¿Por Qué Meten a Dios en la Política Colombiana?


5 minutos. Crece el debate por la inclusión de Dios en la política colombiana. pero, ¿está bien hacer esto?


A través de la historia mundial, la relación política y religión ha sido inevitable. Pero en los tiempos que corren, esto es cada vez más cuestionado. Sin embargo, hablar de política y religión es parte esencial de nuestra cultura latinoamericana. Pero cabe preguntarse: ¿es adecuado mezclar a Dios en el debate político?

Lo anterior viene a colación por dos hechos ocurridos hace días, mientras la política en Colombia comienza a calentarse por campaña presidencial de 2022.

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Inicialmente, el ex rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, se declaró abiertamente ateo. Esto provocó una polémica que, según algunos analistas, incidió en la caída de su imagen pública. De hecho, según una encuesta realizada a nombre de la revista Semana, se concluyó que solo el 1% de los consultados votaría por un candidato ateo.

Muy seguramente, como una reacción inteligente a estos resultados, Gustavo Petro en Barranquilla, en un discurso en el que se adelantó a los otros candidatos afirmó:

 “Yo no puedo decir que soy ateo, tengo mis creencias. Estudié en un colegio católico y de ahí acumulé unas lecciones de dos personas, o de tres si contamos a Jesús. San Francisco de Asís y Camilo Torres Restrepo”. 

Y reforzó: “Acá queremos un pacto con la paz, un pacto con el Jesús que prefiere a los pobres. Donde Podamos convivir y querernos entre todos”.

Ante estas palabras, el representante del Centro Democrático Christian Garcés, expresó que “Usar a Dios en el debate público, es hasta peligroso. (…) plantea como si existieran varios Jesús y entra además en una dinámica de los pobres y los ricos”.

Aparte de todo esto, resulta sorprendente el apoyo que el pastor evangélico Alfredo Saade ha manifestado al Pacto Histórico, mostrándose públicamente con Gustavo Petro.

¿Cómo se concilian sus posiciones? ¿Es realmente religioso Petro, quien apoya el aborto y la ideología de género, contrarias a la religión? ¿Es su religiosidad auténtica, o solo oportunismo?

Esto lo podemos pensar si analizamos que, cuando alude al “Jesús que prefiere a los pobres”, está validando la lucha de clases que divide a la sociedad entre “pobres buenos” y “ricos indeseables”. Esta no es más que parte de la retórica comunista, atea por definición.

Entonces, lo anterior nos lleva a lo que podríamos considerar el meollo del asunto. Desde la aparición del movimiento de la “Teología de la Liberación” en el seno de la iglesia católica hacia los años 60, se comenzó a difundir la idea de que Jesucristo tenía preferencia por los pobres.

Naturalmente, esta creencia nace en medio de la penetración de las ideas de izquierda en Latinoamérica, a lo cual no fueron ajenos muchos líderes religiosos; desde el actual papa Francisco en sus épocas de obispo en Argentina, hasta los curas Camilo Torres y Manuel Pérez, de la guerrilla maoísta del ELN, en Colombia.

Pero, lo cierto es que se debe diferenciar claramente entre las iglesias y sus miembros, y Jesucristo como enviado de Dios. Es así que, Él como Dios no se mezclaría en asuntos humanos, que pierden trascendencia con el transcurso del tiempo.

Por lo tanto, no podemos pensar que Él solo velaría por algún estrato social especial, condenando de hecho al otro. Si así fuera, ¿qué pasaría con la clase media? Tal vez sería mejor empobrecerla para que pudiera ganar el favor de Jesús. Y, si un pobre hace un buen negocio, lícitamente, ¿ahora será rechazado por Él?

Todo esto nos señala que no son los humanos, y menos los políticos en busca de votos, quienes salvan o condenan el alma de nadie.

Muchos, incluso personas de izquierda, dicen que se debe apartar a Dios de la política. Está muy claro que, si una religión se mezcla con asuntos políticos, pierde su sentido y deja de ser recta. Ya que serían los políticos quienes, a favor de ellos, dictarían las creencias y moralidad del pueblo.

Quienes han recibido una enseñanza religiosa, así sea mínima, entienden que Dios salva a todos los que siguen sus preceptos, sin importar por cual candidato voten.

Por tal motivo, es irrespetuoso y hasta ridículo que un político que siempre ha apelado sin pensarlo dos veces a cualquier estrategia sucia, a las mentiras, a la división y el odio entre clases sociales, pretenda ahora invocar a Dios para obtener el favor de la gente con fines electorales.

Quienes creemos en Jesús, estamos seguros que, si Él estuviera aquí, siendo la política un mal necesario, como lo es, jamás participaría en ella y nos recordaría sus sabias palabras: ‘Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’. (Mateo 22, 15-21)

Artículo de opinión Carlos Morales Galvis


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