CANUTILLA, LA NIÑA QUE NO SABÍA LEER – Cuento Infantil

10 Minutos. Canutilla la niña que no sabía leer es un divertido cuento que puedes escuchar o leer a continuación:

Canutilla la niña que no sabía leer

Canutilla no quiso aprender a leer; como era muy terca no escuchaba a quienes que le aconsejaban que aprendiera. ¡Hasta que un día… le pasó algo por no saber leer!

Todos los chicos se burlaban de ella, porque Canutilla, que era muy bonita, y se peinaba muy bien su capul, se ponía unos vestidos muy bonitos, de flores, de frutas y de pájaros, tenía ese defecto de: ¡no saber leer! Y, lo peor era que no quería aprender. A la escuela no iba ni amarrada, y los libros no los miraba ni por el forro.

– A mí lo que me gusta es la radio, el cine y la televisión

Le decía a su amigo Petete –

¿Y sabes por qué me gustan esas cosas? Pues porque todo se oye y se ve.

– Las letras también se ven, Canutilla.

Le contestaba el chico muy serio, abriendo su cartilla.

– Mira, ¡te voy a enseñar!

– ¡A mí déjame tranquila, Petete! Eso de leer es más difícil que los crucigramas del periódico. No quiero llenarme de letras la cabeza, que a lo mejor se me despeina mi hermoso capul …

y se marchaba tarareando, encantada de la vida.

Llegó la Navidad y la madre de Canutilla llamó a su hija y le dio una cesta con turrones, para que tía Etelvina celebrara también las fiestas.

– Canutilla!… Canutilla!. Quiero que le lleves esta cesta a tu tía Etelvina para que le alegremos la navidad. Sé que hace tiempo no vas por su casa, pero estoy segura que recordarás el camino. Apúrate chiquilla, que se te va a anochecer!

Canutilla se fue muy contenta y a paso rápido. A la entrada del camino había un cartelón muy grande que decía: ¡CUIDADO: ¡PERRO PELIGROSO!. Canutilla lo vio, pero como a ella lo que le gustaba era la radio, el cine y la televisión, no perdió el tiempo en descifrar aquellas letras. Y, claro, el gigantezco perro, salió, arremetió contra ella y le tiró la cesta.

Canutilla soltó la cesta y no paró de correr hasta llegar a una cerca. La saltó y se puso a mirar por una rendija cómo el perro se comía todas las cosas ricas de la cesta, sin dejar ni un solo turrón.

– ¡Pobre tía Etelvina! –

Suspiró Canutilla con mucha pena. y siguió andando y andando.

Entró en el bosque y, afortunadamente, no se encontró allí con ningún lobo, pero sí con otro cartel que decía: ¡PROHIBIDO EL PASO: ¡ZONA PANTANOSA!. Claro, que como lo que le gustaba a Canutilla era el cine, la radio y la televisión, porque las letras… etcétera, etcétera…, pues no se preocupó del letrero y se fue metiendo y metiendo en un barrizal enorme que había por aquel sitio, y cuanto más hacía por salir, más se le hundían las piernas, y los brazos, y todo.

Llorando y gritando pidió socorro y, cuando un guardia apareció entre los matorrales y le echó una mano para sacarla de allí, la pobre Canutilla tenía el vestido todo desplanchado, y lleno de barro, y roto.

 ¡Pero, niña!, ¿es que no has visto el cartel?

– Sí que lo he visto –

– Pues lo dice bien claro. Prohibido el paso, zona pantanosa!. Y ya eres mayorcita para saber leer!

Antes de llegar a casa de tía Etelvina, Canutilla vio otro cartel: ¡ATENCIÓN, PASO DE TRENES!. Como ya estaba un poquito asustada, se puso a deletrearlo, pero no sabía juntar las letras y aquel cartel seguía sin decirle nada.

A… ate… nnnn… ah! Si me quedo leyendo se me va a anochecer.

Y fue y se metió en la vía en el momento en que un tren venía a toda velocidad.

Canutilla, asustada, no sabía si ir para atrás o para adelante. La locomotora apareció tras una curva y se le echó encima. Gracias a una mujer que salió de una caseta con un trapo rojo en la mano, y que corrió hacía ella y la agarró del pelo, tirándola hacia atrás, se salvó Canutilla de una muerte segura.

Se salvó, sí, pero su capul se enredó y quedó con un aspecto que daba lástima y miedo. Así llegó a casa de tía Etelvina, que al ver a su sobrina en un estado tan lastimoso casi se desmaya.

Y al día siguiente, cuando Canutilla se encontró con su amigo Petete, bajó los ojos y le preguntó, sin mirarle.

-Oye: ¿tienes ahí la cartilla?

-Sí. ¿Por qué?

-Porque me parece que voy a dejar que me enseñes a leer… La radio, el cine y la televisión están muy bien, pero ¡hay tantos cartelitos por ahí…! ¡Tengo que aprender a leer!

Autor: Juan Antonio Iglesias

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Diseño gráfico: Jaime Rincón con imágenes de Pixabay.com