8 minutos. Por muchos años, EEUU ejerció su poder económico y político en Latinoamérica. Pero ahora China y Rusia le están cerrando todos los espacios en este continente.
Desde la formación de los países americanos como repúblicas independientes, su relación con los EEUU ha sido muy estrecha, aunque con permanentes altibajos. Sin embargo, hoy día esos lazos son cada vez más débiles, mientras se refuerzan con Rusia y China.
Durante la guerra fría entre la Unión Soviética y EEUU, se conformaron dos grandes bloques mundiales. De un lado se encontraban los llamados países occidentales, como Europa occidental y Latinoamérica, al lado de EEUU. De otro lado, Europa del este acompañaba a la URSS. Para entonces, China no ejercía mayor influencia, inmersa como estaba en el proceso de consolidación del sistema comunista de Mao Zedong.
Por ese entonces, la URSS estableció un emplazamiento en Cuba, donde Fidel Castro recién iniciaba su dictadura comunista. Todo esto llevó a una escalada de amenazas que culminó con la crisis de los misiles en 1962. Tal vez esta fue la ocasión en la que más cerca estuvo el mundo de una confrontación nuclear.
Pero la vida siguió, y en 1990 se desintegró la Unión Soviética, poniendo fin a la era comunista en esa superpotencia.
Sin embargo, el Partido Comunista Chino (PCCh) siguió fortaleciéndose, llevando al país asiático hacia la supremacía mundial. El PCCh aprendió de los errores de la URSS, y mientras se abría al comercio mundial ingresando al mundo capitalista, con la masacre de Tiananmen le dejó claro a su población que no permitiría brotes rebeldes.
Finalmente, en años recientes, ya alcanzadas muchas de sus metas, e instaurada como la segunda potencia económica mundial, China ha salido al mundo a exportar su ideología y a comprar los apoyos que necesita para seguir creciendo.
Mientras tanto, la Rusia de Putin, ya lejos de sus años de superpotencia, pero conservando gran parte de su arsenal militar, busca recuperar parte del espacio de influencia que tuvo.
Aunque hoy no puede hablarse estrictamente de una nueva guerra fría, sí es claro que hay una disputa por el predominio del mundo. Pero esta vez, EEUU está más solo, mientras China y Rusia han formado un frente común. Ellos son apoyados por aliados en diferentes partes del mundo, entre los que destaca Irán, cuyo gobierno reta constantemente a los EEUU.
Dentro de esa confrontación, a veces activa (como la disputa por Hong Kong y Taiwán o Ucrania), a veces soterrada (a través del comercio), Latinoamérica se ha convertido en un territorio clave para el eje China-Rusia. Tal como hace 60 años con Cuba, pero ahora se trata de todo el continente.
Esta situación se presenta durante una coyuntura en la cual los EEUU aparecen en franco retroceso en la región.
Con el surgimiento de muchos gobiernos claramente izquierdistas, son pocos los países que aún se pueden considerar amigos de Norteamérica.
Durante años, el comunismo latinoamericano se ha encargado de adoctrinar a los jóvenes del continente en contra de llamado “imperialismo yanqui”; tal como si en el mundo no existiera ningún otro país con vocación de “imperio”.
Claro está que a toda esta percepción han contribuido muchos gobiernos norteamericanos; para ellos, América Latina es simplemente el patio trasero, mientras sus intereses están puestos en Europa, Oriente Medio o Asia Pacífico. Este descuido no ha pasado desapercibido para el régimen comunista chino.
Es por esto que China, desde hace años, acrecienta su influencia en Latinoamérica. Con la llegada de los gobiernos y dictaduras de izquierda, ha tenido la oportunidad de extender su chequera, para crear una enorme dependencia de países empobrecidos pero ricos en recursos minerales, necesarios para el gigante asiático.
Así mismo, Rusia ha visto la oportunidad de tender puentes de entendimiento, trayendo asistencia militar y ayudando a socavar políticamente a las pocas democracias que aún persisten en la región.
El ejemplo más claro de todo esto es Venezuela.
Ante el desastre provocado por el socialismo del siglo XXI, China ha acudido para apoderarse de la explotación del petróleo venezolano.
Rusia, por su parte, le colabora a Venezuela en la exportación, mientras Irán apoya con el suministro de artículos de primera necesidad. De este modo, le dan respiración al régimen de Maduro, mientras se apropian de los recursos naturales del otrora rico país latinoamericano.
Pero este escenario no es solo de Venezuela. Argentina, después del viaje del presidente Fernández a Beijing, con homenaje incluido a Mao, anunció inversiones chinas por 20 mil millones de dólares.
Por otro lado, China presiona a Gran Bretaña para que entregue las islas Malvinas a Argentina, algo irónico ya que el régimen chino jamás ha mostrado respeto hacia los derechos territoriales de todos los países.
En Chile, espera explotar un buen porcentaje de litio, importante componente para baterías eléctricas, y del cual Chile es uno de los países con mayores reservas. Nicaragua, después de renunciar a Taiwán, restableciendo relaciones con el gobierno chino, ahora anuncia el apoyo de éste con vivienda subsidiada.
De este modo podríamos hablar de todos y cada uno de los países latinoamericanos, incluso con los que aún no se encuentran en la esfera del comunismo.
Pero no se trata de amables ayudas. La crisis del covid 19, surgida en China, le ha servido al régimen para extender su influencia en el mundo. Recientemente, Brasil fue amenazado con perder el suministro de vacunas chinas si el presidente Bolsonaro no cesaba sus críticas al régimen.
Por su parte, la reciente confrontación de EEUU con Rusia por el conflicto de Ucrania, trajo la disputa hasta tierras americanas, ante la amenaza de Rusia de instalar misiles en Venezuela y Cuba. Tal como en los tiempos de la guerra fría. Muchos analistas creen que esto no es factible, pero ante todo se trata de dejar claro que América del Sur ya no es territorio norteamericano.
Mientras tanto, algunos senadores y analistas de EEUU siguen advirtiendo sobre el peligro que entraña para ese país el avance de China y Rusia en Latinoamérica. En un reciente seminario, el director ejecutivo del Centro para una Sociedad Libre y Segura, Joseph Humire advirtió que “nada de lo que pasa en Chile, Colombia, Perú, Nicaragua, Venezuela, puede ser explicado sin entender la influencia de Rusia, China e Irán”.
Por su parte, el congresista republicano de Florida, Matt Gaetz ha insistido ante su país, sobre el peligro que constituye la injerencia china en Argentina. Esto por la importancia económica que representa el país suramericano y las enormes posibilidades de que su territorio se pueda prestar para la implantación de bases nucleares chinas.
Visto todo lo anterior, no se puede seguir ignorando el peligro que constituye la creciente injerencia de estos países en Latinoamérica. Se trata de un problema que ya sobrepasa el entorno continental, pues, aunque la mayoría de estos países sufren profundas crisis sociales, también tienen un gran potencial por la enorme cantidad de recursos que poseen.
Durante muchas décadas los pueblos latinoamericanos se han quejado del dominio norteamericano en sus democracias. Pero es bueno que hagamos conciencia si, con el tipo de gobiernos que estamos eligiendo, no estaremos saltando de la sartén a la candela.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
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Foto de portada: Wikimedia Commons