6 minutos. Taiwán podría convertirse en el detonante de un conflicto a nivel mundial. Veamos por qué.
Desde 1949, cuando el líder nacionalista chino Chiang Kai-shek se refugió en la isla de Taiwán, creó una nación independiente de China, con el reconocimiento posterior de muchos países. Desde entonces, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha mantenido tensiones permanentes con Taiwán y debido a esto, también con occidente.
En 1971 la ONU decidió retirarle a Taiwán el reconocimiento como nación independiente y dárselo a la China comunista. Posteriormente en 1979, EEUU también hizo lo mismo, pero a pesar de esto, siempre ha mantenido el apoyo a Taiwán ante cualquier agresión del gobierno chino.
Por su parte, el régimen chino nunca ha reconocido la independencia de Taiwán. Para ellos Taiwán es una provincia rebelde, la cual forma parte del territorio chino y más temprano que tarde deberá reunificarse a China.
Sin embargo, han pasado los años y el PCCh ha buscado momentos oportunos para avanzar en el camino de la reunificación.
El primer indicio de ese momento de quiebre se dio a partir de 2020, cuando se impuso la censura en Hong Kong, dando por terminado el acuerdo de “un país, dos sistemas”. Entonces comenzaron a intensificarse las tensiones con la isla de Taiwán, por medio de permanentes sobrevuelos de aviones militares o desplazamientos navales chinos en aguas taiwanesas.
Ya más recientemente, a medida que el régimen chino da un nuevo giro hacia políticas internas más represivas, vislumbrando un regreso a la era de Mao, la retórica de la reunificación se ha ido acrecentando.
Pero simultáneamente, el mundo occidental se ha puesto alerta sobre las ambiciones expansionistas del gigante asiático.
Casi no hay semana en que el régimen chino no muestre alguna prueba de sus ambiciones sobre Taiwán. Así mismo, una y otra vez, ya sea la Unión Europea o EEUU le recuerdan que la soberanía de la pequeña isla es inviolable.
En el discurso conmemorativo del 110º aniversario de la llamada Revolución Xinhai, llevada a cabo recientemente, Xi Jinping dijo:
“La reunificación por medios pacíficos, es lo más acorde con el interés general de la nación china, incluidos los compatriotas de Taiwán”. Pero mientras se habla de paz, se muestra el poderío militar en el subcontinente, como una advertencia.
Por otra parte, en días recientes los legisladores de la Unión Europea votaron a favor de la apertura comercial con Taiwán, lo cual enfureció a los funcionarios de Beijing.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, expresó su descontento sobre este acuerdo:
“Es de naturaleza vil y tiene un impacto atroz”, y agregó: “No subestimen la determinación, voluntad y capacidad del pueblo chino para defender la soberanía nacional y la integridad territorial”.
Pero el punto más álgido, sin duda, se alcanzó en el seno de la ONU en días pasados.
El Departamento de Estado de EEUU anunció que funcionarios estadounidenses elaboran estrategias para “expandir la participación de Taiwán en las Naciones Unidas”. Esto molestó al gobierno chino, el cual esperaba celebrar los 50 años de su llegada a las Naciones Unidas.
El ex embajador chino en Estados Unidos, Cui Tiankai, dijo al respecto que:
“Esto fue totalmente en contra de la corriente de la historia. La resolución 2758, aprobada hace cinco décadas, dejó en claro que solo hay una China en el mundo, y también fue reconocida por los estadounidenses, entonces, ¿por qué ahora están tratando de revertir esto?”.
De todos modos, EEUU deja ver claramente que tiene una posición firme al respecto. En una entrevista con CNN, el presidente Biden dijo:
“No quiero una Guerra Fría con China, solo quiero que China entienda que no vamos a dar un paso atrás, que no vamos a cambiar ninguna de nuestras opiniones”. Esto, refiriéndose al compromiso de respaldar a Taiwán ante un eventual conflicto.
Por su parte, Xi Jinping hablando en la ONU dijo:
“China se opone resueltamente a todas las formas de hegemonía y política de poder, unilateralismo y proteccionismo”, y agregó que los países deben “defender enérgicamente la paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad”.
Como puede verse, él evitó hablar directamente de Taiwán o de sus diferencias con EEUU. Pero cuando un régimen totalitario habla de defender la democracia y la libertad, ya podemos dudar de todo su discurso.
Hasta el momento, todo se ha limitado a palabras agresivas y amenazas de retaliaciones comerciales de lado y lado.
El PCCh muestra constantemente su poderío militar a un Taiwán que no sabe si puede en realidad confiar en sus aliados occidentales. Y es que en esta ambigüedad es donde reside la incógnita para todas las partes del conflicto.
El régimen chino tiene claro que no le conviene una confrontación militar, pues se encuentra en medio del crecimiento económico, al cual ve como el medio más válido para su expansionismo global. Pero también sabe que Taiwán no se entregará fácilmente. Aunque tiene muchos infiltrados en la isla, la población en general tiene una imagen negativa de China y de su sistema político.
Sin embargo, la debilidad que EEUU mostró en Afganistán es, sin duda, algo que todos observan con inquietud. Esto, aunado a las permanentes diferencias entre EEUU y la Unión Europea, puede ser aprovechado por el gobierno chino para dar un golpe de mano, e impedir que haya una respuesta adecuada.
Ahora bien, todo ello son especulaciones, y hasta ahora nadie puede predecir qué sucedería ante un eventual conflicto China-Taiwán. De todos modos, el gobierno chino es impredecible, y occidente no puede quedarse esperando una sorpresa; porque Taiwán representa mucho más que una pequeña isla de 23 millones de habitantes.
En estos momentos cruciales de frágil equilibrio, Taiwán puede convertirse en el punto de quiebre sobre quién tiene la hegemonía global. Y eso, tal vez, es lo único que todos tienen claro.
Escrito por Carlos Morales G. Para VCSradio.net
Foto de portada: Internet
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