El insensato paro que le ha salido caro a Colombia

Tiempo aproximado le lectura 5 minutos. Asistimos al insensato paro que le ha salido costoso a Colombia no solo por el retroceso económico, sino por las vidas que se pierden por su causa.

En todo el mundo, y muy especialmente en nuestro continente, se presentan protestas sociales con frecuencia, motivadas por el inconformismo con los gobiernos corruptos o inoperantes o, en muchos casos, por móviles netamente políticos.

En Colombia, ya se cumple casi mes y medio de protestas continuas, en las que parecen conjugarse todos esos ingredientes inimaginables, bastante complejos de analizar.

Primero, fue un proyecto de ley enviado por el gobierno al Congreso para discusión, con el cual esperaba aliviar la difícil situación de las clases populares y medias, provocada por la pandemia del covid. El proyecto fue mal presentado y el efecto inmediato fue el estallido social de las clases medias y populares, a quienes los políticos populistas en campaña, convencieron de que este decreto los perjudicaba.

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Entre tanto se formalizó un Comité del Paro, que tomó la vocería no solo de los manifestantes, sino de los otros 45 millones de colombianos que no habían dicho nada.

Después de dejar crecer el incendio, el gobierno retiró el proyecto, pero las protestas no pararon. Los líderes opositores ya habían tomado el mando, y ahora se protestaba por todo.

Los estudiantes exigían educación superior gratuita. El 15 de mayo el gobierno anunció que se garantizaba para estratos 1, 2 y 3. Pero las manifestaciones no pararon.

Al contrario, se desató una violencia incontrolable en las grandes ciudades, orquestada por grupos de guerrilleros de extrema izquierda y bandas de traficantes. Comenzaron los incendios, los saqueos y la quema de comercios y edificios públicos, y los muertos, mientras, el comité de paro, callaba.

Simultáneamente comenzaron los bloqueos de vías, con lo que los insumos para fábricas y fincas productivas, así como el abastecimiento para las ciudades comenzó a no llegar a su destino. El Comité de Paro negó ser el autor de estos bloqueos, pero simultáneamente, se niega a desmontarlos. El resultado, según el Consejo Gremial es de 6,1 billones de pesos en pérdidas. Sin hablar del desempleo por la cantidad de empresas y comercios quebrados. Naturalmente, para los políticos progresistas, esas pérdidas son culpa del gobierno.

Mientras tanto, los organismos de derechos humanos como CIDH y la OEA, han estado pendientes de los atropellos policiales y el uso excesivo de la fuerza pública. Pero, y ¿los vándalos? ¿los policías muertos o heridos? Es como si, parte del trabajo de estos últimos incluyera el ser asesinados.

El pueblo que calla comenzó a cansarse de la zozobra permanente y organizaron marchas por la paz, pidiendo la terminación de la violencia. Pero a ellos nadie los escucha, no tienen representantes en el Comité del Paro. Incluso, el senador izquierdista Germán Navas Talero dijo de ellos: “esos señores que salieron en el Valle del Cauca vestidos de blanco son carniceros”.

Este es, definitivamente el paro de un mundo al revés: los vándalos y asesinos son los ‘indefensos’ manifestantes agredidos por la policía. Los que quiebran la economía del país con los bloqueos de vías, ejercen ‘su legítimo derecho a la protesta’, y lo hacen por nuestro bien. La ley colombiana tipifica que los bloqueos son un delito, pero las ONG de derechos humanos de otros países dicen que son legales, entonces, ¿Colombia ya no puede aplicar sus propias leyes?

Mientras pasan los días, en medio de las aglomeraciones, saqueos y bloqueos animados por los discursos de odio de los candidatos del progresismo, la pandemia ataca con más rabia. Esto, con la indiferencia de sindicatos como Fecode que no permite a los maestros volver a las aulas por el covid; pero sí los convoca a las marchas donde está garantizado su contagio. Todos los días se rompen récords de contagios y muertes en el país.

Sobre este tema, el vocero del Comité del Paro, Nelson Alarcón dijo que “el aumento de casos positivos es culpa del Gobierno Nacional”, no de ellos. Lo más increíble, es que muchos, aun viendo las aglomeraciones de jóvenes gritando sin tapabocas, creen algo tan inverosímil como eso.

Y, como si faltara algún ingrediente, llegó una delegación de Argentina, supuestamente para verificar el estado de las manifestaciones. Pero en su discurso, se escucha que su visita no trataba de derechos humanos sino claramente de interés político. En la W radio, pasaron una grabación del diputado Federico Fagioli que decía: “Entonces no somos imparciales y creemos que esto tiene que tener una salida que permita sacar a este viejo del país de ustedes. Los colombianos tendrán que construir cómo es esa salida o cuál es esa salida, de qué forma”. Como dice el adagio, ‘en río revuelto, ganancia de pescadores’.

En conclusión, estamos asistiendo a un paro motivado por cualquier cosa, el cual ha sido aprovechado por quienes pueden obtener réditos del inconformismo social. Pero, ¿y los muertos y el quiebre total de la economía? Eso no importa, ‘el gobierno debe responder’.

Si todo esto se tratara de una novela, podría pensarse que hay elementos de comedia en ella. Pero no los hay, desgraciadamente. Nos enfrentamos a una tragedia que puede conducir a Colombia hacia un abismo del cual será difícil salir. No hay que mirar muy lejos para ver ejemplos de lo que nos espera si permitimos que los promotores del odio y la violencia se apoderen de los destinos del país.

Editorial VCSradio.net


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