inicio de una oleada de dirigentes de izquierda que arribaron a la presidencia.
Lula da Silva en Brasil, Ernesto Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Michelle Bachelet en Chile, Pepe Mujica en Uruguay, el regreso de Daniel Ortega a Nicaragua…
La ola parecía imparable y claramente se apreciaba cómo la agenda trazada por el Foro se cumplía a cabalidad.
Pero si bien, la propuesta de Gramsci ha resultado ser efectiva en cuanto a la expansión del comunismo, tampoco sirvió para solucionar los problemas sociales de ninguno de los países que adoptaron la fórmula.
La debacle social y económica de Venezuela es el mejor indicador de este fracaso. La implementación del autoritarismo, por medio del terror para imponer un sistema que no permite otra opinión que la de la dictadura, ya había llevado a la miseria a los cubanos.
Sin embargo, eso es parte de las agendas comunistas: probar una y otra vez la misma receta, creyendo que alguna vez pueda dar resultados diferentes. Por supuesto, el desastre no alcanzó a las familias de Chávez ni Maduro, como tampoco había alcanzado a la familia de Fidel castro, enriquecida en cómodos exilios.
Con tintes más suaves se ha probado en los otros países, sencillamente porque en esos casos no han tenido el apoyo de los ejércitos. Pero de todos modos se las han arreglado para generar más pobreza y corrupción. Por ello algunos terminaron en la cárcel o huyendo, como Lula y Correa.
Todo esto generó una pausa en la arremetida izquierdista hacia 2016, pero rápidamente el movimiento tomó aire y continuó el plan. Por algo, Maduro dijo claramente en un discurso:
“Estamos cumpliendo el plan, Foro de Sao Paulo. El plan va como lo hicimos”.
Desde las revoluciones bolchevique y la del Partido Comunista Chino, PCCh, ha sido claro que una de las consignas del comunismo es hacer válidas todas las herramientas necesarias para acceder al poder. Por eso los líderes regionales no han dudado en apelar incluso a alianzas con el narcotráfico para obtener recursos. Tampoco hay problemas en utilizar grupos extremistas para sembrar el terror en zonas marginadas.
Por supuesto, también se fortalecieron los lazos con el PCCh, Rusia e Irán, todos interesados por diversos motivos en extender su influencia en el continente americano. Todo esto permitió que Chile, Perú y Colombia, los tres países que hasta el momento se habían mostrado ajenos a la contaminación socialista, comenzaran a ceder.
Hábilmente se promovieron gigantescas “protestas sociales”, ayudados por medios cómplices, redes sociales que ponían mordaza a las ideas conservadoras, y movimientos estudiantiles ya muy adoctrinados.
Y, estas protestas fueron infiltradas por grupos violentos financiados desde países como Rusia, y grupos delincuenciales internos interesados en promover el caos. A esto lo han llamado la ‘segunda ola del Foro de Sao Paulo’.
Con esta estrategia, ya penetraron a Perú y Chile. A pesar de ser dos de los países que mostraban mejores indicadores económicos y sociales en el continente, se logró convencer a sus ciudadanos de que estaban en medio del desastre, para lo cual presentaron sus respectivos mesías revolucionarios que los librarían del mal. En pocos meses se comenzaron a ver los resultados de esas malas decisiones.
Ahora solo les queda Colombia. Hay muchos que afirman que, si cae Colombia, sería el desastre final para Latinoamérica. En el Foro dirían que es la cereza que le faltaba al pastel. Por ese motivo, las elecciones que se llevarán a cabo el próximo 29 de mayo en Colombia, son determinantes.
El candidato Petro es más peligroso que Castillo o que Boric porque, primero, viene desde la guerrilla y por lo tanto no se detendrá ante ningún obstáculo para lograr sus metas. Y segundo, porque los años de experiencia en la política populista le enseñaron que la mejor arma que posee es el perfecto uso de la mentira para crear fantasías y explotar los resentimientos de sus seguidores.
La habilidad para sembrar el odio y la discordia mientras habla de paz, así como la de hacer creer que destruyendo todos los medios que generan riqueza al país podrá traer prosperidad a los pobres, lo han llevado a la cima de las preferencias de muchos incautos.
Pero, faltando unos días para esa fecha, no tiene ganado todavía nada. También son muchos los que ven claramente cómo él es una amenaza para la estabilidad del país.
Aunque en el Foro de Sao Paulo se trazaron unos lineamientos que hasta ahora han arrojado el resultado de tomarse gran parte del continente, todavía no han cumplido todas las metas. Lo cierto es que solo han logrado llevar más pobreza y desesperanza a muchos pueblos ya empobrecidos.
Si la tiranía y la miseria eran parte importante de los planes de dicho foro, como se ha podido ver, podemos decir que han tenido mucho éxito. Pero, como dijo Lincoln,
“Se puede engañar a algunos por un tiempo, pero no a todos todo el tiempo”.
Esperamos que ese despertar tan necesario permita que se comiencen a revertir los planes del Foro de Sao Paulo. Aunque algunos pueblos, como el venezolano o los de Cuba y Nicaragua tendrán que luchar duramente contra unas tiranías que parecen invencibles, Colombia tal vez no tenga que llegar hasta ese extremo; bueno, si decide inteligentemente.
Escrito por Carlos Morales G.
Foto: Logo del XIX Encuentro del Foro de Sao Paulo
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