La golondrina y los pájaros es un cuento que enseña que es importante escuchar los consejos de las personas sabias y con experiencia, incluso si no estamos de acuerdo con ellos. La terquedad y el orgullo pueden llevarnos a sufrir consecuencias negativas
Otros cuentos infantiles
Érase una vez una golondrina que había viajado mucho, y como no hay mejor forma de aprender que viajando y conociendo cosas nuevas, la golondrina sabía muchas cosas. De oriente a occidente, de norte a sur; había recorrido el mundo y, en consecuencia, podía predecir las calamidades antes de que sucedieran porque ya las había vivido.
Con solo mirar las nubes podía prever y avisar a los marineros de cuándo arreciaría una terrible tempestad, pues sabía predecir hasta la llegada de las lluvias, las borrascas y las marejadas… ellos recibían con mucho respeto los sabios consejos de la golondrina ya que los mantenía alejados del peligro en medio del extenso mar.
Un día la golondrina se encontraba sobrevolando un amplio campo, en el cual se hallaban también otros pájaros. Fue entonces cuando vio a un campesino que abría surcos en la tierra y en ellos echaba semillas. La golondrina ya sabía lo que iba a nacer de esas semillas y lo que podría suceder a continuación, por lo que les dijo a las aves que se encontraban allí:
¡Rápido! ¡No pierdan tiempo! ¡Todas esas semillas que han caído en los surcos serán su perdición! ¡Estas crecerán y se volverán enredaderas con gigantescas hojas que los atraparán cuando vuelen muy bajo! ¡Y si no quedan atrapados por las enredaderas, entonces sufrirán por todas las máquinas pesadas que traerán! ¡Créanme, o si no se arrepentirán!
Pero las demás aves, que solo conocían ese pequeño campo y sus alrededores y estaban tan acostumbradas a vivir allí… se burlaron de la golondrina. ¡ Jajajaj pero qué atrevimiento el suyo! Dijo una mirla.
¿Cómo es que esta golondrina puede venir aquí a decirnos lo que sucederá en el lugar en el que vivimos? ¡Esto no tiene sentido! Murmuro un jilguero.
La golondrina sintió pena por todas aquellas aves e intentó convencerlas de que debían irse de aquel lugar, pero no la hicieron caso.
El tiempo pasó y las semillas que había dejado el campesino en los surcos empezaron a crecer rápidamente. Cuando la golondrina volvió a pasar por aquel lugar, pudo ver cómo lo que había profetizado se estaba ya, haciendo realidad y con gran preocupación insistió una vez más en convencer a las aves, de que se fueran de allí.
¡Háganme caso, por favor! Ya no hay semillas que comer, pero aún se pueden ir de aquí y salvarse de lo que se avecina. Les aseguro que, si permanecen en este lugar, será su perdición.
Pero de nuevo los pájaros hicieron oídos sordos ante las suplicas y se rieron de la golondrina.
Jajajajaja ¿Cómo así que, aquellas plantas, que probablemente no crecerán mucho, podrían volverse nuestra perdición? Jajajajaja Dijo incrédula una perdiz.
¡Acá es donde tenemos suficiente comida y dónde construir nuestros confortables nidos! Afirmó el jilguero.
¿Pero… qué sabía la golondrina de todo aquello?
El tiempo pasó y la golondrina no volvió a sobrevolar aquel lugar, pero las demás aves sí que pudieron ver lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos:
¡La golondrina tenía razón esas semillas que ha plantado el campesino en los surcos, se han convertido en enormes y espesas enredaderas! Exclamó un pequeño copetón.
Cuando un pájaro intentaba sobrevolarlas quedaba atrapado en esa terrible prisión vegetal, de la que ya después por más aleteos y esfuerzos no se lograba salir jamás. ¡Por favor he quedado atrapada, que alguien me ayude! Exclamó la mirla.
Y los que no fueron atrapados en la prisión vegetal, quedaban atrapados en las enromes máquinas que los campesinos comenzaron a llevar al campo… sus nidos destrozados y sus polluelos indefensos, expuestos y muy asustados.
¡Que tontos y soberbios hemos sido, al desconocer el buen consejo que nos daba nuestra experimentada golondrina! ¡Ahora tenemos que mirar como salimos de este tremendo lio… y comenzar de nuevo! Dijo entre sollozos la paloma.
¡Regresa! ¿A dónde te fuiste Golondrina? Agregó la mirla toda desplumada y abatida.
Pero su amiga consejera, ante la falta de atención y escucha de sus vecinos voló tan rápido y tan lejos que no quedó ni rastro de a donde se habría marchado. Pero algo si tenía en claro, ir a brindarle sus sabios consejos a quienes lo necesitaran
Y así fue como los pájaros, por imprudentes y tercos por no recibir un consejo de alguien que sabía más que ellos, terminaron por vivir el peor de los destinos. ¡Nunca debemos subestimar el aprendizaje y la experiencia de los personas sabias y buenas!
Adaptación para radio de VCSradio.net al cuento publicado en bosquedefantasias.com