5 minutos. Un fervoroso creyente deseaba hacer un viaje para encontrar a Cristo en los lugares que Él había recorrido. Veamos qué le aconsejó su guía espiritual.
Un creyente fervoroso había ansiado por años acudir a los lugares sagrados de Jerusalén. Cuando, al fin, pudo organizar lo necesario para tan largo peregrinaje, sintió una enorme alegría en su corazón, pues estaba por cumplir su sueño. Ahora podría adorar a Cristo en los sitios que Él había recorrido predicando su palabra.
Estaba seguro de que, acudiendo a los lugares sagrados, encontraría la paz y el sosiego que su espíritu buscaba con fervor.
Faltaban solo unos días para emprender su viaje cuando, una mañana, se encontró con su guía espiritual, quien lo saludó amablemente, y en seguida le preguntó:
-Te veo muy excitado, ¿tienes alguna buena noticia?
-Sí, maestro. En unos días parto hacia la Tierra Santa –contestó.
-Oh, qué bien. ¿Y con qué motivo?
-Para encontrar a Jesús –repuso, como quien habla de algo obvio.
El guía lo miró pensativamente un instante, y en seguida le dijo:
-Seguramente cuando llegues allá visitarás los templos, irás al monte de los Olivos, harás el recorrido del viacrucis y acudirás al Santo sepulcro, ¿cierto?
-Por supuesto, todo eso pienso hacer.
-Entonces, considerando que desde hace años he sido tu guía espiritual, quiero pedirte que hagas algo antes de partir.
-Por supuesto, maestro, solo dígame qué debo hacer –contestó el piadoso hombre.
-En ese caso, deseo que hagas un recorrido por este barrio, siguiendo hacia el sur, hasta la iglesia, donde entrarás para cumplir con tus oraciones. Después seguirás hacia la parte alta, llegando hasta la última calle, arriba del barrio.
-Hecho esto, regresarás hacia el norte, lentamente, deteniéndote cada dos calles, hasta hacer estas paradas por 14 veces. En cada parada harás una pequeña oración. Finalmente, regresarás acá, donde estaré esperándote.
Un poco confundido, pero teniendo claro que debía seguir las instrucciones de su maestro, el buen hombre inició su caminata, tal como se le había indicado. Después de cumplir con todas las instrucciones, regresó al lugar de origen, donde su guía espiritual se encontraba esperándolo, según le había prometido.
-Maestro, ya cumplí con su solicitud. ¿Qué debo hacer ahora?
-Como tal vez habrás observado –le contestó el guía -, acabas de hacer el recorrido que pensabas cumplir en tu viaje a Jerusalén. Ten por seguro que, con esto, has logrado cumplir con aquello que deseabas. Por lo tanto, puedes regresar a tu casa serenamente, satisfecho por haber realizado tu deseo.
-Pero antes, quiero decirte algo más: debes saber que, desde que Jesús resucitó en el Gólgota, regresó a los Cielos donde mora su Padre, y nunca volvió a vivir en esos lugares por donde alguna vez anduvo. Pero, desde que Dios creó al hombre con un corazón capaz de creer en Él, ni un solo instante ha dejado de habitar allí. Entonces, todo lo que tienes que hacer para encontrarlo, es viajar al interior de tu corazón.
Reflexión: para encontrar el verdadero camino hacia el paraíso, no necesitamos recorrer medio mundo. Solo tenemos que mirar hacia adentro de nosotros mismos con un corazón sincero, y allí podremos encontrar toda lo necesario para emprender el camino de la verdad.
Cuento anónimo adaptado para VCSradio.net
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