Descubre revelaciones impactantes sobre el exceso de muertes entre los mayores de 65 años después de la vacunación COVID-19 en EE. UU. ¿Por qué se recomiendan dosis de refuerzo si las vacunas no funcionan?
Un análisis detallado de las estadísticas de mortalidad revela un número alarmante de muertes en exceso entre personas mayores de 65 años desde la introducción de las vacunas COVID-19 autorizadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. Los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) han publicado silenciosamente datos que muestran un patrón preocupante de muertes adicionales en esta población desde que se administraron las primeras dosis de vacuna.
La vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19 recibió la Autorización de uso de emergencia (EUA) el 11 de diciembre de 2020, seguida por la vacuna Moderna el 18 de diciembre de 2020 y la vacuna Janssen (Johnson & Johnson) el 27 de febrero de 2021. A los adultos mayores se les ofreció prioritariamente la vacunación, sin embargo, los datos revelan una tendencia inquietante.
Durante las primeras 20 semanas de 2021, se registraron 150,085 muertes adicionales entre personas mayores de 65 años en comparación con el promedio de cinco años de 2015 a 2019. Esta cifra se elevó aún más entre la semana 21 y la semana 40 de 2021, con un asombroso exceso de 165,387 muertes en esta misma población. Esto totalizó 315,472 muertes adicionales en las primeras 40 semanas de 2021.
El año 2022 mostró una ligera mejoría, aunque aún se registraron 371,466 muertes en exceso entre los mayores de 65 años. En 2023, esta tendencia persistió con 257,415 muertes adicionales. Los datos más recientes de la semana 1 de 2024 confirman 5,482 muertes adicionales.
En total, desde la aprobación de las vacunas COVID-19 hasta la semana 1 de 2024, se han registrado 1,069,943 muertes en exceso entre personas mayores de 65 años. Esta cifra alarmante plantea serias dudas sobre la eficacia y seguridad de las vacunas contra el COVID-19, que se suponía que reducirían las tasas de mortalidad en esta población vulnerable.
En Estados Unidos, las personas mayores de 65 años fueron las primeras en recibir diversas vacunas contra la COVID-19, todas ellas otorgadas bajo autorización de uso de emergencia (EUA).
Esta priorización se fundamentó en la percepción de que este grupo tenía un mayor riesgo de desarrollar formas graves de la enfermedad COVID-19.
Sin embargo, a medida que avanzaba la campaña de vacunación, se recomendó la administración de dosis de refuerzo, lo que plantea interrogantes sobre la eficacia de las vacunas. ¿Cómo explicar entonces el elevado número de muertes en exceso entre aquellos que han recibido más dosis que cualquier otro grupo demográfico?
Las implicaciones de estos datos son profundas y cuestionan la narrativa predominante sobre la seguridad de las vacunas COVID-19. Se necesita una revisión exhaustiva de estas cifras para comprender completamente el impacto de las vacunas en la salud pública y garantizar la seguridad de todos los ciudadanos, especialmente aquellos en mayor riesgo.
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