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Niño japonés orando
La distribución de folletos sobre abuso infantil en escuelas japonesas ha generado controversia por su definición amplia y ambigua de “abuso”, que parece apuntar a ciertas prácticas religiosas.
En Japón, la Oficina de Educación Primaria y Secundaria y otras organizaciones del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología distribuyen en las escuelas primarias, intermedias y secundarias folletos ilustrados sobre el abuso infantil, incitando a los escolares a tomar conocimiento y reportarlo oportunamente. Hay folletos similares en varios otros países, y la prevención del abuso infantil es sin duda un objetivo primordial.
Sin embargo, la forma en que estos folletos que se están distribuyendo en 2024 en Japón han definido y abordado el concepto de “abuso”, ha provocado una controversia sustancial.
Según observaciones realizadas por el italiano Massimo Introvigné, fundador y director general del Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones (CESNUR), los folletos parecen incluir manifestaciones típicas de la religión conservadora en su definición de “abuso infantil”. Los folletos sugieren que ciertas prácticas de la religión conservadora podrían considerarse abuso infantil.
Al comparar estos folletos con las “Preguntas y respuestas sobre el manejo del abuso infantil y casos similares relacionados con creencias religiosas y similares” publicadas por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón a fines de 2022, se vuelve evidente que la información en el folleto pretende desacreditar ciertos grupos religiosos, como la Iglesia de la Unificación, los Testigos de Jehová y la Iglesia Católica Romana.
La distribución de estos folletos parece estar influenciada por una preocupación por la influencia de estas religiones en la educación de los niños japoneses.
Las definiciones de “abuso” presentadas en los folletos son amplias y ambiguas. Se incluyen acciones tan comunes en la práctica religiosa como la participación en actividades religiosas y la enseñanza sobre conceptos como el “infierno”. Esto plantea interrogantes sobre la verdadera intención detrás de la distribución de estos folletos y si se están debilitando los derechos de los padres a enseñar y transmitir sus creencias religiosas a sus hijos.
Las referencias más extrañas y alarmantes en los folletos son aquellas que consideran “abuso” decirles a los niños que si “hacen o no hacen” ciertas cosas “irán al infierno”. Esta es una enseñanza muy común en las iglesias cristianas conservadoras y también en otras religiones. Aunque quizás ahora estén menos de moda, los cristianos recuerdan cómo los padres y los sacerdotes y pastores del Catecismo Católico o de la Escuela Dominical Protestante, decían a los niños que aquellos que cometen pecados graves van al infierno.
Tanto el catecismo juvenil de la Iglesia Católica (YOUCAT) respaldado por el Vaticano como innumerables materiales didácticos para las escuelas dominicales protestantes conservadoras enseñan que el infierno existe, que es “horrible de contemplar” y que aquellos que cometen pecados graves y no se arrepienten puede terminar allí.
Los folletos empeoran aún más la situación cuando explican a los niños que la “participación forzada en actividades religiosas” es un caso de “abuso”. El adjetivo “forzado”, sin embargo, es ambiguo. Se refiere a la “policía religiosa” que en algunos países musulmanes recorre las calles los viernes y lleva por la fuerza a las mezquitas a los ciudadanos que no quieren ir. Esto es ciertamente un abuso, porque los ciudadanos adultos tienen derecho a disponer libremente de su tiempo libre. Pero en el caso de los menores estos son llevados a la iglesia por sus padres. Puede que les entusiasme más o menos la idea, pero la acción de los padres en estos casos no es un “abuso”.
Otro punto de conflicto es la referencia a la prohibición de las transfusiones de sangre, que directamente señala a los Testigos de Jehová. “No recibir transfusiones de sangre” prescritas por los médicos se menciona explícitamente como un caso de “negligencia”.
Así mismo otra referencia en los folletos es a quienes inducen a “los niños a hablar sobre experiencias sexuales”. Una vez más, uno puede imaginar que se refieren a pedófilos que incitan a menores a contar historias lujuriosas. Pero revisando las preguntas y respuestas ministeriales de 2022 lo que en realidad se denuncia es la confesión que hacen los menores sobre pecados sexuales. Cualquier sacerdote católico estaría de acuerdo en que los jóvenes en su mayoría confiesan pecados relacionados con el sexo. Es difícil imaginar a un joven de 16 años confesando evasión fiscal o pagando sobornos a un funcionario público.
Por tanto, los folletos atacan directamente la “confesión” tal como se practica en la Iglesia católica y en otras iglesias cristianas, donde se comienza a los siete años. La confesión de pecados sexuales incluso entra en la categoría de “abuso sexual”.
Es importante recordar que Japón ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que garantiza la libertad de los padres para educar a sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones religiosas. La distribución de estos folletos a los escolares podría considerarse una violación flagrante del articulo 18 no 4 de este derecho fundamental. No debería permitirse.
En última instancia, es necesario abordar el tema del abuso infantil de manera justa y equitativa, sin discriminar ni estigmatizar ciertas prácticas religiosas.
La libertad religiosa y los derechos parentales deben ser respetados y protegidos en todo momento, incluso en el contexto de la educación escolar. Los folletos distribuidos en las escuelas japonesas plantean serias preocupaciones sobre el respeto a estos derechos fundamentales y deben ser reconsiderados con urgencia.
Artículo escrito por Margarita Restrepo para VCSradio.net con información de https://bitterwinter.org/ ,una revista sobre libertad religiosa y derechos humanos.
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