6 minutos de lectura. Por el bien de la democracia que cada día se ve más incierta en EEUU, es de esperar que esta demanda contra Trump, con más contenido político que legal, no prospere.
El 4 de abril de este año, el expresidente Donad Trump fue formalmente acusado por el gran jurado de Nueva York, de 34 cargos por falsificación de registros comerciales.
Lo anterior se produjo como consecuencia de una investigación del fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg.
Todo esto gira alrededor del supuesto pago de 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels, para que callara sobre una aventura que Trump habría tenido con ella.
Ante los cargos presentados, el expresidente se declaró inocente. Aun no se ha fijado una fecha para el juicio, pero se especula que será a comienzo de 2024.
Como era de esperarse, esta acusación ha generado un enorme revuelo mediático. Esto, por ser la primera vez en la historia del país que se presenta un hecho de esa índole.
Tratándose de un personaje de sólidas ideas republicanas, que ha enfrentado sin miramientos toda la cultura progresista que abandera actualmente el partido demócrata, constantemente ha tenido que sortear intentos de deslegitimarlo.
Es evidente que su opinión representa también la voz de millones de norteamericanos que no comparten el giro hacia la izquierda del actual gobierno, y de los grandes medios y plataformas digitales.
Desde el comienzo de su gobierno en 2017, cuando se le acusó de haber recibido apoyo de Putin para ganar las elecciones, ha tenido que enfrentar acusaciones de toda clase.
Todavía existe la denuncia de haber incitado el asalto del congreso en enero de 2021. Luego se presentó el allanamiento a su residencia de Mar a Lago, en 2022.
Observando todo lo que ocurre con el expresidente Trump, debemos entender el peligro que esto representa para la democracia de EE UU. En ese país esta palabra ha sido históricamente más sagrada que en ninguno otro.
No se trata de juzgar si el pecado de Trump, pagando a una prostituta para que calle su desliz es aceptable. Obviamente que no lo es. De lo que se trata realmente es de la preservación de la democracia y de las libertades individuales. Trump es supremamente controvertido políticamente, pero representa la opinión de un gran porcentaje de la población.
Su lucha contra el aborto, el adoctrinamiento infantil, la ideología de género, la difusión del odio entre razas y toda la agenda woke que se ha impuesto en esa nación, lo convierten en el centro de atención tanto de seguidores como de detractores.
Su permanente insistencia por regresar a las raíces que llevaron a la grandeza a EEUU, permite que sus seguidores le guarden una fidelidad casi religiosa.
Por eso mismo, en este momento se perfila como el candidato republicano más popular para las próximas elecciones. Sumandole la baja popularidad de Biden y la carencia de un candidato demócrata sólido, sus posibilidades de regresar a la presidencia son muy altas.
Sus oponentes están preocupados. Temen que apenas regrese a la presidencia frene en seco la gran avanzada de la agenda globalista y de la ideología progresista.
Es por esto que, recurren a todos los recursos posibles para detener su carrera presidencial. Llevarlo a la cárcel parece ser, para muchos, el escenario ideal.
Quienes respetan el curso natural de la democracia critican las tácticas que se están utilizando, muy semejantes a las seguidas por los regímenes más brutales. Hemos visto cómo los oponentes de dictaduras como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua, terminaron encarcelados uno tras otro, hasta ser acallados totalmente.
Tal vez el comentario más claro sobre la situación de Trump lo hizo el presidente de El salvador, Nayib Bukele, en un trino:
“Piense lo que quiera sobre el expresidente Trump y las razones por las que está siendo acusado. Pero imagínese si esto sucediera en cualquier otro país, donde un gobierno arrestó al principal candidato de la oposición”
“La capacidad de Estados Unidos de usar la ‘democracia’ como política exterior se ha ido”.
Muchos analistas opinan que lo que están haciendo con Trump, contrario a lo que esperan sus opositores, puede catapultarlo a la presidencia.
Finalmente, por el bien de la democracia que cada día se ve más incierta en EEUU, es de esperar que esta demanda, con más contenido político que legal, no prospere.
De otro modo, tendríamos que preocuparnos verdaderamente por el rumbo de este país que, como lo ha dicho el expresidente republicano, alguna vez fue grande.
Escrito por Carlos Morales para VCSradio.net
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